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Aquelarres satánicos: ¿Conoces los rituales sexuales que hacían las brujas para adorar a Lucifer?

Aquelarres satánicos: ¿Conoces los rituales sexuales que hacían las brujas para adorar a Lucifer?

La palabra aquelarre, proveniente del euskera, es la forma en la que los inquisidores denominaban las reuniones donde los clanes de brujas –y en algunos casos uno que otro brujo- realizaban sus rituales paganos de forma clandestina, ¡te contamos todas las prácticas y procedimientos que las brujas llevaban a cabo para adorar a Satanás!

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Alrededor de 1609 surgió un brote de brujería en España -específicamente en Zugarramurdi- que, en otoño de 1610, decantó en el que sería el juicio más famoso de brujería llevado a cabo por el tribunal de la Inquisición española en ese país: el caso de las brujas de Zugarramurdi.

Debido a la dureza de las penas que se aplicaron a todos los condenados, este se convirtió en el proceso más grave de la Inquisición española contra la brujería jamás visto: seis personas fueron quemadas vivas, cinco murieron mientras eran torturadas y dieciocho fueron perdonadas y puestas en libertad porque abjuraron de sus pecados y mostraron su arrepentimiento apelando a la misericordia del tribunal –después de ser brutalmente torturadas-.

En las confesiones obtenidas de los condenados que torturó el tribunal de la Inquisición española en 1610, se logró recopilar bastante información acerca de cuáles eran las etapas y rituales que las brujas llevaban a cabo en los aquelarres, ¡y aquí te contamos todo!

El Aquelarre, perteneciente a la serie de ‘Pinturas negras’ de Goya (1823).-

El llamado

La mayoría de los condenados capturados durante la caza de brujas le confesaron al tribunal que todos los participantes del aquelarre tenían un sapo al que cuidaban como si fuera su propio hijo -incluso llegándolo a amamantar en muchos casos-. Este sapo era el que avisaba a las brujas que la reunión estaba a punto de empezar… 

Una vez avisada, la bruja azotaba al sapo hasta que se hinchaba, momento en el que lo colocaba en el piso y procedía a pisarlo hasta que el sapo vomitaba. Con los fluidos que el sapo expulsaba, la bruja debía untarse las manos, el rostro, el pecho, los genitales y las plantas de los pies, lo que le brindaba «la habilidad de poder volar» para llegar al aquelarre. Sin embargo, para que esto funcionara, las brujas debían recitar el siguiente conjuro mientras se untaban los fluidos del sapo:

Señor, en tu nombre me unto. De aquí en adelante yo he ser una misma cosa contigo. Yo he de ser demonio

Adoración a Satán

Una vez que las brujas llegaban al aquelarre, el demonio ya las estaba esperando en el prado -presentándose ante ellas con la forma de un macho cabrío con ademanes de hombre-, por lo que las brujas procedían a adorarlo con ofrendas venideras de algún robo o cualquier forma de pecado ante los ojos de Dios. Una vez entregadas las ofrendas, las brujas se postraban de rodillas ante Lucifer para adorarlo besándole sus genitales descomunalmente grandes y luego bailaban desnudas alrededor de él. 

La misa negra

En las fechas más importantes para la Iglesia católica, como los días de los santos principales, Navidad, Corpus Christi, etc., las brujas también tenían su propia celebración: durante estas fechas en los aquelarres llevaban a cabo un ritual especial al que le llamaban coloquialmente ‘misa negra’. Para esto, las brujas se preparaban confesando sus ‘pecados’ ante el demonio; estos pecados variaban entre haber hecho el bien, no haber cometido algún pecado cuando pudieron haberlo hecho o pronunciar el nombre de Jesús. 

La misa negra seguía básicamente los mismos pasos que una misa cristiana, a diferencia de que era precedida por el mismísimo Lucifer quien, después de predicar su palabra, pasaba a consagrar su cuerpo y su sangre en un cáliz de madera negro de los cuales los ‘feligreses’ comían y bebían.

Una vez finalizada la consagración, Satanás procedía a realizar un ritual donde cada bruja debía arrodillarse ante él y besarle la mano izquierda, sus pechos, su miembro y por último su ano. Este ritual se realizaba con la finalidad de que todas las faltas cometidas fueran perdonadas y acto seguido el demonio los invitaba a pecar libremente y a hacer el mal. 

La orgía 

Una vez finalizada la misa negra, Satán procedía a copular y a sodomizar a cada uno de los presentes de forma individual a la vista de todos. Acto seguido, daba inicio a una gran orgía en la que él también participaba y se debía proceder con total promiscuidad: sin importar el sexo de las personas, la edad o si tenían parentesco; es decir, entre más ofensivo llegara a ser el acto sexual mejor era ante los ojos de Lucifer. 

Esta práctica era efectuada cada vez que se celebraba un aquelarre, no únicamente después de la misa negra. De hecho, según la gran mayoría de los inquisidores y de los cazadores de brujas, la finalidad de los aquelarres siempre era copular con el demonio. 

El festín

Para cerrar el aquelarre con ‘broche de oro’, Satanás presidía un banquete especial en el que los presentes debían comerse los cadáveres de todas las brujas que habían fallecido recientemente, las víctimas de los actos malévolos que habían llevado a cabo entre las celebraciones y los cadáveres de niños que desenterraban durante la noche. 

En la relación que se publicó en 1611 sobre el proceso de Zugarramurdi, los condenados confesaron lo siguiente:

Sobre la sepultura les sacan las tripas y los descuartizan; cubren la profanación y se ponen en camino de vuelta al aquelarre con gran regocijo, llevando los cadáveres. Allí los despedazan y los dividen en tres partes: una la asan, otra la cuecen y la tercera la dejan cruda; puesto todo sobre una mesa, reparten las viandas los parientes más cercanos, reservando el corazón para el demonio

Con información de Playbuzz | Muy historia | Cetini Massimo (2002). Las brujas en el mundo: creencias populares, ritos y simbología. Los grandes procesos. Barcelona, España: editorial Vecchi.| Foto: Shutterstock

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