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Desmitificando conceptos de moda: ¿Empoderar o dejar que las personas sean poderosas de verdad? Esa es la cuestión

Desmitificando conceptos de moda: ¿Empoderar o dejar que las personas sean poderosas de verdad? Esa es la cuestión

Por Daniel Colombo / A menudo hablamos de empoderar a las personas. Hace unas semanas, mientras participaba como prologuista en la presentación de un libro en Aguascalientes, México, escuché un concepto de Michelle Olmos, profesora y experta en sistemas de seguridad en grandes ciudades, como ciudad de México, que me resonó profundamente, y quiero compartirlo contigo de la forma más clara posible.

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Veamos este tema sensible y que, por estar tan de moda en el léxico empresarial, parece que se va perdiendo el sentido.

En el mundo del desarrollo humano y en el ámbito profesional, hay dos términos que a menudo se entrelazan pero que tienen matices distintos: «empoderamiento» y «ser poderosos». Estas dos perspectivas tienen un impacto significativo en cómo abordamos el crecimiento individual y colectivo, la diversidad, la paridad y la inclusión.

  • Empoderamiento: más allá del acto de ensalzar y motivar

El término «empoderamiento” es un lema en muchas esferas, desde la educación hasta la alta gerencia. Sin embargo, ¿qué implica realmente empoderar a alguien?

Vamos a teatralizarlo para captar mejor la idea. Imagina que alguien se presenta y anuncia, con cierto toque de solemnidad, «Ahora YO te voy a EMPODERAR». ¿Qué subyace en esta afirmación?

El empoderamiento, en esencia, implica la dinámica de otorgar poder y recursos. Es el acto de conceder a otros la autoridad para tomar decisiones y actuar por sí mismos. Es como un traspaso momentáneo de los hilos del control. No siempre significa que se quiera hacer poderosa a la otra persona.

Incluso, en ocasiones, puede tener una connotación de superioridad, ya que alguien se coloca en la posición de ceder poder a otro individuo; es igual que una sesión de territorio: “yo te lo confiero”.

Justo aquí está la cuestión clave: ¿el empoderamiento genuino radica en otorgar poder o en cultivar la capacidad de ser poderosos?

  • Aceptar el ser poderoso de los demás, es totalmente diferente.

Ahora, giremos la perspectiva. En lugar de enfocarnos en empoderar a otros, ¿qué sucede si nos concentramos en propulsar a las personas a ser poderosas? Esta distinción es sutil, aunque crucial.

Ser poderosos no se trata de un acto de transferencia de poder, ni de cederle un pedazo del terreno de poder que tiene otro, sino de reconocer, aceptar y declinar de cualquier indicio de manipulación sobre los demás.

Lo que lograremos así es poner de relieve la capacidad inherente de una persona para encontrar y utilizar su propia fuerza interior; y que la aplique tal como quiera, sepa y elija.

Ser poderosos no implica que alguien esté otorgando poder desde afuera, sino que se está cultivando un sentido de autoestima, confianza y habilidades internas, que permiten a las personas tomar las riendas de su vida.

En lugar de esperar a que alguien más otorgue autoridad, ser poderosos significa reconocer que ya tenemos la capacidad de influir en nuestras circunstancias y tomar decisiones que nos conduzcan al éxito. Y tomar acción, si así lo decide.

  • La Metáfora de Hamlet: Reflexiones Finales

Al abordar esta diferencia entre empoderamiento y ser poderosos, me vino a la mente la famosa pregunta de Hamlet: «Ser o no ser, esa es la cuestión». Similarmente, la cuestión es si buscamos delegar momentáneamente el poder camuflado de empoderamiento, o auténticamente se quiere cultivar la capacidad interior de ser poderosos más allá de las creencias que cada uno arrastre sobre sí mismo.

Así como Hamlet luchaba con su propia existencia y propósito, nosotros también afrontamos elecciones parecidas en nuestras vidas.

Claro que el empoderar a otros es importante, aunque quizás aún más valioso sea darle rienda suelta, -e incluso, inspirarlos, capacitar y destapar su potencial- para descubrir su propia fuerza poderosa.

Porque cuando optamos por ser poderosos, no solo creamos líderes y visionarios, sino individuos que están arraigados en su autenticidad y listos para enfrentar cualquier desafío.

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