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La terrible historia de Hades, el tenebroso dios del inframundo

La terrible historia de Hades, el tenebroso dios del inframundo

Tal como Zeus gobierna los cielos y Poseidón los mares, Hades es el rey del Inframundo, el infierno, el lugar de las tinieblas. El ente que controla a todas las almas muertas.

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Hades, hijo de Crono y Rea, hermano de Zeus y Poseidón, es el soberano del tenebroso mundo de los infiernos. Inflexible, es aborrecido por todos, incluso por los mismos inmortales. Su nombre era de mal augurio, por lo que tenía distintos sobrenombres, como “Plutón, el rico” (nombre que adopta su versión en la mitología romana).

Al ser el amo de las profundidades de la tierra poseía todas sus riquezas mineras y regía también la fecundidad del suelo en sus aspectos agrícolas.

Los griegos decidieron no construir templos en su honor -al menos no directamente dirigidos a él-, puesto que era una figura misteriosa y tenebrosa. Pero, El Eusis al noroeste de Atenas representaba para ellos una de las entradas al Inframundo y algunos arqueólogos asoman la posibilidad de una estructura dedicada a contemplar las cuevas.

Su atributo principal es un casco que confiere la invisibilidad a su portador.

Hades aparece raramente en mitos, el principal es el de Deméter (diosa de la naturaleza y fecundidad), cuya hija raptó para convertirla en la reina de los infiernos.

La terrible infancia del rey del Inframundo

A Crono le dijeron en una profecía que uno de sus hijos lo asesinaría, para evitar esto a toda costa, decidió comérselos a todos. El único que logró escapar de tan terrible destino fue Zeus.

Como todos eran dioses, no murieron al ser engullidos por el padre. Quedaron vivos dentro de su estómago, hasta que Zeus regresa en venganza como un dios adulto y libera a sus hermanos. Juntos organizaron unas olimpiadas en contra de su padre y los titanes con el propósito de sacarlos del poder.

Al vencerlos y ganar el poder, les tocó la difícil tarea de dividir el poder. Por derecho, la parte más grande le tocaba a Hades, que era el mayor, el primogénito. Pero Zeus tenía ambiciones de poder, para evitar inconvenientes decidieron dejarlo a la suerte.

Zeus quedó con el poder absoluto del cielo, Poseidón con el control sobre los mares y Hades quedo como el rey del Inframundo.

Hades aceptó su destino, pero quedó marginado por toda la eternidad. No sería un dios admirado sino temido, estaría destinado a la soledad perpetua pues nadie iría voluntariamente a visitarlo. Fue víctima de un destino cruel.

El infierno de Hades

En la religión cristiana, el destino de las almas después de la muerte depende del comportamiento que haya tenido en la tierra. Los buenos van al cielo, los malos van al infierno. Pero para los griegos el Inframundo de Hades unifica el cielo, el infierno y el limbo.

Sin embargo, en el Inframundo existían diversas áreas, la peor era Tártaro. Un abismo de más de 65 mil kilómetros de profundidad lleno de neblina donde las almas vagan sin rumbo, rodeadas por un río de fuego. Representaba el destino de los que más habían ofendido a los dioses.

Tártaro era el infierno dentro del Inframundo, de hecho las similitudes con el infierno cristiano son tantas, que la referencia aparece en el Nuevo Testamento. El apóstol Pedro, habla de la gente que es lanzada al Tártaro como castigo.

El paraíso del dios del mal

Dentro de la infinidad del Inframundo, existe un espacio llamado “Las islas de los bendecidos” en la que unos pocos afortunados pueden disfrutar de las bondades de la tierra sin límite alguno. Este vendría siendo el equivalente al cielo en la religión cristiana.

Un paraíso lleno de naturaleza y frutos deliciosos a disposición del público, donde el gozo es infinito y no se conoce la preocupación ni el dolor.

Perséfone y Hades en la escultura de Bernini ‘El rapto de Proserpina’ – Imagen: Wikipedia.-

El rapto de su sobrina

Al ser un dios marginado y temido por todos, aparece muy poco en la mitología. La historia más importante de su vida es el rapto de Perséfone.

Deméter, tuvo de su hermano Zeus, una hija que adoraba: Perséfone. Hades, se enamoró perdidamente de ella. Un día la joven recogía flores en una pradera, la tierra se abrió a sus pies y de sus profundidades surgió un carro tirado por cuatro caballos negros que raptaron a la joven arrastrándola al reino de las sombras.

Los gritos de socorro de su hija, alertaron a Deméter quien recorrió el mundo con una antorcha en cada mano, en una búsqueda incansable de 9 días y 9 noches. Cuando Helio (el dios que todo lo ve) le contó la realidad tras la desaparición de su hija, Deméter se negó a continuar con sus labores de diosa y renunció al Olimpo.

La desaparición de Deméter había sumido a la tierra en la desolación: el suelo estaba seco y los hombres y animales corrían el riesgo de extinguirse. Ante tal catástrofe Zeus ordenó a su hermano Hades que devolviera a la joven que había puesto a reinar los infiernos bajo el nombre de Perséfone.

Hades, muy astuto, le dio de comer un grano de granada, que en la antigua Grecia significaba matrimonio. Así selló el destino de Perséfone, pues cuenta la leyenda que ningún ser viviente que hubiera comido en el reino de los muertos, podía salir de el.

La historia tras las estaciones

Los antiguos griegos creían que Deméter era la responsable del cambio de las estaciones, por lo que le atribuyen la sequía del invierno a la depresión por no tener siempre a su hija.

Deméter, desolada por la pérdida de su hija, prometió nunca volver a trabajar en pro del Olimpo. Zeus, no podía permitir que eso sucediera por lo que negoció con Hades: su esposa pertenecería a él la tercera parte del año pero volvería a las moradas olímpicas con su madre el tiempo restante.

De este modo, en primavera crecen las plantas y florecen, el mundo se llena de colores y fragancias agradables. Deméter se encargaría de fertilizar todas las tierras y producir hermosas creaciones para honrar a su hija mientras estuviera con ella. Después, al partir nuevamente al reino de los infiernos, el mundo se sumerge en la tristeza y desolación del invierno.

El infierno de Hades en la vida real

Todas las descripciones mitológicas del Inframundo coinciden: una cueva inmensa llena de ríos y lagunas misteriosas, con neblina y enormes cachos que caen del cielo. Sorprendentemente existe en Grecia un conjunto de cuevas que se adaptan a la perfección a esta descripción: Diros.

Diros es un complejo de cuevas inmensas de más de 33.000 metros cuadrados, de los cuales sólo 5.000 han sido explorados. Se le considera como el segundo atractivo natural más imponente de Grecia, después de Santorini.

Está ubicado en el Cabo Tenaros, uno de los lugares considerados “puerta” al Inframundo de Hades. Su misticismo lo hace uno de los lugares turísticos más importantes del mundo de la mitología, puesto que encaja a la perfección con el ideal del mundo infernal del dios de las tinieblas.

Con información de: Diccionario de la Mitología Clásica- Editorial Espasa / Sobre Grecia | Foto: Wikimedia

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