Alfonsina Storni fue una poeta, escritora y maestra argentina nacida en Suiza de audaz personalidad y escritura sensual e íntima en sus inicios, luego más cerebral y simbólica.
Alfonsina Storni nació en Capriasca, la comuna suiza del Cantón del Tesino, el 22 de mayo de 1892, siendo la tercera hija de la familia Storni. Tras cuatro años en Suiza, la familia se traslada a la provincia de San Juan (Argentina) en 1896 y más tarde hacia Rosario.
La infancia de Alfonsina Storni fue dura, la familia siempre tuvo apremios económicos y los proyectos que encararon, entre ellos un café cerca de la estación de trenes, fracasaron. Comenzó lavando platos para ayudar a la familia y luego trabajó como costurera en una fábrica de gorras.
En 1907 llegó a Rosario la compañía de Manuel Cordero, un director de teatro itinerante y Alfonsina Storni formó parte de ella como reemplazo de una actriz que se enferma, recorriendo con la compañía las provincias argentinas de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán.
A su regreso Alfonsina Storni decide estudiar la carrera de maestra en la Escuela Normal de Coronda, donde se recibe tiempo después con aptitudes sobresalientes. Comienza a dar clases y participa en dos revistas literarias, «Mundo Rosarino» y «Monos y Monadas», donde comienzan a circular sus poemas.
En 1911, Alfonsina Storni se traslada a Buenos Aires y al año siguiente nace su hijo Alejandro, enfrentando su cuidado y crianza en forma solitaria, que la define como una mujer de fuerte personalidad. Trabajando como cajera en una tienda y en la revista «Caras y Caretas», publica en 1916 «La inquietud del rosal», sorprendiendo por su capacidad de introspección.
Ese mismo años aparecen varios de sus poemas en la revista «Mundo Argentino», donde comparte espacio y reuniones con poetas de la talla de Amado Nervo y Rubén Darío, a quienes admiraba profundamente.
En 1918 publica «El dulce daño», y se organiza una reunión para celebrar la aparición de la obra, siendo oradores Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector.
Promediando 1922, Alfonsina Storni conoce al escritor uruguayo Horacio Quiroga, de gran influencia en su carrera literaria. Tiempo después intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1935 Alfonsina Storni es operada de un cáncer de mama, logrando sobreponerse por un tiempo, pero al año siguiente vuelve la incertidumbre y el temor por la renuencia de la enfermedad.
El 23 de octubre de 1938, viajó a la ciudad de Mar del Plata y en la madrugada del martes 25, Alfonsina Storni abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron su cadáver en la playa. La noche anterior al suicidio, escribió un poema dirigido al hijo que llamó «Poema de despedida» y lo envió al diario «La Nación».
Las mejores frases de Alfonsina Storni
“Sólo el hombre, pequeño, cuyo humano latido en la tierra es un sueño, ¡Sólo el hombre hace ruido!”
“Gimen porque nace el sol. Gimen porque muere el sol…Todo está allí, apretado en la cuenca, donde, pájaro quieto, aguarda.”
“¿Cómo decir este deseo de alma? Un deseo divino me devora; pretendo hablar, pero se rompe y llora esto que llevo adentro y no se calma.”
“Selvas tengo en el corazón; árboles gruesos prietos de ramas; yuyos, retamas, flores de malvón, pájaros en las ramas, todo eso tengo en mi corazón.”
“ (…) La primavera dulce que me enseñara a amarte, la primavera misma que me ayudó a lograrte.”
“Seré en tus manos una copa fina pronta a sonar cuando vibrarla quieras… Destilarán en ella primaveras, reflejará la luz que te ilumina. Seré en tus manos una copa fina.”
“Que un no ser, que es un más ser, doblado, prendido estás aquí y estás ausente por praderas de magias y de olvido.”
“Tus manos, heridas de intrincados caminos, son la historia de una raza de amadores.”
“Mariposa ebria, la tarde, giraba sobre nuestras cabezas estrechando sus círculos de nubes blancas hacia el vértice áspero de tu boca que se abría frente al mar alineando sus blancos lobeznos.”
“ (…) Y yo no tendré miedo de morenas ni rubias, pues cerraré los ojos y te diré: soy tuya.”
“¿De qué desierto antiguo eres memoria que tienes sed y en agua te consumes y alzas el cuerpo muerto hacia el espacio como si tu agua fuera la del cielo?”
“Vueltas y vueltas doy por esas calles; por donde quiera, me siguen las paredes silenciosas, y detrás de ellas, en vano saber quiero si los hombres mueren o sueñan.”
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