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Los terribles juicios de Dios con los que determinaban si alguien era culpable

Los terribles juicios de Dios con los que determinaban si alguien era culpable

En la época medieval, entre los siglos V y VI, existían maneras bastante peculiares de conocer la inocencia o culpabilidad de alguien acusado de haber cometido un crimen. Te presentamos en qué consistían los juicios de Dios.

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En el Medioevo generalmente las personas no reunían evidencias, tampoco buscaban testigos ni deliberaban el asunto, solo esperaban una intervención divina y con eso quedaba establecida la inocencia o culpabilidad de una persona.

¿En qué consistía esperar una intervención divina?

Consistía en sujetar una barra de hierro ardiente mientras la persona caminaba tres pasos, posteriormente se curaban las heridas y si en tres días se gangrenaba o no sanaba era culpable.

Otro método era atar el dedo pulgar del pie a la muñeca y luego lanzar al río a la persona juzgada. Si flotaba era culpable y si se hundía era inocente.

Los sospechosos podían verse sometidos de igual forma a la prueba de comer un pedazo de tarta, si al consumirla se ahogaba el individuo era declarado culpable. Si no se ahogaba era inocente.

Puede que esta última prueba parezca muy sencilla, sin embargo, se dice que en 1053 el conde Godwin de Wessex escogió este juicio de Dios y murió ahogado. Tiempo después se mencionó que tuvo un ataque de apoplejía – Imagen: Pixabay.-

¿Qué sucedía luego? ¿Cuál era el castigo?

Si a los acusados, luego del juicio de Dios, se les declaraba culpables de cometer el robo, su castigo era quedarse sin pies y manos, en ocasiones se les cortaba las orejas.

También se les marcaba una “F” en la frente para que las personas que los vieran se cuidaran de ellos.

Poco a poco los juicios de Dios comenzaron a extenderse por toda Europa, se añadieron más tipos y se utilizaron hasta finales de la Edad Media.

Con información de: PlayBuzz / Planeta Curioso / ‘Historia de las creencias, supersticiones, usos y costumbres’ de Fernando Nicolay

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