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Beverley Allitt, la enfermera pediatra que asesinaba bebés

En 1991, el Grantham and District Hospital ubicado en el condado de Lincolnshire, Inglaterra, fue escenario de cuatro asesinatos que estremecieron al país europeo cuando una de sus enfermeras más queridas por todos, le arrebató la vida a unos niños… Te contamos la terrible historia de Beverley Allitt, la enfermera pediatra que asesinaba a sus pacientes.

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El 4 de octubre de 1968, en Nottingham (Reino Unido), nace quien 24 años más tarde se convertiría en una enfermera que estremecería a todo el país: Beverley Gail Allitt.

A pesar de que no hay demasiados datos biográficos sobre ella, algunas fuentes señalan que Allitt tuvo una infancia bastante normal; mientras que otras afirman que, desde pequeña, empezó a desarrollar una obsesión por querer llamar la atención que derivó varias veces en casos de autolesión.

No obstante, se sabe con seguridad que durante su adolescencia comenzó a mostrar interés en el cuidado de niños, por lo que decidió a trabajar como niñera y, tiempo después, empezó a estudiar enfermería en pediatría en el Grantham College. Una vez culminados sus estudios, encontró trabajo en el Grantham and District Hospital ubicado en el condado de Lincolnshire.

Beverley Gail Allitt.-

Allitt trabajaba en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) del centro médico cuando el 21 febrero de 1991 cometió su primer crimen: asesinó a Liam Taylor, un pequeño niño de apenas 7 semanas de edad que había sido internado de emergencia en el hospital por una infección en el pecho. Días más tarde, el 5 de marzo, Timothy Hardwick de 11 años fue su segunda víctima, un chico con parálisis cerebral que fue admitido a la sala después de tener un ataque epiléptico…

Ninguno de los decesos levantó sospechas pues las víctimas estaban en cuidados intensivos; además, Allitt se mostraba feliz y gentil con todos, especialmente con los pequeños.

Durante todo el mes de marzo, la enfermera, -más tarde apodada por los medios británicos como “ángel de la muerte”-, continuó haciéndose cargo de los inocentes que llegaban al hospital.

Sus siguientes víctimas fueron Kayley Desmond, de 1 año de edad; Paul Crampton, de 5 meses; Bradley Gibson, de 5 años; y Yik Hung Chan, de 2 años… No obstante, ninguno de los pequeños falleció, pues los médicos de guardia lograron reanimarlos para posteriormente ser transferidos a otros hospitales.

Aunque el modus operandi​ del ángel de la muerte se basaba en administrar, de forma intravenosa, grandes dosis de insulina o potasio a los niños, para que sufrieran paros cardíacos; algunas veces les inyectaba burbujas de aire o los sofocaba con almohadas.

El disfraz perfecto

En primera instancia, se creyó que tres de las víctimas de Allitt habían muerto por el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) y uno por un paro cardíaco repentino.-

Llegó el mes de abril y la pequeña Becky Phillips, de tan solo 2 meses de nacida, fue internada en la UCIN por un caso grave de gastroenteritis. Durante su guardia, Allitt le administró al bebé una sobredosis de insulina que la llevó a su muerte dos días más tarde; sin embargo, de cara a los padres y al resto de sus compañeros de hospital, la enfermera se mostró tan dulce y gentil que tras la muerte de Becky decidieron internar “por precaución” a su hermana gemela, Katie Phillips.

El matrimonio solicitó expresamente que quería que Beverley Allitt estuviera encargada del cuidado de la pequeña, y así fue. Durante su estancia en el hospital, y los exclusivos cuidados del ángel de muerte, Katie Phillips tuvo que ser reanimada dos veces después de inexplicables episodios de apnea.

Tras el último paro respiratorio, Katie fue transferida a otro hospital; no obstante, los ataques de Allitt le causaron consecuencias con las que tendría que lidiar toda su vida: la falta de oxígeno derivó en daño cerebral permanente, parálisis parcial de todo el cuerpo y ceguera parcial.

A pesar de todo, Beverley Allitt seguía sin despertar sospechas… y es que tenía el disfraz perfecto: una bondadosa y dulce enfermera que se desvivía por los niños pequeños.

Aún cuando el matrimonio Phillips había perdido a una de sus hijas y su otra pequeña había quedado incapacitada para siempre, estaban tan agradecidos por los “cuidados” y la “dulzura” que Allitt le había brindado a su familia que le pidieron que fuera la madrina de Katie.

El último crimen

Para finales del mes de abril, el número de paros cardíacos que ocurrían en la UCIN se elevó de tal manera que esto comenzó a despertar sospechas, por lo que el hospital decidió avisar a las autoridades. Sin embargo, Allitt no fue descubierta hasta que cometió el último asesinato…

Clarie Peck, de 15 meses de edad, fue admitida en el hospital por un ataque de asma. Después de haber sido conectada a un respirador artificial, Clarie fue dejada a los cuidados de la enfermera estrella del hospital, período durante el cual tuvo un paro cardíaco. A pesar de que la pequeña fue reanimada inmediatamente, falleció poco después tras un segundo paro, al ser dejada nuevamente bajo los cuidados de Allitt.

Fue entonces cuando el personal médico del Grantham and District Hospital comenzó a sospechar de la enfermera y llamó a la policía, que pronto conectó los puntos y descubrió que todos los paros cardíacos y las muertes que se habían producido en la UCIN del hospital en los últimos 59 días, habían sido durante las guardias en las que Beverley Gail Allitt estaba sola.

En 1999, las autoridades médicas de Lincolnshire indemnizaron a la familia de Katie con un total de 2.125 millones de libras, para pagar su tratamiento y equipos médicos durante el resto de su vida.-

La condena

El ángel de muerte fue detenido. Para aquel momento había atacado a un total de 13 bebés, de los cuales cuatro habían resultado muertos; por lo que fue acusada por el asesinato de esos cuatro niños; además, de intento de asesinato a otros tres, y de provocar graves lesiones corporales a otros seis.

Tras un largo juicio, el 28 de mayo de 1993, fue declarada culpable de todos los cargos y sentenciada a 13 cadenas perpetuas, que continúa cumpliendo en el Hospital de Alta Seguridad de Rampton en Nottinghamshire.

En agosto del año 2006, Allitt pidió una revisión de su condena y solicitó libertad condicional por buen comportamiento; no obstante, le fue negada y el Tribunal de Nottingham dictaminó que debía cumplir al menos 40 años de condena para poder ser candidata a la concesión de la libertad condicional, un tiempo que la mantendría en prisión hasta el año 2032 al menos; cuando cumple los 64 años de edad.

No obstante el juez declaró a la agencia de noticias  Agence France-Presse (AFP) que la enfermera ha sido condenada a la máxima pena «para proteger a la sociedad de su perturbación» y que Allitt nunca podrá beneficiarse de ninguna reducción de pena, «porque supone un peligro para los demás».

Los motivos de Beverley Gail Allitt nunca han sido plenamente explicados; no obstante, los abogados defensores de la joven han alegado que sufre una extraña alteración de la personalidad pues muestra síntomas de trastorno facticio, también conocido como el síndrome de Münchhausen, un trastorno mental que la lleva a automutilarse y a hacer daño a aquellas personas que tiene a su cuidado con el único fin de llamar la atención.

Con información de: El País / El Debate / La Voz del Muro/ BMJ

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