En la actualidad, el término ‘fascista’ o ‘fascismo’ parece que se ha puesto de moda, para señalar todo lo que de alguna manera contradiga a un determinado pensamiento político. Hoy se transforma en el nuevo insulto, con lo que es posible decirle ‘fascista’ a ése que defiende la propiedad privada, al dueño de la panadería o hasta al vecino socialista, ni hablar del neoliberal.
En esta dinámica, se exhibe el absurdo de la política actual, demostrando que en la mayoría de las veces el concepto de ‘fascismo’ aunque utilizado en sentido peyorativo, suele estar cargado de desinformación. Lo cierto es que ahora el ‘fascismo’ se asocia con ideas y actitudes racistas, intolerantes o autoritarias; también con el desprecio por el diferente, el marginado, o el que piensa distinto, y hoy su uso está muy extendido desde sectores de la derecha contra la izquierda o viceversa.
Evidentemente los gobiernos no se salvan del epíteto, por lo que muchos lanzan dardos «antifascistas», por ejemplo a quienes utilizan su aparato represor para estigmatizar -precisamente de fascistas- a aquellos que defienden la libertad individual o a los que culpan a la izquierda política por los descalabros económicos y sociales, tildados de ‘fachos’ en reiteradas ocasiones, quién sabe si es por la asociación a lo que hizo Mussolini en 1919 contra la izquierda política en Italia; lo cierto es que ahora todos parecen ser fascistas, insultándose entre sí a diestra y siniestra.
Aparición del fascismo y ubicación en el espectro político
El fascismo como ideología surge en Europa entre final de la Primera Guerra Mundial e inicio de la Segunda Guerra Mundial (1918-1939), gracias a Benito Mussolini, el término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y del latín fascēs (plural de fascis). No podemos dejar de mencionar, que existe una fuerte percepción de que el fascismo surge desde la derecha o extrema derecha… ¿Por qué?
Durante las huelgas y protestas por la insatisfacción de la sociedad italiana luego de la Primera Guerra Mundial, Mussolini inició una cruzada contra los partidos de izquierda, acusándolos de culpables por la tensa situación social. En ese contexto histórico, cuando Italia se encontraba con la moral abajo por el poco territorio ganado, lógicamente, al observar la intención de Mussolini de acabar con la izquierda política, llegaríamos a pensar que estas acciones provienen de la derecha; paradójicamente, antes Mussolini formaba parte del Partido Socialista Italiano, que durante años fue el principal partido de izquierda de ese país. Durante las revueltas, y de la instauración por parte de este líder político de los Fasci Italiani di Combattimento (grupo armado fascista), se sientan las bases para el Partido Nacional Fascista, fundado en noviembre de 1921.
El ‘fascismo’ parece no ser ni de derecha ni de izquierda, sino todo lo contrario… Es eso… ‘fascismo’, y es común apreciar rasgos como el culto a un caudillo, o la obsesión del Estado por permear y controlar el aparato de nación, valiéndose de recursos generalmente demagógicos a través de líderes carismáticos y un fuerte dominio de las herramientas de los medios de comunicación para promover su ideología y los logros del Estado con propaganda a mansalva. El fascismo es reaccionario, revolucionario o contrarevolucionario (se puede oponer a algunas conquistas sociales) y un fuerte elemento militar está presente, siempre señalando al «enemigo» como la causa de los problemas económicos y sociales.
Ubicar al ‘fascismo’ como un movimiento de derecha o extrema derecha, solo contribuye más a la confusión, cuando observamos que también sectores de izquierda exhiben simbologías de estilo ‘fascista’; de esta forma parece que el fascismo se nutre de todo el espectro político a su estilo y se erige como un conglomerado donde la contradicción es su principal atractivo.
¿Qué es el fascismo?
Las dos corrientes fascistas más conocidas de la historia son la italiana y la alemana; ambas catalogadas como sistemas totalitarios centrados en el Estado:
El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Benito Mussolini
De acuerdo a la doctrina alemana, el fascismo estaba centrado en la raza identificada con el pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft (comunidad del pueblo o comunidad de raza):
Ein Volk, ein Reich, ein Führer! “¡Un Pueblo, un Imperio, un Líder!”
Según la definición del Diccionario de política de Norberto Bobbio, el ‘fascismo’ es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.
Corporativismo
Otro de los rasgos del fascismo, estrechamente vinculado con la derecha, es el corporativismo, que consiste en la incorporación de organizaciones sociales, religiosas, económicas o populares en un solo ente colectivo. En este contexto, los gobiernos fascistas cooptaban el liderazgo empresarial o limitaban su capacidad de desafiar la autoridad estatal mediante la creación de organizaciones, con el fin de legitimar al Estado o gobernar a través de estas corporaciones.
