A pesar de que las mujeres han estado involucradas en la creación pictórica desde hace miles de años, son pocos los nombres femeninos que han trascendido de los libros de historia del arte. Desde Artemisia Gentileschi, hasta Berthe Morisot, ¡conoce 8 emblemáticas pintoras y sus obras maestras!
Artemisia Gentileschi (1593-1656)
Artemisia Gentileschi es considerada, en la actualidad, una de las artistas más notables del barroco italiano. Hija del también pintor, Orazio Gentileschi (1563-1639), Artemisia se convirtió en la primera mujer en ingresar, como miembro, en la Accademia delle Arti del Disegno de Florencia.
En 1611, con 18 años de edad, fue violada por quien sería su maestro, Agostino Tassi. Este brutal suceso causó una importante influencia de su obra. A partir de ese momento, su pintura contemplaría escenas violentas, dinámicas y oscuras -con una indudable influencia caravaggista-, protagonizadas por personajes femeninos, dentro de las temáticas históricas y religiosas, propias del arte barroco.
Entre sus pinturas más célebres, se encuentran: Susana y los viejos (1610), Judit decapitando a Holofernes (1613), y María Magdalena como la Melancolía (1625).
Rosa Bonheur (1822-1899)
Nacida en Francia, en 1822, Marie Rosalie Bonheur fue una pintora del realismo, cuya obra trascendió por toda Europa, gracias a su excepcional talento para retratar animales.
Pese a que debutó en el Salón de París, en 1843, su popularidad decreció en Francia, a causa de su vida personal. La artista era lesbiana y, gracias a su habilidad y a su éxito profesional, no se preocupó demasiado por ocultarlo. No obstante, durante la segunda mitad del siglo XIX, su obra fue notablemente admirada en Inglaterra, al punto en que la reina Victoria elogió su pintura The Horse Fair, pintada en 1853.
Dentro de su extraordinaria obra naturalista, también destacan las obras: Sultan and Rosette, les chiens des Czartoryski (1852), y Ploughing in the Nivernais (1849).
Mary Cassatt (1844-1926)
Al hablar del impresionismo, suelen surgir nombres masculinos, como Claude Monet, o Pierre-Auguste Renoir… No obstante, artistas como Berthe Morisot, Cecilia Beaux, y Mary Cassatt, también formaban parte del grupo de vanguardistas que cambiaron, por completo, el arte, tal y como se conocía hasta entonces. Esta última, nacida en Estados Unidos, se trata de una de las exponentes más importantes de este movimiento.
Influenciada por el auge del feminismo, y por su amistad con Edgar Degas, Cassatt dedicó su obra a los escenarios cotidianos desde la perspectiva de la mujer, siendo temas recurrentes en sus pinturas las escenas domésticas, las reuniones con sus amigas, la maternidad y la posición de la mujer en la sociedad parisina del siglo XIX.
Entre sus obras más notables, se encuentran: Little Girl in Blue Armchair (1878), The Tea (1880) y The Boating Party (1893).
Berthe Morisot (1841-1895)
Junto con su hermana, Edma Morisot, Berthe -que provenía de una familia burguesa en Francia-, recibió clases particulares de pintura, de la mano de Camille Corot. Influenciadas por el maestro del color y la luz, las hermanas expusieron, con apenas 25 y 23 años, respectivamente, en el Salón de París. Aunque ambas contaban con un futuro prometedor, Edma decidió casarse y formar una familia, mientras que Berthe se unió a la ola de la vanguardia impresionista.
Durante el estallido de la guerra franco-prusiana, Morisot desarrolló un estilo en el que plasmaba el movimiento y la caída de la luz, al aire libre, desde una perspectiva bastante experimental.
Al no tener permitida la entrada a las mismas escuelas de arte, a la que sí podían asistir sus colegas pintores, su estilo contemplaba una autenticidad muchísimo más arraigada, que el resto de los artistas que, años antes, habrían pasado por el academicismo.
Otras obras: Devant la psyché (1876), La cuna (1872) y Eugène Manet en la Isla de Wight (1875).
Georgia O’Keeffe (1887–1986)
Considerada una de las máximas representantes del modernismo norteamericano, el estilo de Georgia O’Keeffe corresponde a una amalgama entre el abstraccionismo, el art-decó, el surrealismo, y algunas de sus pinturas se encuentran inspiradas en el arte indígena americano.
Alrededor de 1920, O’Keeffe comienza a pintar lo que, años más tarde, serían catalogadas como “pinturas femeninas de flores”; ese erotismo femenino, acompañado de una madurez artística que le permitió incursionar en la abstracción y la fotografía y, posteriormente, convertirse en una de las artistas más importantes del siglo XX.
Otras de sus obras más famosas son: Cow’s Skull: Red, White, and Blue (1931) y Radiator Building – Night, New York (1927).
Tamara de Lempicka (1898-1980)
Nacida en Varsovia, como Maria Gurwik-Górska, Tamara de Lempicka se trató de una de las principales precursoras del art déco. Educada en Petrogrado, la artista polaca se dedicó al desnudo y al retrato, donde sus personajes solían transitar entre hombres elegantemente vestidos, y mujeres glamurosas.
Inspirada por elementos del cubismo, pero también por Ingres, Botticelli, y la pintura manierista en general, su obra trascendió a Hollywood, convirtiéndose en una de las artistas favoritas de celebridades como Barbra Streisand, Jack Nicholson y Madonna.
Entre otras de sus obras más populares, se encuentran: Young Lady with Gloves (1930) y La Belle Rafaela (1927).
Hannah Höch (1889-1978)
Se trata de una de las artistas dadaístas más destacadas de su generación. Nacida en Alemania, fue una importante activista del feminismo, durante la primera mitad del siglo XX.
La artista incursionó tanto en el surrealismo como en el dadaísmo, y trascendió en la historia del arte por sus contribuciones, entre las que se encuentra, fundamentalmente, el fotomontaje.
Otras obras: Die Braut (Pandora) (1927) y Aus einem ethnographischen Museum (1929).
Leonora Carrington (1917-2011)
De origen británico, Leonora Carrington fue una pintora surrealista, nacionalizada mexicana. Lejos de compartir ideas con sus contemporáneos muralistas, la artista se enfocó en desafiar el inconsciente, y revelar, por medio del arte, el poder de la imaginación.
Conocida por sus autorretratos, su obra aborda temáticas que evocan desde la metamorfosis, la alquimia y el ocultismo, hasta la expresión de la sexualidad femenina.
Otras de sus obras más célebres son: El mundo mágico de los mayas (1964), Laberinto (1991), y La hermana del Minotauro (1953).
Con información de: El País / Historia – Arte / My Modern Met / Foto: Wikimedia
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