¿Quién fue María Tudor? La verdadera Bloody Mary
María Tudor (1516-1558), hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, fue reina de Inglaterra e Irlanda desde 1553 hasta su muerte. Su reinado tenía bases católicas muy sólidas y justamente por la firmeza de sus creencias, fue uno de los más sangrientos de la historia. Es recordada por su terrible carácter y por sus políticas religiosas extremistas.
Una infancia llena de infortunios: la niña casi «bastarda»
Fue hija del matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, pero su nacimiento fue todo menos una alegría. Los reyes habían intentado en numerosas ocasiones tener hijos, Catalina había tenido más de 7 abortos involuntarios, los pocos bebés que lograron nacer, duraron solamente un par de días.
María Tudor fue la única que sobrevivió de sus hermanos, pero esto en lugar de ser una buena noticia, resultaba una decepción -por lo menos para el rey- por no ser varón. La situación con los hijos, tensó enormemente el matrimonio.
El Rey solicitó ante la iglesia la anulación del mismo y lo logró, Catalina quedó bajo el título «Princesa Viuda de Gales». Enrique VIII se casó rápidamente con Ana Bolena, la madre de la princesa Isabel.
María no solamente tuvo que renunciar al título de princesa, sino que fue desterrada de su hogar junto a su madre y condenada a vivir como una «hija bastarda», desplazada totalmente por su hermanastra, la hija de la mujer que provocó el divorcio de sus padres.
«Si Dios está con nosotros, ¿Quién en contra?»
María Tudor. Ella se mantenía profundamente católica, pese a que su padre era protestante.
¿Cómo «la princesa desterrada» llegó al poder?
El pueblo odiaba a la nueva esposa de Enrique VIII, una de las razones, fue la actitud que tomó tras la muerte de Catalina de Aragón -la madre de María-, la historia cuenta que salió vestida de amarillo brillante y celebrando con champán. Tiempo después, fue públicamente ejecutada bajo órdenes de su esposo tras un escándalo público -por infidelidades, abortos y otros rumores-.
La vida de María Tudor cambió por completo con la llegada de la nueva esposa de su padre, Juana Seymour. La mujer hizo que jurara las leyes católicas en la corte, recuperando su estatus social y marginando esta vez a su hermanastra, Isabel.
Una vez más, se encontraba sumergida en el mundo de la monarquía y participando activamente en las labores del palacio. Juana y Enrique tuvieron un hijo al que llamaron Eduardo. Juana murió 12 días después de su nacimiento.
Eduardo VI era un jóven brillante, pero exageradamente enfermizo, su cuerpo era muy débil, y por más de que luchó para mantenerse en el puesto y evitar que una mujer católica tomara las riendas de la monarquía -ellos eran protestantes-, murió a los 16 años y María, 37 años después, llegó al trono.
La llegada del amor: María perdidamente enamorada de Felipe
Todos pensaban que la Reina permanecería soltera el resto de su vida, había tenido varios candidatos pero a ninguno lo acepto. Todo cambió cuando vio en un retrato a Felipe de España. La belleza del joven 11 años menor que ella la impactó a tal punto que decidió casarse.
“La naturaleza no parece capaz de labrar un modelo tan perfecto” solía decir la Reina, pero el sentimiento no era correspondido por Felipe, quien se asombró al conocer a su futura esposa. La historia cuenta que pese a que tenía 38 años, su rostro lucía de 50. No era muy agraciada y la belleza no estaba dentro de sus cualidades.
La reina sangrienta o Bloody Mary ¿Por qué le decían así?
María Tudor tenía dos opciones: seguir por los caminos del protestantismo como su padre, o seguir la religión católica de su madre. Desde pequeña, tomó la decisión de ser católica y rendirle honor al culto de su madre. Esto enfurecía a gran parte de la monarquía inglesa y le daba esperanzas al pueblo católico de Inglaterra.
Cuando llegó al trono, una de sus frases célebres fue «Si Dios está con nosotros, ¿Quién en contra?», acto seguido de que iniciara un proceso de ejecución en contra de los líderes protestantes. La persecusión religiosa duró 4 años y murieron más de 300 personas, se aproxima que huyeron más de 800 de Inglaterra para evitar ser ejecutados por su religión.
¿Por qué lo hizo? Más allá de sus creencias religiosas, era para librarse de sus enemigos políticos. Todos los que estaban en contra de su reinado, era porque estaban a favor del Rey Enrique VIII, quien era protestante.
María nunca tuvo hijos, inevitablemente el trono sería de su hermanastra Isabel I. María quería asegurar que la monarquía siguiera las tradiciones de la iglesia católica, por lo que en su testamento le escribió una emotiva carta a Isabel rogándole que abandonara el protestantismo para convertirse a católica, pero nunca lo hizo.
Los embarazos psicológicos y la depresión arruinaron su vida
María Tudor fue una mujer muy popular en Inglaterra, pese a su carácter fuerte y a sus medidas sanguinarias, el pueblo la quería y la respetaba. Como monarca fue exitosa. Su matrimonio fue otro tema. Ella y Felipe no tenían las mejores relaciones, pasaban la mayor parte del tiempo separados y la presión por dejar un heredero parecían volverla loca.
María nunca tuvo hijos, pero en su vida fue víctima en numerosas ocasiones de «embarazos psicológicos», sus deseos de ser madre eran tan fuertes, que en esos episodios, sufría de hidropesía, una distención del abdomen provocada por retención de líquidos. Se decía que sufría de quistes en los ovarios y que su edad no la ayudaba para tener hijos.
El último embarazo psicológico fue el que más la afectó. Cuando los médicos le dijeron que no tendría un bebé cayó en una profunda depresión, pidió la presencia de su esposo, pero este nunca apareció. Murió deprimida y sola.
Tras su muerte, Felipe intentó desposar a su hermanastra, Isabel, pero ella se negó. Aceptó el trono y permaneció soltera por el resto de su vida.
Con información de ABC / PlayBuzz
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