Es importante señalar que el respaldo de los empresarios al fascismo italiano se debió al temor a la revolución socialista. En el caso del fascismo italiano, Mussolini evitó nacionalizar por completo la economía para no perder apoyo e ingresos. No obstante, la economía tenía una marcada intervención estatal, sentando así las bases del corporativismo.
El fascismo debería llamarse más apropiadamente corporativismo porque es una fusión del poder estatal y corporativo
Benito Mussolini
Cabe mencionar que el corporativismo también ha surgido en gobiernos de izquierda, donde estos se hacen con el apoyo de diversos sectores del ámbito privado, pero con el holograma de la defensa de la igualdad social en aras de una verdadera justicia social.
¿Fascismo en España?
Para hablar de fascismo en España, hay que mencionar al movimiento franquista que tuvo lugar en España, luego de la Guerra Civil comprendida entre los años 1936 y 1939. Sin embargo el período franquista abarcó desde 1939 hasta 1975 luego del fallecimiento de su líder Francisco Franco.
También se caracterizó por su oposición a las ideologías de izquierda, con el objetivo de evitar que el comunismo avanzara hacia España y el resto de Europa occidental. Al igual que en Italia y Alemania, la prensa, la radio y luego la televisión fueron controlados por los militares que estaban al mando, asimismo los partidos opositores estaban prohibidos, además de los sindicatos laborales.
El franquismo compartía mucho del fascismo, al oponerse a la avanzada comunista, tenía un partido único “La falange española”, además, la iglesia tenía un rol importante en los asuntos públicos y privados. Tuvo un fuerte corporativismo, con principios notablemente similares a los del fascismo italiano. El corporativismo junto con el dominio de la iglesia católica marcarían el rumbo de España hasta su caída. Evidentemente, el franquismo enaltecía la figura de su líder, al igual que los valores nacionalistas y la fuerte propaganda, -como sabemos- rasgos muy presentes en los movimientos fascistas.
Férreo nacionalismo
El patriotismo exagerado coquetea con movimientos ‘fascistas’, y es de suponer si una de las características del ‘fascismo’ es su férreo nacionalismo. Tampoco podemos dejar de lado el tinte racista del ‘fascismo’ que al parecer todo ‘fascista’ que se precie debe ostentar; un detalle que es adoptado desde la postura nazi.
Lamentablemente existen movimientos neofascistas donde la supremacía racial está presente, y eso no viene solo desde la raza blanca, que por tradición histórica parece ser siempre la opresora. Se observan acciones de grupos raciales (indígenas, afroamericanos, arios, etc…) que en su afán de reivindicación atacan otras etnias, incluso satanizándolas por hechos del pasado como la colonización o el imperialismo; o debacles económicas; así diversos partidos políticos asumen estas luchas, desafortunadamente desde el resentimiento (un rasgo propio del fascismo) para avanzar en su cruzada de justicia racial.
El fascismo según Umberto Eco
Una figura que sin duda podría darnos luces acerca del fascismo es el escritor y filósofo italiano Umberto Eco, quien vivió el fascismo en carne propia, y quien nos regaló un discurso en su conferencia “El fascismo Eterno” o “Ur – Fascismo” del año 1995 en la Universidad de Columbia, y que muy bien resume sus puntos de vista acerca de esta ideología y movimiento político, con la intención de ilustrar algunos consejos preventivos ante el temor de que la historia se repita.
En la presentación del tema, Eco dice:
«El fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero no era cabalmente totalitario; no tanto por su tibieza, como por la debilidad filosófica de su ideología. Al contrario de lo que se puede pensar, el fascismo italiano no tenía una filosofía propia: tenía sólo una retórica.
La prioridad histórica no me parece una razón suficiente para explicar por qué la palabra «fascismo» se convirtió en una sinécdoque, en una denominación pars pro toto para movimientos totalitarios diferentes.
No vale decir que el fascismo contenía en sí todos los elementos de los totalitarismos sucesivos, digamos que «en estado quinta esencial». Al contrario, el fascismo no poseía ninguna quintaesencia, y ni tan siquiera una sola esencia. El fascismo era un totalitarismo “fuzzy”. No era una ideología monolítica, sino, más bien, un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones.
El término fascismo se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar Ur-Fascismo, o fascismo eterno. Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista».
Señales de un fascista según Umberto Eco
El fascismo es una ideología que ha dejado una huella oscura en la historia de la humanidad. A pesar de que sus manifestaciones pueden variar según el contexto, existen ciertos elementos comunes que permiten identificarlo. Gracias a la aguda observación del maestro Umberto Eco, podemos estar mejor preparados para reconocer y combatir este peligroso fenómeno.
