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Historia de las afirmaciones positivas con 20 ejemplos para ayudarte a cambiar

Historia de las afirmaciones positivas con 20 ejemplos para ayudarte a cambiar

Por Daniel Colombo | Llamamos “afirmaciones positivas” a una herramienta que permite trabajar para la mejora del estado emocional, del ánimo y del optimismo en general; y también, como una forma de crear un patrón mental interno contributivo para ti.

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Las afirmaciones son una herramienta psicoterapéutica basada en la labor del francés Émile Coué (1857-1926) Ya en ese tiempo, en su práctica con pacientes les propuso que trabajen repitiendo al comienzo y al final del día la frase “Todos los días, en todos los sentidos, estoy cada vez mejor y mejor”. Al hacerlo consistentemente, se logró cambiar el pensamiento inconsciente y mejorar sus pensamientos positivos y optimistas.

La divulgación del desarrollo personal a través del cambio de modelos mentales, con el trabajo de personas célebres como Louise Hay, Wayne Dyer, Deepak Chopra, Lair Ribeiro, y, más atrás en el tiempo, Napoleon Hill con su “Piense y hágase rico” y Dale Carnegie con sus métodos, tomaron también esta idea para impulsar cambios efectivos y duraderos.

Las neurociencias también evidencian que podemos mejorar nuestro bienestar en general cambiando el tipo de pensamientos que tenemos en mente. Esto se relaciona con la neuroplasticidad, la habilidad del cerebro de darle nuevos significados a las experiencias a partir de incorporar nueva información o modalidades operativas, para crear una realidad diferente.

El subconsciente no diferencia lo real de lo imaginario; por lo que todo lo que generamos internamente en forma de pensamientos, o las vivencias que tenemos, se interpretan tal cual las sentimos. Si esa imagen mental es positiva, es altamente probable que podamos conectarla con un resultado de ese mismo tipo. También sucede lo opuesto: mantener imágenes no contributivas te sumerge más en lo negativo.  

La médica Lauren Robbins afirma que “cada pensamiento crea una química en el cerebro. Dentro de los 20 segundos después de un pensamiento, se altera esa composición química y afecta nuestro rendimiento, con el cuerpo físico que no responde como quisiéramos, y pensamientos difusos.”

Por ejemplo, si estás atravesando una enfermedad y “te dominan pensamientos de tristeza o negatividad, debilitas tu sistema inmunológico”, dice la médica Cathy Chapman.

Para el doctor Joe Dispenza, impulsor del pensamiento positivo con una mirada integradora de cuerpo, mente y emociones, “el cerebro pensante -el neo córtex- es la semilla de nuestro libre albedrío y nos permite tener una elección y una opinión propias. Las personas mejoran cuando cambian su forma de pensar. Nuestros pensamientos tienen una conexión directa con nuestro nivel directo de salud porque crean neuroquímicos. Por lo tanto, si tienes pensamientos felices, te sentirás más feliz.”

Por día una persona promedio tiene alrededor de 60.000 pensamientos; de los que se estima que el 90% son del tipo negativo: imagina el resultado. Suma a eso los 12.000 pensamientos rumiantes que van por dentro cuando te hablas a ti.

La doctora Caroline Leaf, investigadora con tres décadas en este campo, afirma que “entre el 87% y el 95% de las enfermedades que nos aquejan hoy en día son el resultado directo de nuestra vida mental. Lo que pensamos nos afecta física y emocionalmente. Es una epidemia de emociones tóxicas.”

Y ofrece otro dato revelador: en sus investigaciones se concluyó que la emoción del miedo, por sí sola, provoca más de 1.400 respuestas físicas y químicas conocidas y activa más de 30 hormonas diferentes. Por eso, lo que ella llamada ‘residuos tóxicos’ que generan los pensamientos negativos contribuyen a desarrollar enfermedades como cáncer, diabetes, asma, problemas de piel, cardiopatías y alergias, entre otras.

