Por Pónganse a leer | “Francia es un país prodigioso que ha compartido con la humanidad su cocina de altísima calidad, su refinamiento en la moda, su amor por el arte y su rica y maravillosa literatura”.
En esta nueva entrega de Pónganse a Leer con Pedro Julio, daremos un paseo por la literatura francesa.
Si hacemos el ejercicio de cerrar los ojos unos segundos y pensar en cuántos autores franceses conocemos, o cuántos libros hemos leído escritos por franceses, seguro que en un par de segundos se nos vendrán a la mente un montón de nombres de escritores y de obras.
Literatura francesa
Cuando hablamos de literatura francesa, nos referirnos evidentemente a toda la producción literaria que esté escrita en francés y que es escrita por autores franceses.
La literatura francesa, ha tenido un impacto muy grande en la literatura universal desde tiempos inmemoriales, y se ha convertido en referente para autores de todas partes en el mundo, por su calidad, sus temáticas, entre otras perlas.
Los autores franceses son reconocidos por la gran variedad de géneros y estilos que han trabajado, esta gente es la gloria.
Características de la literatura francesa
Entre tanta producción, existen algunos elementos en común que hacen que se amalgamen los géneros que se cultivan en la literatura francesa, vamos a repasar juntos algunos rasgos:
Por ejemplo, el uso de figuras estilísticas, como: metáforas que son figuras retóricas de pensamiento que expresan una realidad o concepto, por medio de una realidad o concepto diferentes con los que lo representado guarda cierta relación de semejanza; eufemismos, que son palabra o expresiones más suave o decorosa con las que se sustituyen otras que se consideran de mal gusto, groseras o muy francas; metonimia, que es una figura retórica en la que para nombrar una cosa se utiliza el nombre de otra cuyo significado resulta cercano o próximo al original; sátira que consiste en criticar agudamente las costumbres o vicios de alguien con intención moralizadora o burlesca; anáforas, que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de una serie de versos u oraciones, entre otras figuras estilísticas.
Otro elemento en común en la literatura francesa es la importancia que se le da a la razón, esto empezamos a verlo después de la muerte de Luis XIV, el Rey Sol, en 1715, porque a partir de esta fecha, en Francia arranca la época de la razón, los empiezan a cuestionar la autoridad del rey y de la Iglesia. Los escritores se empiezan a interesar por la política, los aspectos religiosos y sociales, y esto da origen a importantes obras en el género del ensayo.
También, antes del siglo XX, la literatura francesa se caracterizaba por contener una gran variedad de obras ligadas a las corrientes o a los movimientos literarios que se gestaban en Europa, Francia se convierte en el epicentro de los movimientos literarios, se mezclan culturas como la romana, la germánica o la celta.
Pero entrado el siglo XX, los autores se alejan de los movimientos literarios, no se definen bajo ninguna escuela.
Un paseo por la literatura francesa
Vamos a arrancar por el origen de lo que hoy llamamos literatura francesa, que al igual que las literaturas de los territorios vecinos como lo que hoy conocemos como España o Italia, se remonta a la Edad Media, porque en esta época, fue cuando el latín empieza a parir las lenguas romance, entre estas lenguas nació el francés.
La primera obra que podríamos considerar como el génesis de la literatura francesa, son los “Juramentos de Estrasburgo”, datados por allá en el siglo IX. El 14 de febrero del año 842 se firmó un tratado de paz, entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico. Con este tratado se ponía fin a la guerra, sellaban un pacto de ayuda mutua contra el tercer reino en que se había dividido el Imperio carolingio a la muerte de Ludovico Pío, que era hijo de Carlomagno y padre Carlos y Luis. Es precisamente a inicios del siglo XI, cuando se empieza a producir literatura en Francia de manera formal.
