Por Erika De Paz |
El kiwi es una de las frutas más llamativas que existen. A pesar de ser pequeño, es muy atractivo por su rareza. Su delicada piel marrón cubre una pulpa verde brillante llena de diminutas semillas oscuras. Resulta increíble que tanta delicadeza haya sido producto de la naturaleza, o de algún ser superior que se molestó en colocar cada una de esas pepitas negras en orden, rodeando a la perfección el centro claro de este alimento.
Esta baya originaria de China, debe su nombre a un pájaro de Oceanía que se llama de la misma manera, y que tiene un aspecto similar al de esta fruta exótica. Según los expertos, su sabor es una mezcla de cambur, fresa y piña; de allí que sea tan irresistible. Y es que el kiwi parece haberse ganado todos los tiques premiados de la lotería: además de ser delicioso y hermoso, también es considerado una de las frutas más sanas que hay. En este sentido, consumirlo resulta beneficioso para nuestra salud por varias razones.
Una de las características más importantes de esta fruta es, sin duda alguna, su alto contenido en vitamina C. Y es que incluso contiene más vitamina C que una naranja (aunque menos que una guayaba): cada 100 g de kiwi, aportan 98 mg de vitamina C. Esta sustancia nos ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, previene el envejecimiento prematuro y nos brinda mucha energía. Además, favorece la absorción del hierro, por lo que sirve para combatir la anemia.
Igualmente, es un alimento rico en vitamina E, un potente antioxidante que nos protege de los radicales libres. Algunos aseguran que, incluso, tiene el doble de vitamina E que un aguacate. Y contiene folato (ácido fólico), un tipo de vitamina B necesario para el correcto crecimiento del feto, así que su consumo está indicado en mujeres embarazadas.
Entre sus minerales destaca el potasio, importante para la salud de nuestros huesos y músculos; y el magnesio, fundamental para transmitir señales nerviosas. También contiene fósforo, un mineral vital para la mineralización de los huesos. Además, es rico en luteína, un pigmento que constituye un antioxidante poderosísimo y que, entre otras cosas, nos protege la vista de los daños ocasionado por los rayos del sol.
El kiwi es estupendo para incluir en las dietas de adelgazar. Contiene pocas calorías (es bajo en grasas, sodio y carbohidratos), y es rico en agua. De hecho, 80 % de su composición constituye este vital líquido. Además, es pobre en azúcares, por lo que está indicado en personas con diabetes; y contiene mucha fibra, esencial para combatir el estreñimiento, generar saciedad y desintoxicar el organismo.
Asimismo, esta fruta posee una enzima llamada actinidia que ayuda a digerir las proteínas, facilitando la digestión. Y según algunos estudios, comer dos o tres kiwis al día produce los mismos efectos en nuestro cuerpo que los que provoca una aspirina. Al parecer, el consumo de este alimento reduce la formación de coágulos en la sangre, permite bajar los niveles de triglicéridos y combate la hipertensión.
Del kiwi podemos aprovechar todo: aunque no lo creas, hasta su piel se puede comer. Debemos dejar de verlo como una excentricidad o una fruta rimbombante, lejana, rara…y comenzar a incluirlo más en nuestra dieta diaria. Sólo así podremos aprovechar los beneficios escondidos debajo de esa piel delgada repleta de pelos.
¡A comer kiwis!
Por: Erika De Paz | IG @ERIKADPS | Foto: Kiwi / Shutterstock
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