En un campo científico más reciente, la psiconeuroinmunología, se explora la relación entre el cerebro (regulador de la mente y la conducta) y los sistemas responsables del equilibrio del organismo: el nervioso, el inmunológico y el neuroendocrino. Investigadores como el psiquiatra George Solomon, afirma que existe un correlato entre el poder de los pensamientos y el estado de optimismo de las personas, incluyendo las afirmaciones positivas, y esto las afecta a nivel físico, psicológico y de comportamiento.

Cómo redactar tus afirmaciones + 20 ejemplos

Hay tres premisas para redactar tus afirmaciones y que trabajes con ellas diariamente, y observes los resultados.

La primera es que necesitan estar redactadas en primera persona, en lenguaje positivo y afirmativo, y con verbos de acción como si ya estuvieses viviendo lo que quieres. Por ejemplo, en vez de decir “No quiero estar gordo” podrías expresar “Tengo un peso óptimo y lo mantengo para siempre, cuidando mi nutrición y sintiéndome con energía y entusiasmo.”

La segunda, necesitan contener un efecto emocional, por lo que se producen no sólo en tu mente pensante, sino en tu espíritu y tu corazón: es decir que unes el pensamiento al estructurarla, y luego, la conectas con los sentimientos. Sabrás que es “la” afirmación para ti si, al expresarla, sientes esperanza, mayor ánimo y entusiasmo.

Y tercera, la afirmación necesita ser verdadera y auténtica para ti: es fundamental creer que es posible de lograr, y que la sientes propia, como anillo al dedo.

Recuerda que es un proceso, así que necesita de la práctica permanente y continuada, al menos dos veces por día, al levantarte y acostarte.

Como referencia, aquí tienes 20 ejemplos de afirmaciones para inspirarte.

Busca tus propias palabras; escríbelas y no las dejes sólo en tu mente. Observa que muchas empiezan con “Yo soy”, “Yo estoy”; es decir, aprópiate de tu afirmación a través de la forma en que la formulas.

Recuerda que una afirmación es un traje a medida y sólo funciona si la practicas continuamente:

  • “Estoy jugando a ganar y moviéndome hacia el mejor resultado posible, para el bien mayor de todos, en cada momento de mi vida”
  • “Estoy aceptando las situaciones de mi vida con calma y responsabilidad”
  • “Soy un ser libre. Me desprendo de lo que ya no necesito para vivir plenamente mi vida.”
  • “Tengo paz y armonía en mi vida”
  • “Estoy moviéndome hacia lo que quiero, con convicción, entusiasmo y perseverancia”
  • “Yo creo en mí”
  • “Yo soy una persona valiosa. Me amo y me acepto como soy”
  • “Quiero y elijo lo mejor para mí, aceptando los cambios como parte de mi vida”
  • “Estoy simplificando mi vida, encontrando alternativas para atravesar los desafíos con calma y serenidad”
  • “Soy flexible ante los cambios”
  • “Me abro a comunicarme abiertamente, a escuchar y escucharme”
  • “Me expreso con claridad, convicción y logro transmitir mis ideas a los demás”
  • “Estoy consiguiendo el trabajo ideal para este momento de mi vida, en el que me siento pleno, reconocido y muy bien retribuido”
  • “Me enfoco en mis fortalezas; acepto mis debilidades y las trabajo para superarlas”
  • “Estoy viviendo mi vida con humor y alegría”
  • “Tengo salud óptima en todos los aspectos de mi vida”
  • “Elijo siempre la mejor actitud ante cada situación de mi vida”
  • “Yo soy un (hombre/mujer/LGBTIQ+) aceptándome tal cual soy y abriéndome a recibir todo lo que merezco”
  • “Soy un ganador/ganadora. Estoy aprendiendo de lo que elijo cambiar, y me enfoco en lograr mis metas y objetivos”
  • “Ya estoy viviendo (tal cosa); buscando la experiencia de (indica qué es lo que quieres vivir en expansión a través de eso); para el bien mayor y los fines más altos de todas las personas involucradas”

Y recuerda la afirmación maestra que dio origen a esta revolución del pensamiento positivo: “Todos los días, en todos los sentidos, estoy cada vez mejor y mejor”

Imagen portada: Shutterstock

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