En el siglo XII, surgen géneros como los cantares de gesta, la lírica trovadoresca y los poemas caballerescos. Los cantares de gesta tienen su origen en la tradición guerrera de los siglos anteriores, en estos poemas épicos, se narraban las hazañas de grandes héroes como en la “Canción de Roldán”, que era cantada por trovadores y nos cuenta la historia de Roldán, que fue un militar que luchó en la Batalla del Paso de Roncesvalles en el año 778, durante el reinado de Carlomagno, que según el texto era sobrino de Carlomagno. Roldan se convierte en el prototipo de héroe. Pero como no todo es perfecto en la vida, era muy orgulloso y es víctima de ese orgullo, porque al calor de una batalla, no pide ayuda y lo vencen y lo matan. En esta obra proliferan los elementos maravillosos, idealistas y sobrehumanos de los personajes y las situaciones.
En esta época también, los juglares, que venían siendo una especie de músicos/poetas, iban por los pueblos cantando los poemas épicos que idealizaban la vida cortesana. Destacaron los trovadores y brillaron géneros como: el sirventés, la tensó, la pastorela, y la cansó, de aquí nos vamos a quedar con nombres como el Guillermo de Poitiers o Bernart de Ventadorn, que destacaron por sus obras con el “amor cortes” como eje principal.
Entre los poemas caballerescos encontramos a Chrétien de Troyes, que dedico sus obras a personajes como Perceval y Lancelot, que seguro que les sonaran de la corte del rey Arturo.
También aparece François Villon, al que le debemos la obra “El testamento”, de 1461, con versos miserables y tristes; este hombre tenía una vida de desenfreno, desorden y relajo, y eso es lo que hay en su obra.
Llega la Guerra de los Cien Años (que realmente duró 116 y fue un conflicto bélico entre Francia e Inglaterra), por estos años, la crónica histórica, se hizo popular de la pluma de Jean Froissart o Eustache Deschamps.
Por estos años también, se escribía teatro, que tenía inclinaciones religiosas, es decir las temáticas de las piezas eran por ejemplo la Navidad o la Pasión de Jesucristo, también se montaban piezas que habían sido escritas para recordad la vida ejemplar de algunos santos o los milagros y portentos de la Virgen María. Aunque también, escribieron piezas de teatro con tintes satíricos, para criticar lo profano de la fe y la vida licenciosa de algunos miembros del clero.
Llega el Renacimiento Francia y los autores franceses se ponen intelectuales, se interesan por temas como el criterio del ser humano y la libertad de pensamiento, que serán determinantes en la producción literaria del momento; por esta época la poesía cobra un nuevo sentido, se experimentan con los neologismos y el sarcasmo, que se incluyen en la lírica.
En este resurgimiento de la poesía, se juntan un grupo de poetas alrededor de alrededor de Pierre de Ronsard y Joachim du Bellay, y fundan “La Pléyade”. En su poesía hay mucho sarcasmo y neologismos, adaptan los modelos clásicos (como la oda, el himno, o el soneto) a la lengua francesa. En Lyon, se junta otro grupo variado de poetas, entre hombres y mujeres y fundan la Escuela Lionesa.
Por estos años, François Rabelais escribe su célebre “Gargantúa y Pantagruel”, una historia genial sobre las aventuras de dos gigantes bondadosos y glotones.
Irrumpe Michel de Montaigne, con sus Ensayos, en los que diserta acerca de temas como la moderación o la tolerancia, todo cargado de mucha filosofía, pero en una forma muy fácil de leer.
Hacia mitad del siglo XVII, Francia entra en el barroco, y esto se nota en la literatura, en esta época los autores empiezan a experimentar, se inspiran en los clásicos de la antigua Grecia y los adaptan con nuevos aires. Nace el preciosismo, como un movimiento con fuertes inspiraciones en la moda social, aquí los temas van hacia el deseo de elevación y el refinamiento en los modales, las costumbres y los gustos, que se impulsaban desde la alta sociedad parisina, que reaccionaba así a la vulgaridad de la Corte de Enrique IV, uno de los autores claves del preciosismo es el poeta Vincent Voiture, aunque a mí la verdad es que este caballero me parece súper rebuscado.
