OPINIÓN.- Recuerdo mis años de estudiante cuando en clase de Formación Integral Humana y Religiosa (Religión) se trataba el tema de la familia y sus tipos. Nos hablaban de familia nuclear (padre, madre e hijos), familia ensalada (padre, madre, hijos, tíos/tías, abuelos etc), familias monoparentales (madre e hijos, o padre e hijos) etc.
En las aulas siempre había un ejemplo de cada caso, se discutían las fortalezas y debilidades de cada uno y al final indirectamente se nos inculcaba el ideal de formar una familia nuclear en nuestra vida como adultos. Pero hoy el avance de la tecnología y la vida moderna nos presenta opciones que aunque ética y religiosamente cuestionadas, son posibles y justo de esto quiero hablar ahora.
Cuando en el colegio estudiamos el concepto de familias monoparentales, la mayoría eran consecuencia de divorcios, accidentes que dejaban en la viudez a uno de los progenitores, escándalos de relaciones extra maritales, una mala elección de pareja…. en fin, son muchos los factores que pueden llevar a un padre o una madre a criar sus hijos solo por razones circunstanciales. Pero hoy tenemos familias monoparentales donde la ausencia de papá o mamá no es a consecuencia de una razón X sino que estuvieron planeadas para ser así (un hijo mío y de nadie más).
En nuestros días las mujeres han encontrado la libertad en la preparación y el progreso económico que lejos de transformarlas en un “buen partido” (como se supone debería ser) para un matrimonio estable las deja en la posición en que están muchas mujeres hoy; mas de 30 años de edad, buen empleo, salario decente y a la espera de un príncipe azul (que a veces no llega porque hay expectativas tan altas como el Everest para ellos) o a merced de idiotas que utilizan la cero experiencia en el amor de las mismas para aprovecharse de ellas porque en el momento que debieron darse la oportunidad de tener un noviecito estaban muy encerradas estudiando y alimentando su sed de romance con historias fantásticas.
El equilibrio no es solo para la clase de ciencias, en la vida real también hay que sacar tiempo para cada cosa (no es que usted vaya a ser una “chica fácil” pero hasta los “romances de juventud” deben tener lugar en nuestra historia), el caso es que ahora nuestra chica estudiada, de buen salario y románticamente frustrada quiere tener un hijo. A veces como una salvación a la condena de eterna soledad, otras para sentirse realizada (ambas posiciones muy egoístas) pero terminan con una familia monoparental elegida que ha sido cuidadosamente planeada.
Por otro lado tenemos a los homosexuales (no nos podemos cerrar ante esta realidad) que por lo regular no llegan a concretar relaciones que sobrevivan a través de los años (salvo algunas excepciones) y se auxilian de métodos modernos como la subrogación (alquiler de vientres) para tener hijos y formar familia, pero…. ¿y qué hay con estos niños?
Desde el comienzo de los tiempos, siguiendo un orden natural los bebés son el fruto del amor o la atracción de dos personas. Si por cosas de la vida una de esas personas se aleja y el niño tiene que crecer solo con uno de sus progenitores es porque las circunstancias así lo determinan y no porque así fue planeado.
Los hijos son la oportunidad que Dios nos da de experimentar un amor casi igual de incondicional como el que él siente por nosotros sus hijos, pero junto con esa oportunidad deja sobre nuestros hombros el reto de formarles como seres de bien que hagan aportes positivos a la sociedad en las que les toque crecer.
Los hijos no deben ser un requisito en la pirámide que debemos completar para sentirnos “realizadas” y tampoco debemos visualizarlos como alguien a quien cuidamos hoy para que por obligación nos cuide mañana, los hijos son sujetos no objetos, y si por alguna razón deben cuidar de nosotros en la vejez procuremos que sea por amor y no solo por obligación.
Los avances en medicina de fertilidad son maravillosos, así sean fármacos o procedimientos tales como inseminación artificial, fertilización in vitro o subrogación, pero tenemos que ser cuidadosos y examinar los fines para los cuales nos estamos auxiliando de ellos ya que tarde o temprano, consciente o inconscientemente nos tocará pagar las consecuencias de nuestras acciones y lo que es peor un inocente cargará con parte de esa culpa sin haber tenido responsabilidad alguna en el hecho.
Aunque en países como España las familias monoparentales por elección no tienen igual derechos fiscales y sociales de las familias comunes, en los últimos años esta modalidad familiar se ha popularizado y sigue creciendo, pero antes de embarcarnos en este tipo de cosas debemos pensar que la naturaleza no se equivoca (por alguna razón las personas no se reproducen por si solas) y que los niños tienen el derecho y la necesidad de que sus padres (ambos) participen en su crianza.
@fioresita para @Culturizando
Imagen: Foto de Familia – Horacio Cabezuelo
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