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Josef Mengele: El ángel de la muerte

Josef Mengele: El ángel de la muerte

El ruido del tren alertó a los guardias que descansaban cerca de las vías. Todos tomaron inmediatamente sus posiciones, se da la orden de avisar a Herr Doktor que viene otro cargamento, la “orquesta” formada por prisioneros gitanos comienza a tocar Wagner (compositor favorito de Herr Doktor), poco a poco el tren y sus respectivos vagones de ganado se acercan a la plataforma, varios oficiales dan la orden «Raus, raus!» (¡afuera, afuera!), y de los vagones de ganado comienzan a bajar cientos de personas en el último estado de la miseria humana.

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Cuatro días sin comida, agua ni aire fresco. Judíos, gitanos, homosexuales etc… todo lo que no era considerado como puro para el Führer iba a parar allí, en esta pequeña sucursal del infierno en la tierra Auschwitz.

Subiendo a la plataforma, silbando alegremente una melodía de Wagner, aparece un hombre que fácilmente podría ser el héroe protagonista de una película de los 40. Impecable de pies a cabeza con sus botas de montar increíblemente bien pulidas y un delantal.

Da un paso al frente y comienza a seleccionar, de entre los prisioneros, a los más fuertes. Ordena hacer dos filas, en la derecha van quedando los ancianos, mujeres embarazadas, niños y discapacitados, a la izquierda hombres y mujeres jóvenes.

De entre los niños de la fila derecha, dos le llaman la atención a Herr Doktor, son una pareja de gemelos de 5 años. Inmediatamente se acerca a estos con una sonrisa y da la orden de que los lleven al Zoo, como se le conoce a su laboratorio. Da media vuelta y ordena a los guardias: la fila derecha a la cámara de gas la izquierda a las barracas de trabajo.

Herr Doktor Josef Rudolf Mengele se retira todavía silbando la melodía de Wagner que había estado sonando mientras él “El Ángel de la Muerte”, decidía sobre la vida de cientos de personas.

El Ángel de la Muerte

Josef Rudolf Mengele, nació en 1911 en el seno de una respetada familia católica, fue el mayor de los tres hijos de Karl Mengele y su esposa Walburga, unos acaudalados industriales de la ciudad de Baviera. Sus hermanos pequeños fueron Karl Mengele y Alois Mengele. Josef Mengele adoraba a su madre entrañablemente, a pesar de ser ésta muy severa y estricta; sin embargo, mantenía cierta distancia con su padre.

Estudió Medicina y Antropología en las universidades de Múnich, Viena y Bonn, y fue su tesis doctoral, sobre las diferencias raciales en la estructura de la mandíbula inferior, bajo la supervisión del profesor Theodor Mollison la que le acercó al movimiento nazi.

A continuación viajó a Fráncfort del Meno, donde trabajó como ayudante de Otmar von Verschuer en el Instituto de Biología Hereditaria e Higiene Racial de la Universidad de Fráncfort. En 1938 se doctoró en medicina con una tesis doctoral titulada Estudios de la Fisura labial-mandibular-palatina en ciertas tribus.

Josef Mengele, a partir de las convicciones de Otmar von Verschuer, se convirtió en un antisemita acérrimo, convencido plenamente de la superioridad de la raza aria y que prodigaba un absoluto desprecio por el judío.

La incumbencia de Mengele como médico estaba orientada al estudio genético-racial más que a la medicina curativa.

Josef Mengele pertenecía a las juventudes hitlerianas cuando se incorporó a las SA en el momento que éstas estaban a punto de desaparecer como grupo armado, por lo que tuvo que renunciar. Luego intentó incorporarse a las SS; inicialmente no tuvo un éxito, aunque lo consiguió tres años después.

Se casó en 1938 con Irene, una hermosa y educada dama de religión luterana -a pesar de que Mengele era católico romano-, co ella tuvo un hijo llamado Rolf Mengele.

