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Crónicas de Ares: Zhúkov, el mariscal que aplastó al nazismo y encaró al estalinismo

Crónicas de Ares: Zhúkov, el mariscal que aplastó al nazismo y encaró al estalinismo

Por Crónicas de Ares | La antigua Unión Soviética demostró al mundo con una fuerza demoledora, que enarbolando ideales patriotas y un poder militar avasallante, se podía vencer al nazismo alemán. Gueorgui Zhúkov, el mariscal ruso que entró triunfante en Berlín, estuvo al frente de dicha gesta; un héroe del comunismo que el mismísimo Stalin trató de disminuir, pero que nunca pudo destruir. Ésta es la historia del militar invencible que venció a Hitler y fue capaz de enfrentar con sus acciones nada menos que al estalinismo.

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¿Quién era Gueorgui Zhúkov?

Gueorgui Konstantinovich Zhúkov nació en una ciudad cercana a Moscú, al sur de la capital de Rusia, llamada Strelkovka, el 1 de diciembre de 1896. Nació en el seno de una familia campesina extremadamente pobre. Tuvo que conformarse solo con la escuela básica. A los 10 años de edad, se vio obligado a mudarse a Moscú. Sus padres tuvieron que enviarle a la capital para que iniciara su formación profesional como aprendiz de un tío suyo que trabajaba en la confección de prendas de vestir de piel. Sin embargo, consiguió continuar con los estudios: primero aprendió gramática, matemáticas y geografía al lado de su primo, y luego, gracias a esto, logró superar los exámenes para entrar en el turno de tarde de una escuela municipal.

Se graduó y en 1915 consiguió ingresar en la Academia de Oficiales de Caballería por méritos propios, algo que no necesitaban los hijos de aristócratas de la época. Aquel mismo año, al cumplir los 19, fue llamado a filas y participó en la Primera Guerra Mundial como soldado.

Durante la guerra, Zhúkov fue dos veces condecorado con la Orden de la Cruz de San Jorge y por su valor en la batalla fue ascendido al rango de suboficial. En octubre de 1916 recibió una herida que le provocó pérdida parcial de audición. Fue relegado a un escuadrón de caballería de reserva, en la región de Járkov, Ucrania, donde se encontraba cuando estalló la Revolución de Octubre. Su escuadrón dio la bienvenida al golpe de Estado y rechazó someterse a las autoridades ucranianas, por lo cual fue despedido. En diciembre de 1917 regresó a Moscú y después a su aldea natal, donde contrajo el tifus y durante mucho tiempo permaneció en estado crítico.

En septiembre de 1918 fue llamado a las filas del Ejército Rojo y otra vez fue asignado a la caballería. En marzo de 1919 ingresó en el Partido Comunista, su pasado de pobreza fue un importante recurso político. Luchó en la Guerra Civil Rusa de 1918 a 1920, donde recibió la primera condecoración soviética: la Orden de la Bandera Roja, a las órdenes de la Revolución Bolchevique, a la que siempre fue fiel.

Su talento bélico junto a algo más apreciado por las autoridades comunistas, su origen campesino y sus antecedentes humildes, le permitieron escalar posiciones muy rápidamente en las jerarquías castrenses. Entre 1924 y 1929 recibió formación militar superior. Sus orígenes humildes y, según dice la leyenda, su experiencia como comandante de una división del Primer Ejército de Caballería, le permitieron salir con vida de la Gran Purga del Ejército Rojo y seguir con su carrera. Se dice que Kliment Voroshílov, el Comisario del Pueblo de Defensa, sentía cierta simpatía por los oficiales de caballería.

La Gran Purga diezmó el personal de mando del Ejército Rojo y causó una gran carencia de oficiales competentes en sus filas. En esas circunstancias, la carrera militar de Zhúkov progresó rápidamente. En junio de 1938 fue nombrado vicecomandante de caballería del Distrito Militar Oeste. Se hizo inmediatamente conocido por su detallada planificación, su sobria disciplina y su rigor.

Gueorgui Zhúkov – Wikipedia

La prolífica carrera militar de Zhúkov

Zhúkov era un buen militar. Uno de los mejores con que contó la URSS en la Segunda Guerra Mundial, aunque quizá no el mejor, como se tiende a repetir. En sus discutidas memorias parece que se atribuyó algún mérito que no le correspondía. Sea como fuere, una especie de halo protector le acompañó siempre, y, al contrario que muchos de sus compañeros, caídos violentamente, sobrevivió a tosas sus afrentas.  

