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Conflicto palestino-israelí: Las causas de una guerra sin fin

Conflicto palestino-israelí: Las causas de una guerra sin fin

El conflicto entre fuerzas israelíes y combatientes palestinos ha recrudecido en los últimos días, con un intercambio de fuego no visto en la región desde hace varios años. Una confrontación de larga data y sumamente complejo, que tiene varias causas y que data en su inicio desde hace casi tres mil años, con el sentido religioso como génesis de una disputa que parte desde el momento que Abraham abandonó Ur, en Caldea, hoy Irak. Es la guerra que no tiene fin, cuyo impacto ha ido más allá de los territorios en disputa.

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El origen

Los desacuerdos que enfrentan a Israel con los árabes no se refieren sólo a cuestiones territoriales. El conflicto es también existencial, desde donde surge realmente, precisamente porque las reivindicaciones territoriales de ambas partes están impregnadas de connotaciones histórico-religiosas cuando aún hoy se recuerda la violación de un acuerdo de armisticio firmado entre Mahoma y una tribu judía de entonces, hace 1.500 años.

Abraham abandonó Ur, en Caldea, hoy Irak, y emprendió camino hacia la tierra de Canaán, en los actuales territorios de Palestina e Israel, Líbano, Siria y Jordania. Esto ya anuncia la conexión simbólica y religiosa entre Israel y Canaán. Todo empezó con el gran patriarca. «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y ve a la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo», dice Yahvé a Abraham (Génesis 12, 1). Acompañado por los suyos, Abraham emprende el viaje. Entonces, Dios promete a Abraham: «Daré esta tierra a tu descendencia» (Génesis 12, 7). Basándose en esta promesa divina, los extremistas judeo-israelíes reivindican esa tierra, Eretz-Israel, es decir, el Estado de Israel más Judea y Samaria (la Cisjordania ocupada por el Ejército israelí).

Abraham tuvo dos hijos: primero Ismael, nacido de Agar; después Isaac, nacido de Sara. Según la tradición religiosa, los judíos son los descendientes de Abraham; los árabes, los descendientes de Ismael. Tanto los judíos como los árabes son, pues, la descendencia de Abraham. Los judíos religiosos se consideran los únicos descendientes auténticos de Abraham porque Sara era la esposa legítima del patriarca, mientras que Agar era sólo una sierva egipcia. Los árabes contestan que Ismael era el primogénito, por lo que tiene prioridad sobre Isaac. Así comienza la diferencia de doctrina y raza entre judíos y musulmanes, el origen real de todo el conflicto.

Asentada la descendencia de Abraham en Canaán y dividida en 12 tribus, aproximadamente en el 722 a.C., comienzan las invasiones de los diferentes imperios al Reino dividido de Israel, que dan lugar a lo que se conoce como la “Diáspora”, con invasiones provenientes del Imperio Asirio. La primera diáspora tiene su origen ya en el siglo VI a.C., cuando Nabucodonosor, tras sus campañas militares a la emblemática Jerusalén, deportó a miles de hebreos a Babilonia, en donde soportaron más de un siglo de cautiverio. Después de la liberación, gran número de ellos se establecieron en el norte de Egipto, Asia menor y sur de Europa.

En 323 a.C., el Imperio Persa restaura a los judíos en Palestina, y luego el Imperio de Alejandro Magno y el Imperio Romano provocan un nuevo éxodo, llamado la Segunda Diáspora. Entre tanto, las tribus árabes de Palestina se funden con los colonos griegos, sirviendo como agentes de comercio. Roma fue el imperio que le puso a la región el nombre de Palestina y que, siete décadas después de Cristo, expulsó a los judíos de su tierra tras combatir a los movimientos nacionalistas que perseguían la independencia.

El ejército turco conquistó Palestina en el siglo X d.C., y desde entonces se inicia otra etapa de persecución de los judíos en el exilio y con los árabes reducidos a una ruda esclavitud. Entre tanto, las Cruzadas marcaron la pauta de una Palestina mitad cristiana y mitad musulmana. Pronto, Saladino, uno de los grandes emperadores islámicos, habría de romper ese cerco, y desde finales del siglo XIII Jerusalén sería bastión exclusivo del Islam hasta el siglo XX. Con el surgimiento del Islam, en el siglo VII después de Cristo, Palestina fue ocupada por los árabes y luego conquistada por los cruzados europeos. Es en 1516 se estableció la dominación turca que duraría hasta la Primera Guerra Mundial, cuando se impuso el mandato británico.

