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Sor Juana Inés Vs. Sor Filotea

Por Pónganse a Leer con Pedro Julio | «Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz».

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Hoy haremos un homenaje pequeñito a una de mis referentes, modelo de vida, poeta predilecta e ídola, Sor Juana Inés de la Cruz. Y si, ya lo sé que en pónganse a leer ya hemos hablado de Sor Juana, pero eso fue en la primera temporada, por allá en el episodio 7, que escuche hace poco, porque el 12 de noviembre es el aniversario 375 del nacimiento de la décima musa y me di cuenta que aquel episodio es cortito y que me faltó mucho por compartir de Sor Juana.
Esta mujer es fundamental para mí que, en una época parecía una versión masculina y carmelita de Juana Inés. Así que decidí actualizar aquello y traer para ustedes, una entrega más completa de “Sor Juana Inés Vs. Sor Filotea”.

Lo que compartía al inicio, es lo que Juana Inés quería que escribieran en su tumba, pero no se pudo, las condiciones de su muerte no lo permitieron. Ya vamos a llegar a ahí, no nos desesperemos.


La curiosa vida de Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana
Infancia

Lo primero es que la fecha de su nacimiento es de entrada una polémica, porque durante muchos años se dio por cierta la fecha que anotó un tal Diego Callejas, que era sacerdote y fue el primer biógrafo de la autora, bueno según Callejas, Juana Inés habría nacido el día 12 de noviembre de 1651 en San Miguel Nepantla, actual Estado de México, pero que en la época de su nacimiento era el Virreinato de la Nueva España.

Pero, así como si estuviéramos en “casos de familia”, se destapa un secreto en 1952, resulta que descubren un acta de bautismo que supuestamente pertenece a Juana Inés y según este documento nació en 1648. Entonces como en “casos de familia con Judith Grace”, se forma un debate sobre el año en el que había nacido realmente la décima musa.

Gente muy influyente como Octavio Paz apoyaron la veracidad del acta, recordemos que Octavio Paz escribió un texto muy valioso para acercarse a la figura de Juana Inés, un ensayo que se llama “Las trampas de la fe”, pero al final, la polémica se zanjó, los estudiosos determinaron que la fecha más acertada era 1651, porque resulta que una de sus hermanas fue nació en 1649, y esto hace imposible que Juana Inés naciera en 1648. Pero luego de aquello, Guillermo Schmidhuber descubrió el bautizo de “María Hija de la Iglesia”, hermana menor de Juana Inés, en 1651, y se presenta otro jaleo.


Sin embargo, para nosotros la fecha de nacimiento es la que anota la Real Academia de la Historia, es decir, el 12 de noviembre de 1648.

Para más inri, Juana Inés era hija ilegitima, si señoras y señores, aquí empezamos a tener cosas en común ella y yo, ya van a descubrir que son un montón. Resulta que los padres de Juana Inés nunca se casaron, cuando intentaron hacerlo, años después del nacimiento de Juanita, la iglesia católica se los negó por haber sido padres con anticipación.

Total, que el papá de Juana muere y su mamá se une a otro señor y tiene tres hijas con este caballero. Juana Inés ocultó este pecado, que ella no había cometido durante su adolescencia, porque evidentemente, aquello era muy mal visto, y el secreto se develó cuando iba a entrar al convento de la Orden de San Jerónimo para mantener sus estudios o al menos el acceso a la biblioteca y a libros especializados, porque en aquellos años, las mujeres no tenían acceso a la educación.

Ya desde niña empezó a dar muestras de genialidad, según se nos cuenta, Juana Inés aprendió a leer y escribir a los tres años de edad, mientras vivía con su abuelo materno en la hacienda Panoaya. Aparentemente a esa edad también aprendió a hablar náhuatl. La muchachita era una niña prodigio. