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La Carrera Blue Train, hazaña y punto de honor

La Carrera Blue Train, hazaña y punto de honor

Por Michel Rodriguez | 13 de marzo de 1930, 5:45 p. m. Luego de tomarse una copa en el bar del Hotel Carlton en Cannes, Woolf y Dale abordan un Bentley Six con carrocería sedan (hecha por el carrocero H. J. Mulliner) y la matrícula UU5999. Comenzaba así una de las hazañas más famosas en la historia de la firma británica Bentley, la informalmente conocida como la “Carrera Blue Train”, hazaña y punto de honor.

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Bentley y los Bentley Boys

Para muchos, los mejores momentos de la marca Bentley son los que se marcan el periodo entre 1919, cuando Walter Owen Bentley funda la Bentley Motor Ltd, hasta su venta a Rolls-Royce en 1931. En ese período Bentley se destacó ampliamente en el mundo del automovilismo, en especial con un grupo de pilotos élite: los Bentley Boys.

Los Bentley Boys se formaron como grupo en 1922. Hasta poco antes Bentley había venido acumulando victorias en competencias de velocidad en el circuito de Brooklands, en carreras de ascenso de montaña e incluso participando en las 500 millas de Indianápolis de 1922.

Ese mismo año, un piloto británico llamado John Duff le propone a Bentley ser patrocinante oficial de un equipo en las 24 horas de LeMans. El empresario aceptó la propuesta, pero escéptico, ya que creía que sus carros no podrían resistir una carrera de 24 horas seguidas.

La visión de Bentley cambia por completo con la victoria de Duff con su compañero Frank Clement, los primeros Bentley Boys. En adelante los éxitos irán in crescendo, al igual que la lista de Bentley Boys, todos corredores de carros aficionados, apasionados por la velocidad, pero sobre todo, gente de mucho dinero.

Nobles, médicos, periodistas, en fin, un grupo de “pilotos playboys” reunidos en torno a la marca Bentley; pilotos que además darían a la firma británica victoria tras victoria en el automovilismo.

Woolf Barnato, el “Bentley Boy mayor”

Woolf Barnato era un financista, excombatiente de la Primera Guerra Mundial (a la que acudió en calidad de artillero), y un apasionado de los deportes. A Barnato le gustaban sobre todo los que tenían que ver con alto despliegue de velocidad, por eso en 1921 él mismo se vuelve piloto de carreras. Como tal obtendrá resultados considerados bastante buenos para la época.

En 1925 Barnato compra un Bentley 3litre y se enamora tanto del automóvil que decide financiar a los Bentley Boys. Un año más tarde el millonario adquiriría, a través de su empresa financiera (la Baromans Ltd), la compañía de Bentley.

Con el enorme capital de Barnato, Walter Owen Bentley como Jefe de Ingeniería, y los Bentley Boys, (lo que equivale a decir “con bastante dinero y mucha pasión”) comienza la época dorada de Bentley.

Es durante esta época que los Bentley Boys arrasan en la carrera LeMans de 24 horas, (que pasa a ser el campo de pruebas más importante de la marca); alcanzando los primeros cuatro puestos en la carrera en 1929, y ganando las dos primeras posiciones en 1930.

En esos esfuerzos, Barnato participa activamente como piloto, y, de hecho, corre y gana las 24 de LeMans en 1928, 1929 y 1930, obteniendo además la victoria en la categoría de su automóvil.

La Carrera Blue Train

En enero de 1930, un Rover Light Six, automóvil de la firma británica Rover con un nuevo motor de 6 cilindros, es estrenado. Para ganar publicidad, la empresa fabricante arregló que el vehículo competiese con Le Train Bleu; un tren expreso francés de máximo lujo de la época. Este tren, que comenzó a prestar servicio el 16 de noviembre de 1920, figuraba entre los más rápidos del mundo. Abarcando su ruta, además, una distancia de más de 1.200 km, desde Calais hasta Menton (puntos ubicados entre el norte y el sur de Francia).

Conocida informalmente como la “Carrera Blue Train”, esta prueba de velocidad tuvo como resultado la victoria del Rover. Manteniendo el vehículo a lo largo de su recorrido una velocidad promedio de 61km/h, algo por debajo de los 64km/h estimados para el tren. Así,  el Rover llega a Calais 20 minutos antes que su oponente, convirtiéndose con esto la Rover en la reina de la industria automotriz británica.

Pero el título pronto cambia de dueño, ya que en marzo de 1930 otro equipo repite la carrera. Esta vez los debutantes, utilizando un Alvis Silver Eagle, logran imponer un nuevo récord, al llegar a Calais tres horas antes que el tren.

Nuevo récord y punto de honor Barnato

Se cuenta que Barnato estaba cenando en el yate de un amigo en Cannes cuando se enteró de la hazaña del Alvis. Pero el piloto desestima el récord, porque considera la carrera como un absurdo, dado que “ir más rápido que el tren” no tenía ningún sentido. Pero más tarde Barbato decide marcar un récord tan tajante que baste para zanjar el tema de la Carrera Blue Train, de forma definitiva.

En dicha cena, seguro de lograr su nueva empresa, Barnato apuesta 200 libras esterlinas a su éxito. Pero conociendo las habilidades del piloto, ninguno de los presentes apuesta en su contra. Lo que es más, uno de sus mejores amigos, el jugador aficionado de golf Dale Bourne, le acompaña en esta nueva aventura.

El Bentley de Barnato es específicamente uno de los 182 Bentley Speed Six, producidos entre 1928 y 1930, equipado con un motor de 6 cilindros, de 6.5lts y 180hp. Barnato mantiene durante los 1210 km de recorrido entre Cannes y Calais una velocidad promedio de 69.8km/h, poco más de 5km/h que el tren.

Lo interesante de esta carrera es que se realizaba en la red francesa de carreteras de la de la época, con unas vías pavimentadas y otras de tierra, ya que entonces Francia no contaba con un sistema de autopistas rápidas. Pero, lo rudimentario de la vialidad no era el único obstáculo; estaba además el clima inclemente que no ayudaba a Barnato, con lluvias y neblina en varias partes del recorrido. Por otro lado, quedaba el hecho de que conducir un Bentley a “alta velocidad” no era cosa fácil, debido a sus grandes dimensiones y su intolerancia a los errores de piloto. No por nada Ettore Bugatti llamaba al Bentley “el camión más rápido del mundo”.

Luego de partir, Barnato y Bourne llegaron a Calais a las 10:30 a. m. del día siguiente, muy adelantados al tren francés. Ante este escenario, Barnato decidió llevar la apuesta más allá y se propuso llegar a Londres antes de que el tren alcanzara su destino final.

En aquel entonces el ferry que iba a Inglaterra tomaba una hora y veinte minutos en llegar a suelo británico. Barnato sumaría este tiempo al que le tomó luego, ya en tierra otra vez, conducir hasta Londres. 112 km lo separaban de la capital inglesa, desde el puerto de Folkestone. Y, al igual que en Francia, allí también debió enfrentarse a un sistema de carreteras precario y carente de vías rápidas.

Finalmente, el Bentley Six, con Barnato y Bourne a bordo, llegaría a las 3:20 p. m. al Conservative Club, un lugar insigne de los Bentley Boys en la calle St. James de Londres, cuatro minutos antes de que Le Train Bleu arribara a su destino final en Calais. Así fue cómo Barnato se consagraría en la historia automovilística inglesa por su hazaña, consolidando además la posición del Bentley como líder en el segmento de vehículos “de alto performance”.

Represalia francesa y venta de la compañía

Mientras tanto los franceses, aunque impresionados, estaban molestos, ya que para ellos Bentley –en la persona de su presidente Woolf Barnato– había incurrido en una carrera ilegal, al exceder los límites de velocidad de la red de carreteras francesa. Barnato alegaría en defensa de su compañía que él había corrido como individuo independiente y no como representante de Bentley. (Cosa no del todo falsa, ya que si bien había usado un Bentley para su proeza, la firma británica no supo nada de la apuesta hasta el momento en que la noticia llegó a Londres).

Aun así, la Asociación de Fabricantes Automotrices de Francia multó a Bentley con 160 libras esterlinas. Y también sancionó a la compañía, prohibiéndole participar en el Auto Show de París de 1930.

Pero el “castigo” a Bentley sería insignificante en comparación con lo que se venía, ya que el Crack del 1929 haría insostenible la compra de sus vehículos. Esto condenó a la firma a la quiebra, que pudo evitarse solamente con la venta de Bentley a Rolls-Royce, ejecutada en 1931.

No cabe duda que la hazaña lograda por Barnato resultó genial para la compañía en términos de publicidad. Esta sería el mejor momento de una firma que lamentablemente pasó luego, entre 1931 y 2004, a ser la sombra de otra empresa, una que no tiene nada que ver el concepto original ni en estilo de Bentley.

Afortunadamente la Bentley de hoy, aunque no de forma independiente, mantiene algo del ADN de su época dorada de los años 30. Ahora la nostalgia parece guiarla hacia la vanguardia.

Con información de: Autoweek / Hemmings / Wikipedia / Imagen de portada

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