En el siglo XIX surge el Sionismo político del austrohúngaro Theodor Herzl, quien en 1896 publicó su famoso ensayo llamado “El Estado Judío”, en el que expuso la idea de crear un hogar nacional judío. En 1897 organizó el primer Congreso Sionista Mundial, y desde entonces su activismo rindió buenos frutos entre diplomáticos del Imperio Británico. Herzl creó la Organización Sionista y promovió la inmigración judía a Palestina en un esfuerzo por formar un estado judío.

Alentado por el antisemitismo que sufrían los judíos en Europa, a comienzos del siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista, que buscaba establecer un Estado para los judíos. El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina (UNSCOP, por sus siglas en inglés) aseguró en su informe a la Asamblea General del 3 de septiembre de 1947 que los motivos para que un Estado judío se estableciera en Medio Oriente se centraban en «argumentos basados en fuentes bíblicas e históricas», la Declaración de Balfour de 1917 en la que el gobierno británico se declara a favor de un «hogar nacional» para los judíos en Palestina y en el Mandato británico sobre Palestina.

La región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones sionistas, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades.

Tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina. Pero antes y durante la guerra, los británicos habían hecho diversas promesas a los árabes y a los judíos que luego no cumplieron, entre otros motivos porque ya se habían dividido el Medio Oriente con Francia. Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó en enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes. Luego de la Segunda Guerra Mundial y tras el Holocausto, aumentó la presión por establecer un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General aprobó un plan para la partición de Palestina, que recomendaba la creación de un Estado árabe independiente y uno judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén. El plan fue aceptado por los israelíes pero no por los árabes, que lo veían como una pérdida de su territorio. Por eso nunca se implementó.

Un día antes de que expirara el Mandato británico de Palestina, el 14 de mayo de 1948, la Agencia Judía para Israel, representante de los judíos durante el Mandato, declaró la independencia del Estado de Israel. Al día siguiente Israel solicitó ser miembro de Naciones Unidas, estatus que finalmente logró un año después. El 83% de los miembros actuales reconocen a Israel (162 de 193).

La guerra árabe-israelí

Tras la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser un tema local a un asunto regional. Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación. Tras el conflicto, el territorio inicialmente previsto por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujo a la mitad.

Para los palestinos, comenzó la Nakba, la llamada «destrucción» o «catástrofe»: el inicio de la tragedia nacional. 750.000 palestinos huyeron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías. Pero 1948 no sería el último enfrentamiento entre árabes y judíos. En 1956, una crisis por el Canal de Suez enfrentaría al Estado de Israel con Egipto, que no sería definida en el terreno de combate sino por la presión internacional sobre Israel, Francia e Inglaterra.

Pero los combates sí tendrían la última palabra en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Lo que ocurrió entre el 5 el 10 de junio de ese año tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania (incluida Jerusalén Oriental) a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.

El último conflicto árabe-israelí será la guerra de Yom Kipur en 1973, que enfrentó a Egipto y Siria contra Israel y le permitió a El Cairo recuperar el Sinaí (entregado completamente por Israel en 1982), pero no Gaza. Seis años después, Egipto se convierte en el primer país árabe en firmar la paz con Israel, un ejemplo solo seguido por Jordania.

Las dos Palestinas

El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina, en su informe a la Asamblea General en 1947, recomendó que el Estado árabe incluyera «Galilea Occidental, la región montañosa de Samaria y Judea, con la exclusión de la ciudad de Jerusalén, y la llanura costera de Isdud hasta la frontera egipcia». Pero la división del territorio quedó definida por la Línea de Armisticio de 1949, establecida tras la creación de Israel y la primera guerra árabe-israelí.

Los dos territorios palestinos son Cisjordania (que incluye Jerusalén Oriental) y la Franja de Gaza, que se encuentran a unos 45 km de distancia. Cisjordania se encuentra entre Jerusalén, reclamada como capital tanto por palestinos como por israelíes, y Jordania hacia el este, mientras que Gaza es una franja de 41 km de largo y entre 6 y 12 km de ancho.

Gaza tiene una frontera de 51 km con Israel, 7 km con Egipto y 40 km de costa sobre el Mar Mediterráneo. Originalmente ocupada por israelíes que aún mantienen el control de su frontera sur, la Franja de Gaza fue capturada por Israel en la guerra de 1967 y recién la desocupó en 2005, aunque mantiene un bloqueo por aire, mar y tierra que restringe el movimiento de bienes, servicios y gente. Actualmente la Franja está controlada por Hamás, el principal grupo islámico palestino que nunca ha reconocido los acuerdos firmados entre otras facciones palestinas e Israel.

