La fisión nuclear, aparte de haber sido usada para crear letales armas de destrucción masiva, es también una de las más eficientes fuentes de energía y la cúspide de siglos de descubrimiento en la física, por grandes científicos… Lise Meitner es una de ellos, a pesar de que quisieron borrar su legado por ser mujer y judía… ¡Conócela!
Lise Meitner nació en 1878 en Viena y su familia era de origen judío. Su padre era un abogado, por lo que le pudo dar a Lise una educación apropiada, además de animarla a ir más allá de lo que una mujer solía alcanzar en la época. En Austria, por ley, las mujeres no tenían acceso a la educación universitaria, pero el Gobierno austríaco permitió a algunas damas acceder a las ciencias y las letras, motivado por la necesidad de atender a las mujeres musulmanas en Bosnia y Herzegovina; pues por razones religiosas, una mujer musulmana no puede ser tratada por un doctor hombre.
Esta fue la gran oportunidad de Lise: gracias a su empeño, logró ser admitida en la universidad, donde tuvo como profesor a Ludwig Boltzmann, una importante figura en el desarrollo de la física estadística (la rama de esta ciencia que estudia miles de millones de partículas muy pequeñas y su efecto sobre las propiedades de “objetos” más grandes). Boltzmann la inspiró a decantarse por la física, área en la que sobresalió; solo cinco años después de comenzar sus estudios, Lise ya tenía el título de doctora.
Lise quiso expandir su carrera, por lo que viajó a Berlín, donde conoció a Max Planck, un científico importante en el desarrollo de la física cuántica, quien también fue su profesor. Además, ahí cambiaría todo, porque en la ciudad alemana fue el lugar donde conoció a su futuro colaborador: Otto Hahn…
Otto y Lise decidieron trabajar juntos, e incluso publicaron varios artículos importantes, pero la colaboración fue un poco complicada: Lise tuvo que establecer su laboratorio en el sótano, y si necesitaba ir al baño, tenía que hacerlo en un local cercano al instituto, pues a las mujeres se les prohibía ingresar al resto del edificio. No tuvo salario durante algunos años: su gran esfuerzo era por el amor a la ciencia y para aprender, pues no se le permitía nada más.
Unos años después, Lise Meitner recibió su primer sueldo como ayudante científica, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar el cargo. Por supuesto, su salario era bastante inferior al de su compañero Otto Hahn, pero finalmente pudieron tener su propio laboratorio, llamado Hahn-Meitner; esto significaba un gran reconocimiento en la época. Allí trabajaron juntos en la radioquímica (el estudio de la radiactividad a través de la química). En 1919 fue nombrada profesora, también la primera de su universidad.
Era la época dorada de la física nuclear, y Lise Meitner aportó un -gran- granito de arena…
La científica atómica
Lise, junto con Otto Hahn, estudió la radiación beta (emisión de electrones de alta energía ocurrida durante la desintegración radiactiva de un núcleo atómico). Gracias a esto, fue la primera en descubrir el positrón, una partícula opuesta a los electrones, con carga contraria pero igual masa… Este fue un paso importante para que en el futuro se lograra descubrir el neutrino y el famoso bosón de Higgs.
Pero eso no fue todo, pues su principal contribución a la física fue descubrir la fisión nuclear: Lise vio que al impactar un neutrón contra un núcleo del átomo de uranio, este último se “rompía” en dos, generando dos átomos de un material más ligero y estable, pero que sus masas sumadas no eran igual a la masa del uranio original… Entonces ¿a dónde fue el resto de la masa?
Lise usó la conocida formula de Einstein: E = mc2, es decir, la energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado, y concluyó que la masa se transformó en energía: en una cantidad enorme de energía cinética (es decir, los dos núcleos obtenidos alcanzaban grandes velocidades). Básicamente, esto fue un “boom”, o el paso previo para ello…
El artículo que Lise publicó en la importante revista Nature, con Otto Frisch, su sobrino, causó una avalancha en la comunidad científica, que habría tenido un impacto inmediato, de no haber sido publicado en 1938, una época muy difícil por lo que se avecinaba en el mundo…
“La madre de la bomba atómica”
Su artículo vital para las ciencias no fue publicado desde Alemania, sino desde Suecia, lugar al que había huido, pues el hecho de que fuese judía en Berlín, después de la llegada de Adolf Hitler al poder, se convirtió en un lugar imposible y lógicamente peligroso. Los nazis la despojaron del título de profesora, mientras sus ayudantes callaban. Finalmente, obligaron a su colaborador, Otto Hahn (quien se había convertido en director de la universidad), a que la expulsara.
Niels Bohr, otra figura importante en la física cuántica y en la atómica, le pidió a Lise que huyera a Dinamarca, mediante una invitación para colaborar en una investigación; sin embargo, los nazis también le quitaron su pasaporte, por lo que tuvo que salir de Alemania de manera furtiva, sin nada en sus bolsillos, en un tren para Países Bajos.
Consiguió trabajo en Suecia, después de meses de penurias, pero el sufrimiento no culminaría ahí: en la universidad donde fue aceptada, en el país escandinavo, no se le permitía siquiera dar clases y su sueldo era paupérrimo. A pesar de esto, cuando le ofrecieron un puesto de trabajo en Estados Unidos, junto con otros científicos para construir la bomba nuclear con el fin de acabar con los nazis, ella se rehusó a participar, aunque habría significado una mejoría de sus condiciones… Sí, a pesar de sus orígenes y las cosas que le habían ocurrido, Lise no quería ser responsable de la creación de un arma tan mortífera.
En 1945 fue anunciado el Premio Nobel de la Química, el cual fue otorgado al descubrimiento de la fisión nuclear… pero fue dado únicamente a su colaborador, Otto Hahn, sin ningún tipo de mención a Lise. Después se sabría que el científico envidiaba a Lise, creyendo que el logro de la fisión solo le correspondía a él.
Una vez que terminó la guerra, la comunidad científica reconoció la labor de Lise: la llamaron la “madre de la bomba atómica”, título que por supuesto le incomodaba. En su viaje a Estados Unidos el presidente Harry S. Truman la premió, pues fue nombrada la Mujer del Año. Este fue el primero de varios de este tipo de premios que recibió, a pesar de todo, además, el elemento químico 109 es llamado meitnerio en su honor.
Lise murió a los 90 años en Reino Unido, donde se había mudado para estar cerca de su familia.
Lise Meitner fue una de las tantas científicas que el mundo de la época quiso ignorar: mujeres que tenían que aprender por su cuenta, porque las ciencias “no son cosa de damas”; mujeres que debían pretender ser hombres para ser tomadas en cuenta… Pero al final, mujeres que no se rindieron, añadiendo así un bloque más al enorme trabajo que exigen las ciencias, a pesar de todos los obstáculos…
Con información de El País / Mujeres con Ciencia
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