El 11 de junio de 1939, Zhúkov asumió el mando del 57º Cuerpo del Ejército Rojo en la República Popular de Mongolia, donde combatió exitosamente contra el ejército japonés de Guandong, tras la invasión japonesa a la región china de Manchukuo. En agosto del mismo año ganó la batalla decisiva de Khalkhin Gol, al emplear por primera vez en la historia bélica las nuevas tácticas de la “guerra blindada”: usar brigadas de tanques haciéndolas avanzar alrededor de ambos flancos de la batalla apoyados por artillería motorizada e infantería. Mediante una exitosa campaña de desinformación, Zhúkov logró engañar a la inteligencia militar japonesa y lanzó ese ataque sorpresa. En pocos días las tropas japonesas fueron derrotadas.

Por esa operación, Zhúkov fue condecorado con el título de Héroe de la Unión Soviética y con la Orden de la Bandera Roja de la República Popular de Mongolia. En junio de 1940 fue designado comandante del Distrito Militar de Kiev y, según el nuevo sistema de títulos militares introducido por las autoridades soviéticas, ascendió a general. Zhúkov fue por poco tiempo (de enero a julio de 1941) jefe del Estado Mayor del Ejército Rojo, asumiendo el mando del Frente de la Reserva. Debido a desacuerdos con Stalin fue reemplazado, advertía entonces la necesidad de prever una posible guerra con Alemania y tener alerta al Ejército Rojo, algo que no era creído por Stalin.

Se sabe que en mayo de 1941, a tan solo un mes de la agresión nazi contra la URSS, Zhúkov participó en el desarrollo de un plan de operaciones militares ofensivas en caso de guerra con Alemania. No se sabe si el proyecto fue aprobado o no, pero queda claro que jamás se puso en práctica.

Los desafíos bélicos de Zhúkov en la Gran Guerra

Molesto Zhúkov por cómo se asumió la defensa del país ante el avance alemán, su primer gran logro militar en la II Guerra Mundial fue en la defensa de Yelnia, una ciudad estratégica para los alemanes en su avance a Moscú, en septiembre de 1941. El territorio recuperado resultó ser finalmente de unos 200 kilómetros cuadrados pero la operación de Yelnia fue la primera victoria rusa. Los nazis perdieron 45 000 hombres entre prisioneros de guerra, muertos, heridos y desaparecidos. Zhúkov lo resumió del siguiente modo: “Las batallas de Yelnia fueron de gran utilidad para nuestras tropas en el sentido de poder entender correctamente la táctica de defensa del enemigo”. Las autoridades soviéticas no tardaron en aprovechar la Ofensiva de Yelnia con fines propagandísticos, anunciándola como una gran victoria del Ejército Rojo y presentando a Zhúkov como un héroe nacional.

Sus tácticas basadas en una guerra de acorazados, con tanques y blindados como arma de apoyo a la infantería, le permitieron quebrar el poderío militar alemán. Pero sobretodo, el mariscal desentrañaba el pensamiento de los generales nazis y se anticipaba estratégicamente.

A mediados de septiembre de 1941, Zhúkov fue investido comandante del Frente de Leningrado: su tarea principal era organizar la defensa de la ciudad. Consiguió estabilizar el frente y frenar el avance nazi en las afueras del sur de Leningrado. El Gobierno del Tercer Reich tomó la decisión de dejar de atacar la ciudad de forma directa y pasó a las tácticas de sitio. A Zhúkov le ordenaron trasladarse al Cuartel General, donde asumió el mando del Frente de la Reserva y del Frente Occidental en un momento en el que la capital de la URSS estaba bajo la amenaza de ser ocupada. El sitio de Leningrado duró 872 días y se logró romper en enero de 1943. La operación también estuvo dirigida por Zhúkov y supuso su condecoración con el título militar superior de Mariscal de la Unión Soviética.