1. Culto a la tradición
El fascismo idealiza un pasado mítico, a menudo inventado, como la «Edad de Oro» de la nación. Se siente nostalgia por valores tradicionales como la familia, la religión y la obediencia a la autoridad, mientras se rechazan las ideas y valores modernos, considerados como una amenaza a la identidad tradicional.
2. Rechazo del modernismo
El fascismo desprecia la Ilustración, la secularización y el progreso científico. Considera el modernismo como una fuente de decadencia moral y cultural, prefiriendo apegarse a creencias dogmáticas y a una visión del mundo rígida y estática.
3. Culto a la acción por la acción
El fascismo valora la acción física y la violencia como herramientas para lograr objetivos políticos. Desprecia la reflexión intelectual y el debate racional, exaltando la figura del héroe guerrero y la acción militar.
4. Discrepancia como traición
Cualquier desacuerdo o crítica al régimen fascista se considera como un acto de traición. Se suprimen la libertad de expresión y la disidencia política, persiguiendo a los intelectuales y a las voces críticas.
5. Miedo a la diferencia:
El fascismo explota el miedo a lo «otro», a menudo a través de la xenofobia, el racismo y el antisemitismo. Se cree en la superioridad de la propia raza o nación, rechazando la diversidad cultural y la inmigración.
6. Apelación a una clase media frustrada:
El fascismo explota los temores y frustraciones de una clase media en declive económico o social. Promete un retorno a un pasado de estabilidad y prosperidad, mientras busca un chivo expiatorio de la crisis económica en grupos minoritarios.
7. Obsesión con una conspiración:
El fascismo cree en la existencia de una conspiración secreta en contra del estado o del pueblo. Esta paranoia y desconfianza hacia las instituciones y los grupos externos lleva a la búsqueda de enemigos internos y externos para justificar la represión.
8. Humillación por la riqueza y fuerza de los enemigos:
Los enemigos son percibidos como poderosos y ricos, pero a la vez como débiles e inferiores. Se necesita una victoria constante sobre ellos para mantener la cohesión del grupo, proyectando las propias inseguridades en la imagen del enemigo.
9. Pacifismo como conspiración:
El fascismo considera la paz como una señal de debilidad o como una conspiración de los enemigos. Glorifica la guerra y el militarismo como herramientas para la purificación y la renovación nacional, despreciando la diplomacia y la negociación.
10. Desprecio por los débiles:
El fascismo exalta la fuerza y el poder como valores supremos, despreciando a los individuos o grupos considerados como débiles o inferiores. Esta visión justifica la violencia y la discriminación contra los grupos marginados.
11. Culto al heroísmo
El fascismo idealiza figuras heroicas, generalmente líderes militares o políticos. Exalta el sacrificio individual por el bien del estado o de la nación, promulgando una cultura de la obediencia ciega y la lealtad al líder.
12. Machismo
El fascismo promueve una visión misógina de la sociedad, donde las mujeres son relegadas a roles subordinados. Desprecia a las mujeres que no se ajustan a los roles tradicionales de género y condena las actitudes y comportamientos no tradicionales.
13. Liderazgo carismático
El fascismo gira en torno a un líder carismático que se presenta como un salvador o mesías. Este líder tiene la capacidad de movilizar a las masas a través de la propaganda y el control de la información, mientras se cultiva su personalidad y se elimina cualquier rival.
14. Habla de ‘newspeak’ o neolengua:
El fascismo utiliza un lenguaje simple y repetitivo para limitar el pensamiento crítico y complejo. Manipula el lenguaje para controlar la información y la percepción de la realidad, utilizando la desinformación y la propaganda como herramientas de control social.
Concluye Eco con esta vigente advertencia:
El Ur-Fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo».
Umberto Eco,
Conferencia «El Fascismo Eterno» 1995.-
Cabe mencionar que el fascismo se ha extendido alrededor del mundo, con sus propias modificaciones con respecto a cada particularidad social y política, y en muchos de los casos se le ha denominado ‘neofascismo’, abarcando desde conceptos de ‘fascismo de izquierda’ -utilizado originariamente por Jürgen Habermas- para referirse a terroristas de extrema izquierda (como por ejemplo al grupo Sendero Luminoso de Perú) hasta grupos de extrema derecha como neonazis o diversos movimientos de extrema derecha occidental; asimismo, se ha usado ‘neofascismo’ para nombrar movimientos religiosos fundamentalistas.
El término se ha usado también para referirse de forma peyorativa a cualquier movimiento de izquierda sobre todo en Estados Unidos.
Con información de: redfilosoficadeluruguay | Stanley G. PAYNE: HISTORIA DEL FASCISMO
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