Julio Verne fue un escritor francés de novelas de aventuras, considerado junto a H. G. Wells como uno de los padres de la ciencia ficción… Verne también es reconocido por las predicciones que yacen en sus novelas sobre los avances tecnológicos, las cuales luego tomarían forma en la realidad.
Un visionario, creador de un género
Julio Verne es el segundo autor más traducido de todos los tiempos, después de Agatha Christie, con 4.185 traducciones, de acuerdo al Index Translationum. Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine.
Sin embargo, su importancia histórica no radica solo en su aporte a la literatura ni a la ciencia ficción; Verne predijo con gran exactitud en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX.
¿Cómo fue capaz de predecir esas creaciones?
En su juventud Verne redactaba artículos breves sobre temas científicos e históricos para ganar dinero extra. Como es de esperar para realizar estos textos tenía que documentarse y leer mucho acerca de los avances técnicos y descubrimientos científicos. De allí surgió la idea de incorporar todos estos conocimientos a sus novelas; conociendo los avances científicos Verne obtuvo una visión más o menos acertada de lo que sería el futuro.
Predicciones de Julio Verne
En 20.000 leguas de viaje submarino, Verne predijo como serían los submarinos actuales, y es que la nave descrita en la novela no se distancia mucho de las de esta época. Si bien la novela fue publicada en 1870, el primer submarino completamente eléctrico aparecería en 1884, este se llamaría el Peral y perteneció a la Armada Española.
En esta novela también se usaban armas de electroshock, las balas son descritas por Verne como “contenedores eléctricos”, capaces de hacer que, con un pequeño toque, un animal caiga muerto.
Entre las predicciones de Julio Verne se encuentra el uso de tanques de guerra en su libro La casa de vapor, el lanzallamas en Ante la bandera, los satélites artificiales en Robur, el dueño del mundo.
En el resto de sus obras también describió con extremada precisión máquinas e inventos que ahora nos resultan familiares, pero que en sus tiempos eran impensables, como:
El helicóptero, la tortura por descargas eléctricas, las bombas de fragmentación, el cañón de largo alcance, los misiles teledirigidos, las alambradas electrificadas, el cine sonoro, la transmisión de noticias por radio, los rascacielos, la contaminación o la ciudad ecológica.
Sus predicción más sorprendente: La llegada a la Luna
Pero en una de sus más sorprendentes novelas de anticipación, De la Tierra a la Luna, Julio Verne completó una serie de predicciones que se cumplirían muchos años después con increíble precisión:
- Verne sitúa un telescopio de 5 metros de diámetro en las Montañas Rocosas.
- La ubicación y el diámetro son idénticos a los que tuvo el primer telescopio en Monte Palomar.
- En lugar de elegir a los países promotores de los viajes a las potencias de su tiempo (Francia e Inglaterra), prefirió a Estados Unidos.
- El lugar del lanzamiento de la nave de Verne es Cabo Town, muy cercano a Cabo Cañaveral, lugar donde se realizó el despegue de la nave Apollo XI, ambas al sur de los Estados Unidos. Es increíble pero resulta más que casualidad, Verne sacó cálculos muy parecidos a los de la NASA mucho tiempo antes. Las naves para lograr su despegue de la Tierra tendrían que contar con los cálculos correctos de rotación terrestre, velocidad de escape y su propia velocidad inicial. Por ello, al estar cerca del ecuador terrestre sería un menor gasto de energía.
- El Apolo XI y la nave ficcional tenían forma cónica y medían 3,65 metros; mientras que el Apolo XI pesaba 5.621 kilogramos, el artefacto descrito por Verne tenía un peso cercano (5.345 kilogramos).
- En el primer viaje experimental de la novela de Verne viajan animales. En la historia real es una perra llamada Laika, el primer ser vivo en viajar al espacio.
- La nave de Verne que llega a la luna se llama “Columbia” y lleva tres hombres. El módulo del Apolo XI se llamó “Columbia” y también llevó 3 hombres.
- La nave de Verne tenía un sistema de refrigeración basado en un circuito cerrado, lleva alimentos concentrados y tiene cohetes secundarios para corregir la trayectoria, como las naves modernas.
- Asimismo, la velocidad que alcanzó el Apolo XI (40.000 kilómetros por hora) fue muy cercana a la que el novelista francés escribió en la ficción (38.720 kilómetros por hora).
Con información de: FayerWayer / abc.es / La vanguardia / Foto: Wikimedia
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