Las mujeres en esta etapa de la literatura francesa, tienen una especial importancia, claro, las mujeres que escribían en esta época, pertenecían a la nobleza. En 1678 la condesa de La Fayette, escribió la primera novela clásica francesa, La Princesse de Clèves, esta obra también está considerada como uno de los principales antecedentes de la novela psicológica porque aquí los personajes se la pasan en un mood introspección.
Otra noble que escribió fue la marquesa de Sévigné, que escribió cartas, los franceses son unos maestros en el género epistolar, las cartas de esta señora a su hija pasaron a la historia, porque en aquella época era una costumbre bien vista, leer las cartas en salones con los invitados.
A mediados de ese siglo XVII, empieza a publicar Molière, que era además de escritor, un actor consumado y protegido del rey Luis XIV, se convierte en el padre de la comedia, un género que trabajó de manera magistral, y utilizó para burlarse de la alta burguesía.
De esta época, quizá la obra más importante de Molière sea “Tartufo”, que va de un tipo despreciable que se hace llamar Tartufo, porque era aficionado a las trufas, que utilizando todo tipo de argucias, intenta quedarse con los bienes de Orgón, pero la mamá de Orgón, Madame Pernelle, se da cuenta de las malas intenciones y aquello termina como el rosario de la aurora.
En 1637, René Descartes publica su famosísimo “Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias”, que nosotros conocemos solo como “Discurso del método”. Esta obra es importantísima, Descartes funda con ella, el inicio de la filosofía moderna, escribe con lucidez y simplicidad su argumentación, de manera que es fácil leerlo y entender lo que nos quiere decir. Habla de ciencia y de conciencia, de cómo después de decepcionarse por todos los años de estudio en el colegio de los jesuitas de La Flèche, solo reconoce lo que aprendió en matemáticas, le tocó ponerse a investigar a llegar a su propia metodología para investigar, está tan bien escrito, argumentado y diseñado, que al día de hoy seguimos usándolo.
El siglo XVIII en Francia, es conocido como «el siglo de las luces», porque es que en estos años, florece Francia, se convierten una potencia europea y con ese florecimiento viene también en un referente de la literatura universal, influyendo en todo el mundo a través de su literatura.
Nacen las enciclopedias como instrumentos de la ilustración para sembrar conocimiento, es ultra famosa la Enciclopedia de Diderot, que se publicó por allá entre 1751 y 1780, y que contiene más de
70.000 artículos, de un montón de colaboradores como Voltaire, Rousseau, o el barón de Holbach.
Aparecen también los filósofos Montesquieu, y los mencionados Voltaire y Rousseau, que escriben sobre las formas en las que debería funcionar la sociedad. Gestan una reforma, aprovechándose de los géneros literarios que tenía a la mano para hablar de política.
De Montesquieu podríamos destacar las “Cartas persas” y el “El espíritu de las leyes”. De Voltaire, “Cándido” y el “Tratado sobre la tolerancia” en el que habla de la libertad de culto, y que la Iglesia católica incluyó en el Índice de Libros Prohibidos en 1766. Y de Rousseau, hay que leer “El contrato social”, una obra fundamental para acercarse a las ideas de libertad e igualdad de los hombres. O el “Emilio”, pero Mary Wollstonecraft de la que hablamos en el episodio dedicado a esta abuela ñangara de Frankenstein no estaba muy de acuerdo con esta obra.
Hacia el siglo XIX la literatura francesa camina entre el naturalismo y el realismo, aparecen otras vertientes como el romanticismo, y justo aquí saltan autores que hoy son unos clásicos totales de la literatura como Chateaubriand, considerado el fundador del romanticismo en la literatura francesa y al que le debemos obras como “Atala, o Los amores de dos salvajes en el desierto”. También está Madame Stael, o George Sand, que realmente se llamaba Aurore Dupin, y en su época fue una de las escritoras más populares de Europa, la obra de Sand es muy prolífica, pero yo voy a mencionar aquí la novela “La Petite Fadette” o “La pequeña Fadette”, en la que una linda muchachita de la campiña francesa, se convierte en el objeto de enamoramiento de Landry y Sylvinet, que son hermanos gemelos.
