Han van Meegeren es uno de los falsificadores de arte más famosos y talentosos del mundo. Logró vender sus pinturas como originales de grandes pintores como Johannes Vermeer a importantes críticos de arte y representantes del nazismo.
¿Quién fue Han van Meegeren?
Han van Meegeren (1889-1947), fue un pintor neerlandés conocido por su talento para las falsificaciones. Desde niño sintió curiosidad por el mundo de las artes pero nunca tuvo la oportunidad de explorarlo totalmente. Su familia lo obligó a estudiar arquitectura y en medio de la carrera se dio cuenta que su verdadera felicidad estaba tras un lienzo y unos pinceles.
Al abandonar la arquitectura se dedicó a hacer sus propias pinturas, cuando reunió una cantidad considerable, expuso su trabajo en una galería. Los esfuerzos y la dedicación del pintor fueron en vano, puesto que los críticos destrozaron su trabajo y no tuvo ni un comentario favorable. Esto deprimió profundamente al artista quien soñaba con convertirse en un pintor reconocido.
La dulce venganza
Meegeren había entrado en una profunda depresión luego de que los críticos no apreciaran su talento, se sentía acabado y no sabía que rumbo tomaría su vida, hasta que un día decidió vengarse:
“Consumido por un estado de ansiedad y depresión debido a la escasa apreciación de mi obra, decidí un fatídico día, vengarme de los críticos y expertos de arte, haciendo algo que el mundo nunca había visto.” Confesó Meegeren.
El artista estudió cuidadosamente las obras de Johannes Vermeer y se aprovechó de su escasa trayectoria para producir obras que siguieran el mismo estilo pictórico. Las vendía como pinturas originales de Vermeer y se volvió millonario, podía vivir la vida de lujos que siempre quiso utilizando su talento para falsificar estilos ajenos.
“Mis obras fueron defendidas por críticos, así como por conocedores y el público, ¡durante siete años en un museo nacional! Sin mi confesión es posible que hubiesen pasado a la historia como auténticas” dijo con confianza Han Van Meegeren era juzgado en Ámsterdam, en 1945, por falsificación y fraude.
La joven de la perla, original de Johannes Vermeer falsificada por Han Van Meegeren
¿Cuál era su técnica?
Además de ser extremadamente talentoso con la pintura, Meegeren se destacó por su ingenio. El artista buscó alternativas para envejecer de forma natural las pinturas para que se vieran lo más reales posibles.
Mezclando las pinturas con Bakelite (la primera sustancia parecida al plástico), las obras quedaban con un acabado único, simulando el “craquelure”, una textura específica que desarrollan las pinturas con el paso del tiempo. De esta forma lograba que sus obras de arte se vieran como auténticas antigüedades.
Un artista en prisión
Han Van Meegeren fue juzgado en 1945 por falsificación y fraude en Ámsterdam, al principio su sentencia iba a ser pena de muerte, pero su talento lo salvó. El abogado del artista negoció con los jueces que su cliente haría una copia exacta de cualquier pintura de Vermeer que le pidieran, para demostrar que las pinturas que había vendido a los nazis no eran patrimonio holandés, sino meras falsificaciones.
Después de hacer una obra exacta que sorprendiera a los jueces, su sentencia cambio de pena de muerte, a un año en prisión. Lo único que nadie se esperaba, es que todos sus bienes y su fortuna serían confiscados.
Han van Meegeren había logrado convertirse en uno de los hombres más ricos de Holanda, para la época, contaba con un patrimonio de más de 20 millones de euros (actuales), con 52 fincas en Laren, 15 casas de campo, varios clubes nocturnos y numerosas obras de arte. Era un hombre que amaba los lujos.
A las dos semanas de que le dijeran su sentencia y su castigo, el artista murió de un ataque cardíaco. A pesar de ser un falsificador de arte, su funeral fue multitudinario y será siempre recordado como el artista que logró burlar a los más fervientes críticos de arte nazis.
Un artista en secreto que preveía su destino
Una de las características más resaltantes del talento de Meeregen fue que sus obras debían salir únicamente de su imaginación. No podía contratar modelos porque podían contar su realidad, ni armar escenografías que lo guiarán puesto que debía trabajar en secreto.
El artista le dijo a un periodista una vez:
“Dos años es lo máximo que pueden darme por algo así. Lo sé porque lo busqué en nuestras leyes hace 12 años cuando comencé con esto. Pero señor, estoy seguro de una cosa: Si yo muero en la cárcel, olvidaran todo esto. Mis pinturas se convertirán nuevamente en Vermeers originales. Yo no las hice por el dinero, sino por amor al arte.”
Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de: ABC | Curistoria
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