La Batalla de Moscú. La ofensiva sobre Moscú como tal empezó el 16 de noviembre de 1941. Zhúkov logró el objetivo de no rendir la ciudad al enemigo y el 6 de diciembre emprendió el contraataque. Su objetivo primordial fue desplegar el trabajo político y del Partido, alzar la moral de los soldados y hacer que tengan mayor confianza en sí mismos y crean que la derrota del enemigo a las puertas de Moscú es inevitable. Logró que la línea del frente fuera desplazada a una distancia de entre 100 y 250 kilómetros de Moscú. A pesar de que durante los 14 meses siguientes las tropas soviéticas no consiguieron avanzar y la línea del frente seguía a unos 150 kilómetros de la capital, la batalla de Moscú fue la primera derrota importante de los nazis. Fue entonces cuando la propaganda soviética lanzó un eslogan legendario: “Donde está Zhúkov está la victoria”.

Zhúkov encabezó también, desde finales de agosto de 1942, las tropas que combatían por Stalingrado. En la primera quincena de septiembre de 1942 Zhúkov organizó el ataque del flanco izquierdo del Frente de Stalingrado. Esta operación salvó la ciudad. Zhúkov también participó en cierto modo en la siguiente contraofensiva del Ejército Rojo: la operación Urano, diseñada por el mismo mariscal. El 23 de noviembre los nazis fueron rodeados en los alrededores de Stalingrado y el 2 de febrero de 1943 capitularon. La batalla de Stalingrado dejó un saldo de unos 2 millones de rusos y alemanes muertos o heridos.

La batalla de Kursk, entre julio y agosto de 1943, fue la mayor batalla de tanques de la historia y el último gran esfuerzo ofensivo de la Wehrmacht en el Frente del Este. El plan de esta batalla fue elaborado también por Zhúkov pero lo ejecutaron otros jefes militares. En las etapas posteriores de la guerra, Zhúkov participó también en las ofensivas contra los fascistas en Bielorrusia, Polonia y las repúblicas bálticas.

Zhúkov disfrutaba de un avanzado prestigio ante Stalin, y lograba sostener muy bien su opinión en discusiones frente al líder soviético sobre cuestiones de táctica militar. En ello, Zhúkov logró defender sus puntos de vista y no permitió que las consideraciones políticas condicionaran sus estrategias, aunque siempre mantuvo una posición de empatía y no de oposición hacia Stalin.

La Batalla de Berlín. Se convirtió en la operación más famosa del mariscal Zhúkov. La batalla empezó el 16 de abril de 1945. Zhúkov era uno de los autores del plan de la ofensiva y también dirigía las tropas del Primer Frente Bielorruso, que tuvo un papel principal en el asalto. Para el 2 de mayo la resistencia se rompió y se declaró fin a las operaciones militares dentro de la ciudad. El 9 de mayo de 1945, a las 0:43, el mariscal de campo Wilhelm Keitel firmó el acta de capitulación que fue entregada a Zhúkov. Esta era la cima de su gloria. El 24 de junio de 1945 Zhúkov dirigió el desfile militar de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú. Una de las hijas del mariscal en sus memorias recuerda que resultó una sorpresa total para Zhúkov ya que todos estaban más que seguros de que el desfile iba a estar presidido por Stalin, pero el jefe de Estado no sabía montar a caballo.

La envidia de Stalin

En 1946, Zhúkov fue nombrado para comandar la zona de ocupación soviética en Alemania y sirvió como comandante en jefe de las fuerzas terrestres soviéticas. Parecía tener un futuro brillante por delante. Pero luego todo cambió ese mismo año, cuando Stalin despojó a Zhúkov de todos sus puestos y lo envió a la remota ciudad sureña de Odessa para dirigir un distrito militar local. Un exilio humillante para un héroe de guerra de aquella magnitud. Tan solo un año después de la batalla de Berlín, aproximadamente en junio de 1946, Stalin presentó cargos oficiales contra él por exagerar sus propios méritos y pretender ser el responsable de operaciones militares de la Gran Guerra Patria con las que no tenía ninguna relación. Incluso, había temores por su cercanía con el general norteamericano Dwight Eisenhower, quien era un admirador de Zhúkov.