Luego llegaría Víctor Hugo, que es uno de los grandes de la literatura francesa y universal, al que se le considera último el maestro de la escuela romántica, y a este caballero le debemos grandes obras como “Los Miserables”, que ha sido adaptada al cine y la televisión un montón de veces, una gloria por cierto, ese tejemaneje entre Jean Valjean y Javert, también de Víctor Hugo es Nuestra Señora de París, la novela que narra la historia del jorobado Quasimodo, la gitana Esmeralda y el archidiácono Claude Frollo.
Franceses también son los Alejandro Dumas, el padre y el hijo, entre los dos produjeron joyas de la literatura mundial, como “Los tres mosqueteros” o “El conde de Montecristo”, el padre; o “La dama de las camelias” el hijo.
De esta época también es uno de mis escritores favoritos en el mundo y autor de una de mis novelas predilectas, el gigante Gustave Flaubert, y la obra es Madame Bovary.
Si seguimos caminando llegamos al siglo XX, se empiezan a entregar los Premios Nobel de Literatura, y Francia es precisamente el país que más premios Nobel de literatura ha ganado en la historia.
De hecho la primera vez que entregaron un Nobel de Literatura se lo ganó un francés, Sully Prudhomme en 1901, la Academia sueca le otorgó el premio en reconocimiento especial a su composición poética, lo cual da pruebas de un elevado idealismo, una perfección artística y una rara combinación de las cualidades tanto del corazón como del intelecto.
Este noble señor era un poeta y ensayista brillante, al que le debemos la Sociedad de Poetas Franceses, que fundó junto a otros tres poetas en 1902.
Yo he leído la obra poética de Prudhomme, me faltan los ensayos, pero hay un poema precioso que se llama “Las flores”, y dice:
… “Cuando la vida nos entorna sus puertas, las plantas son nuestras hermanas,
y entonces comprendemos el hermético sueño de las rosas y sus vagas dulzuras” …
Ahora en 2014, el premio nobel de literatura recayó en el novelista Patrick Modiano, en su caso, la Academia sueca le dio el premio por el arte de la memoria con la que ha evocado los más inasibles destinos humanos y descubierto el mundo de la ocupación.
Y es que precisamente la época de la ocupación alemana de Francia, durante la Segunda Guerra Mundial es el gran tema de la obra de Modiano, que según ha declarado, cree que es período «confuso y vergonzoso» de la historia de Francia constituye su «prehistoria» personal.
De Modiano, nos quedaremos con Dora Bruder, que es una historia desgarradora, que nos lleva al último día del año 1941, cuando aparece un anuncio en un diario, unos padres tratan de encontrar a su hija, de 15 años. A los 9 meses del anuncio, aparentemente la hija aparece en una lista de deportados al campo de exterminio de Auschwitz. Desde ahí se desata una historia que es insisto muy conmovedora pero también lapidaria.
Hay centenares de autores franceses que son oro molido, pero aquí el tiempo es corto y no me alcanzaría para hablarles de todos, yo he leído mucho a los franceses contemporáneos, y aquí no nombré a ninguno, como Amélie Nothomb o Édouard Louis, que es autor de uno de mis libros favoritos de los últimos años “Para acabar con Eddy Bellegueule”, pero como nos agarró el sereno, vamos a tener que dejar a esa gente para una parte dos de este paseo, un paseo por la literatura contemporánea francesa y otro por los grandes clásicos franceses, déjame anotar eso por aquí.
De manera que nos vamos a despedir y yo espero haberles picado la curiosidad con este episodio y que ustedes después de escucharme vayan a mis redes @pedrocedenoa en Instagram y twitter y por favor cuéntenme sus experiencias con la literatura francesa, cuéntenme a quienes creen que deje por fuera, si han leído a alguno de los textos de los que he hablado y como les ha ido leyendo a los franceses.
Ahora si nos vamos tesoros míos, no estamos escuchando, pero antes de irnos les recuerdo la consigna, ya la saben ustedes, pónganse a leer.
Imagen portada: Shutterstock
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