Cisjordania, en cambio, está regida por la Autoridad Nacional Palestina, el gobierno palestino reconocido internacionalmente cuya principal facción, Fatah, no es islámica sino secular.

Más del 70% de los miembros de la Asamblea General de ONU (138 de 193) reconoce a Palestina como Estado, aunque la ONU reconoció a Palestina como «Estado observador no miembro» a fines de 2012 cambio que les permitió a los palestinos participar en los debates de la Asamblea General y mejorar las posibilidades de ser miembro de agencias de la ONU y otros organismos. Pero el voto no creó al Estado palestino.

Los puntos del conflicto

La demora para el establecimiento de un Estado palestino independiente, la construcción de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y la barrera de seguridad en torno a ese territorio —condenada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya— han complicado el avance de un proceso de paz.

Las diferencias que parecen irreconciliables son las siguientes:

Jerusalén: Israel reclama soberanía sobre la ciudad (sagrada para judíos, musulmanes y cristianos) y asegura que es su capital tras tomar Jerusalén Oriental en 1967. Eso no es reconocido internacionalmente. Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea su capital. Tanto la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna Cisjordania, como el grupo Hamás, en Gaza, reclaman la parte oriental como su capital pese a que Israel la ocupó en 1967. Un pacto definitivo nunca será posible sin resolver este punto. Otros podrían negociarse con concesiones, Jerusalén no

Fronteras y terreno: Los palestinos demandan que su futuro Estado se conforme de acuerdo a los límites previos al 4 de junio de 1967, antes del comienzo de la Guerra de los Seis Días, algo que Israel rechaza.

Asentamientos: Son viviendas, ilegales de acuerdo al derecho internacional, construidas por el gobierno israelí en los territorios ocupados por Israel tras la guerra de 1967. En Cisjordania y Jerusalén Oriental hay más de medio millón de colonos judíos.

¿Qué está ocurriendo?

Mientras en el terreno bélico las cosas son cada vez más incontrolables en la Franja de Gaza, existe una especie de guerra silenciosa en Cisjordania con la continua construcción de asentamientos judíos, lo que reduce, de hecho, el territorio palestino en esas zonas autónomas.

Gran parte de la escalada de violencia en mayo de 2021 se debe a la amenaza de desalojar a varias familias palestinas de sus hogares en el distrito de Sheij Jarrah, en Jerusalén Oriental, para abrir paso a colonos judíos. Los israelíes se aferran a una ley de su país que les permite reclamar propiedades antiguas a la guerra de 1948, leyes desconocidas por el derecho internacional.

A eso se sumó la represión policial israelí en las celebraciones musulmanas del Ramadán en abril pasado, explotando en la Marcha de la Bandera o Día de Israel, celebración judía que conmemora el avance de Israel a Jerusalén en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. Jóvenes judíos cantas consignas en zonas musulmanas, lo que se considera una provocación y que luego de lo ocurrido en Ramadán y las ocupaciones judías en territorio palestino, provocó un enfrentamiento entre palestinos  fuerzas de seguridad israelíes, que desarrolló una escalada tras la reacción de Hamás que disparó cohetes a Jerusalén en respuesta al uso desmedido de la fuerza, lo que provocó la reacción militar de Israel que atacó la franja de Gaza a supuestos objetivos militares y de líderes de Hamás, matando numerosos civiles entre los que habría 59 niños fallecidos.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, afirmó que «responderá con fuerza» en Gaza «hasta que se restablezca y se restaure la seguridad de nuestro pueblo», y dijo que el país está tratando de evitar las víctimas civiles en sus ataques. Es decir, no quieren una escalada pero no cesan en responder los ataques.

Los disturbios y enfrentamientos violentos entre ciudadanos árabes y judíos también se han extendido por varias ciudades israelíes esta semana, como Lod, Bat Yam y Acre.

De momento, ambos bandos se acusan de iniciar las hostilidades que han dejado hasta la fecha 140 fallecidos en Gaza y nueve en Israel. En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU se advirtió del potencial que tiene esta escalada violenta de “desencadenar una crisis humanitaria” en la región.

El presidente de Estados Unidos Joe Biden conversó el sábado con Netanyahu y el presidente palestino Mahmoud Abbas, pero varios expertos internacionales coinciden en que el involucramiento de Estados Unidos es contraproducente en la mediación por el hecho de que EE. UU. y otros países de Occidente consideran a Hamas una organización terrorista.

Imagen portada: Shutterstock

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