Stalin tenía una especie de endeble excusa: el mariscal Alexánder Nóvikov, que dirigía las Fuerzas Aéreas, había afirmado que Zhúkov estaba conspirando contra él. De hecho, Nóvikov fue obligado a firmar este “testimonio” contra Zhúkov bajo tortura. “Rompieron mi moral, estaba desesperado… noches de insomnio… así que lo firmé, sólo para que parasen”, confesaría Nóvikov más tarde. Pero este testimonio obtenido a la fuerza es lo que proporcionó a Stalin las bases para acusar a Zhúkov y enviarlo al exilio interno.

Lo que realmente sucedió es que Stalin quería deshacerse de un rival potencial del que sospechaba y del que tenía miedo. Zhúkov se hizo muy popular durante la guerra, hasta tal punto que podría haber puesto en peligro el monopolio de poder de Stalin. Como dijo el propio Zhúkov cuando se le preguntó por qué Stalin utilizó falsas acusaciones como excusa para enviarlo al exilio: “Estaba celoso de mi gloria.

Entre los años 1946 a 1948, Zhúkov vivió en Odessa y pasó su tiempo luchando contra el crimen, un cambio importante para un hombre que dirigió el ejército que aplastó al nazismo. Sin embargo, Zhúkov no mostró signos de insubordinación. En 1947, las autoridades locales anunciaron que el crimen organizado, que prosperó después de la guerra, había sido derrotado. Circulaban rumores de que Zhúkov había castigado a los criminales ejecutándolos rápidamente y sin juicio. Aunque podría tratarse de una leyenda urbana, refleja la imagen que la gente tenía hacia Zhúkov en ese momento.

En 1948, Stalin envió a Zhúkov a un territorio más inhóspito de las provincias, nombrándolo comandante del Distrito Militar de los Urales en Sverdlovsk (1.700 km al este de Moscú). Ese mismo año, Zhúkov fue acusado de saqueo durante la captura de Berlín y tuvo que pedir perdón: “No debería haber recogido toda basura inútil y haberla metido en algún almacén, asumiendo que ya nadie la necesitaría”. Permaneció en Sverdlovsk hasta 1953, año en que murió Stalin.

Un mes antes de su muerte, Stalin ordenó a Zhúkov que regresara a Moscú. Zhúkov pensó que Stalin necesitaba su experiencia militar para prepararse para una posible guerra contra Occidente y que por eso su exilio llegaba a su fin. En cualquier caso, tras la muerte de Stalin, Zhúkov fue nombrado viceministro de Defensa y desempeñó un papel crucial en la política soviética.

Fue él quien arrestó a Lavrenti Beria, uno de los secuaces más poderosos y siniestros de Stalin, profundamente relacionado con el NKVD, todopoderoso y opresivo servicio secreto de la Unión Soviética. Arrestó a Beria personalmente con la ayuda de soldados armados. “Llegué por detrás, y grité: ‘¡Levántate! Estás bajo arresto’ y le inmovilicé los brazos mientras se levantaba”, recordó Zhúkov en sus memorias. Beria fue ejecutado más tarde (sin la participación en ello de Zhúkov).

Al igual que el nuevo líder, Nikita Kruschev, Zhúkov fue leal a Stalin cuando el líder estaba vivo, pero no dudó al denunciar tras su muerte los errores de Stalin y las represiones innecesarias y brutales. Como Ministro de Defensa en 1955, reabrió los casos de comandantes militares que habían sido condenados a muerte por acusaciones falsas en la década de 1930. Varias veces logró castigar a los generales que eran responsables, despidiéndolos de sus puestos.

Purgar a los miembros del aparato implicados en los crímenes de los años treinta podría dañar todo el sistema soviético. Así que en 1957, la nueva dirección obligó a Zhúkov a retirarse, acusándolo de haber consolidado demasiado su poder. El 27 de octubre de 1957 fue destituido de todos sus cargos y puestos por una falsa acusación de preparación del golpe de Estado y por «interferir en el trabajo del Partido dentro del Ejército».

Esta vez su carrera militar llegó a su fin. Pasó el resto de su vida tomando Coca Cola (era adicto a la bebida capitalista), escribiendo sus memorias y concediendo entrevistas ocasionales, la mayoría sobre la guerra y apenas mencionando el período de intrigas sin escrúpulos que llegó tras estas.

Gueorgui Zhúkov murió el 18 de junio de 1974, a la edad de 78 años.

Imagen portada: Shutterstock

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