Ya durante la Segunda Guerra Mundial Mengele peleó en el frente ruso, hasta que en 1942 es herido en una pierna en Rostov y declarado como no apto para combate.

Así es como el destino lo pone al mando del campo de concentración de Auschwitz y lo condena a su vez como uno de los más sádicos asesinos del siglo XX.

Auschwitz

El principal trabajo de Mengele en Auschwitz era el de pararse en la rampa de acceso al campo e indicar con un gesto de la mano quién moría y quién vivía: a la derecha iban los ancianos, niños, mujeres embarazadas e incapacitados; a la izquierda iban las mujeres jóvenes y hombres de evidente buen estado de salud. Los que quedaban en la fila de la derecha iban directamente a las cámaras de gas.

Muchas veces, en los vagones en que se traía a los condenados quedaban cadáveres de madres con sus hijos aún vivos en brazos. Mengele ordenaba lanzar esas criaturas directamente al horno de la lavandería, para que sirvieran de combustible. Más tarde cambió de actitud: permitió a las embarazadas dar a luz, pero los bebés nacidos eran confiscados para ir a dar a una sala de experimentación en otro lugar del campo de concentración.

Mengele explicaba a otros colegas su actitud:

-» Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el campamento, pues no contamos con las instalaciones que permitan su normal desarrollo; no sería humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por eso, envío juntos a la madre y a la criatura.»-

Los experimentos

Mengele, siguiendo los pasos de Von Verschuer, había desarrollado un fuerte interés por los gemelos como una fuente de información acerca de estos conceptos, por tanto, cuando supo que Auschwitz era su destino, no pudo ocultar su satisfacción, pues el campo de concentración era para él un laboratorio lleno de “ratas judías”.

A partir de 1943, los gemelos eran seleccionados y ubicados en barracones especiales. Cuando en la rampa de selección localizaba gemelos, para éstos constituía una esperanza de alargar la vida el pertenecer a esa condición. Los gemelos eran ubicados en un recinto especial y eran tratados algo mejor que los demás internos.

Prácticamente todos los experimentos de Mengele carecían de valor científico, pero fueron financiados por el gobierno nazi. Incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones diversas y otras cirugías brutales y, documentado al menos en una ocasión, un intento de crear siameses artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos (la operación fue un fracaso y el único resultado fue que las manos de los niños se infectaron gravemente).

Las personas objeto de los experimentos de Mengele, en caso de sobrevivir al experimento, fueron casi siempre asesinados para su posterior disección.

Mengele extraía los ojos a sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos.

En cooperación con otros médicos, Mengele intentó también buscar un método de esterilización masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaban diversas sustancias, sucumbiendo muchas de ellas o quedándose estériles en muchos otros casos.

En otras ocasiones realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia.

También cooperó con su contraparte de la aviación, el médico Sigmund Rascher de la Luftwaffe, en algunos experimentos sometiendo a personas a cambios de presiones extremos. Los individuos perecían en medio de horrorosas convulsiones por excesiva presión intracraneal. Rascher fue el equivalente de Mengele en el campo de la experimentación con humanos, pero con fines militares. Su perversidad anduvo a la par con este último, pero su historia y final fueron muy distintos.

Mengele también realizó experimentos con gitanos y judíos que tenían deformidades, enfermedades hereditarias (enanismo, síndrome de Down), siameses e incluso con mellizos, diseccionándolos vivos y sumergiendo luego sus cadáveres en una tina con un líquido que consumía las carnes, dejando libres los huesos. Los esqueletos eran enviados a Berlín como un macabro muestrario de la degeneración física de los judíos.

Fin de la guerra y persecución

En 1944, Mengele deseaba un cambio: aunque estaba orgulloso de sus experimentos, pretendió ascender en el escalafón de las Waffen SS haciéndose evaluar por un inspector.

El informe emitido por un coronel SS destacaba la personalidad, profesionalidad y celo del deber de Mengele, que le daban méritos para un ascenso y un nuevo puesto. Sin embargo, por motivos desconocidos, nunca se le reasignó desde Auschwitz.

