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La maldición de Dédalo, el hombre que quiso desafiar a los dioses con un par de alas

La maldición de Dédalo, el hombre que quiso desafiar a los dioses con un par de alas

El carpintero más famoso de Grecia era capaz de construir todo tipo de máquinas especiales, su talento era tan impresionante que las leyes del Olimpo no parecían frenarlo. Todo cambió el día en que su talento se convirtió en el asesino de lo que él más quería.  ¿Qué hizo? ¿Cómo pasó? Aquí te contamos todo:

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Dédalo, el arquitecto más mágico de todos

El arte de la construcción parecía fluir de forma natural entre sus manos, su talento para la creación asombraba a todo el pueblo. No solamente creaba impresionantes esculturas –tan reales que asustaban al público- sino que hacía máquinas completamente funcionales.

Dédalo era un mago que podía cumplir todo tipo de fantasías con sus manos y un par de maderas. En la mitología griega se le considera el creador de la carpintería. Las alabanzas del pueblo lo convirtieron en un hombre orgulloso y vanidoso, no compartía sus técnicas con nadie, quería mantener el reino de la creación bajo sus manos. Todo cambió con la llegada de su sobrino.

La avaricia lo convirtió en un asesino

Su sobrino era un joven que estaba comenzando en las artes de la carpintería, tenía mucho talento pero aun –por su edad- era algo tosco con las manos, pero se estaba comenzando a ganar poco a poco el cariño del pueblo. Dédalo no podía con los celos, nadie le iba a quitar el puesto de arquitecto, nadie lo bajaría de su trono y tomó una impulsiva decisión: Lo mató.

El pueblo al enterarse de lo que había hecho, lo desterró de Atenas  y el huyó hacia Creta, donde fue recibido por el Rey Mino y su esposa, quienes lo admiraban profundamente por sus obras. Rápidamente se convirtió en el arquitecto oficial de palacio, se encargó de remodelarlo completamente y de hacer hermosas esculturas para el Rey. La alegría no le duró mucho.

Un deseo sexual lo convirtió en prisionero

Dédalo se convirtió en el principal confidente de los reyes, tanto Mino como su esposa Pasífae confiaban plenamente en él. La reina –quien vivía en constante amargura- decidió contarle una fantasía sexual muy particular y le rogó ayuda. Quería tener relaciones con un hermoso toro blanco que les había otorgado Poseidón –estaba poseída por una maldición-.

El carpintero, quería probar sus destrezas y logró crear una vaca tan realista que engañó al toro y cumplió la fantasía de la reina. De la unión nació un terrible monstruo: un minotauro. El rey horrorizado le pidió a Dédalo que construyera un laberinto imposible de descifrar para encerrar al monstruo y así lo hizo. Después, el rey en venganza, encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro en la torre más alta –y sin salida- de todo el castillo.

¡Ícaro no puedes volar muy cerca del sol!

Encerrados en una torre sin ningún tipo de distracción, Dédalo e Ícaro pasaban los días consumidos por el aburrimiento y la soledad, pero la inteligencia de su padre no iba a permitir que pasaran un día más en aquellas terribles condiciones. El carpintero pasaba horas estudiando el vuelo de los pájaros y pensó que volar sería su única salida.

Con cera de vela y plumas de pájaro, creó cuatro alas: dos para él y dos para su hijo Ícaro, con el propósito de sacarlos de ese terrible encierro. Las alas representaban libertad y movimiento, solamente había un par de instrucciones: No podía volar muy cerca del sol, porque el calor derretiría la cera de la vela, ni muy cerca del mar, pues el agua despegaría las plumas.

Con ansiedad por ver si funcionaban, lograron salir de la torre volando como aves, pero no todo salió a la perfección. Ícaro estaba tan emocionado por poder volar que ignoraba totalmente los gritos de su padre ¡Ícaro no puedes volar muy cerca del sol!

Cegado por la emoción, Ícaro siguió subiendo más y más, su padre le gritaba desde abajo que recordara las reglas pero parecía no funcionar. Subió tanto que el calor del sol comenzó a destruir sus alas hasta que se desintegraron y murió ahogado en el océano.

Dédalo logró sobrevivir pero con el terrible cargo de consciencia de que había matado a su propio hijo con una creación que violaba todas las leyes de la naturaleza.

Con información de “Diccionario de la Mitología Clásica- Editorial Espasa.”

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