Mengele hizo en una ocasión cargar un vagón de tren con unos cajones que los internos notaron «demasiado pesados para su volumen». Los cajones iban dirigidos a Günzburg y algunos internos dedujeron – correctamente – que los cajones contenían lingotes de oro, provenientes de las extracciones dentales de las víctimas del campo. Éste fue uno de los primeros indicios de que Mengele había presentido el fin de la Alemania Nazi.

Mengele abandonó de forma encubierta el campo el 17 de enero de 1945, diez días antes de la liberación del campo por parte del Ejército Rojo. Se dirigió al campo de concentración de Gross-Rosen, pero este campo fue cerrado en agosto de 1944 y en abril de 1945 huyó hacia el oeste camuflado como un miembro de la infantería regular alemana con identidad falsa.

Finalmente fue capturado.

Fue prisionero de guerra, cerca de Núremberg hasta que resultó liberado por los aliados, que desconocían su identidad.

Durante los juicios de Núremberg no se mencionó a Josef Mengele como genocida.

Un fin tranquilo

Josef Mengele vivió en Alemania hasta 1949 bajo otra identidad, pero cuando se entera que otros doctores nazis estaban siendo juzgados huye a Italia donde toma un barco a Buenos Aires bajo el nombre de Helmut Gregor, luego en 1950, considerando que la persecución de criminales de guerra había acabado, volvió a utilizar su nombre. Apareciendo inclusive en la guía de teléfonos.

En ese mismo año su esposa Irenna le pide el divorcio y Mengele tranquilamente se lo concede. En 1956 viajó a Suiza para visitar a su hijo Rolf.

Tiempo después se entera que el gobierno Alemán está pidiendo la extradición de todos los Nazis que se encontraban viviendo en el exilio. Inmediatamente Mengele huye a Paraguay donde no existían tratados de extradición. Allí vivió en forma muy modesta hasta que los miedos alimentaron la paranoia persecutoria de Mengele (no sin razón, pues le buscaban) y se trasladó a Brasil, para vivir bajo el alero de una familia de origen alemán, bajo el nombre de Pedro Gerhard. Luego se independizó y se trasladó a una favela, donde vivió en una modestísima cabaña.

Cuando alguna persona muy cercana le interrogaba sobre su infausto pasado, solía decir que él se limitaba a seleccionar sólo a personas aptas para el trabajo y que no mató a nadie.

En 1979, su estado de salud estaba en franco deterioro y la familia alemana que le asistía lo invitó a refrescarse en una playa de pendiente muy suave, Bertioga, y Mengele accedió. Cuando algunos miembros se introdujeron en la playa, Mengele los siguió hasta alcanzar una distancia adentro del mar de unos 100 metros y de escasa profundidad y, entonces, por motivos confusos y extraños, se ahogó, a pesar de que uno de los amigos llegó pronto a darle auxilio.

En cuanto a las causas de la muerte, se especuló que pudieron ser desde calambres, ataque cardíaco, mareos, hasta muerte provocada. La versión oficial es que «se golpeó con un madero mientras nadaba en una playa llamada Bertioga y se ahogó». Lo que causa extrañeza es que Mengele no sabía nadar.

Fue enterrado en un cementerio en Embu con un nombre falso, Wolfgang Gerdhard, con la asistencia de su hijo Rolf. Ningún miembro más directo de su familia asistió.

En 1985, seis años después, sus restos fueron exhumados e identificados en medio de la presión mediática por parte de Israel, EE.UU., Wiesenthal y otros grupos antinazis. La identificación de los restos, si bien no fue concluyente en un cien por ciento, resultó satisfactoria para quienes lo buscaban. Un defecto dental que poseía Mengele en sus dientes superiores frontales fue comprobado, además de coincidir en edad y estatura.

En 1992, los análisis de ADN confirmaron finalmente su identidad.

Espera pronto una nueva entrega con otro de los @HorroresHumanos, que nunca deben ser olvidados, para así jamás ser repetidos.

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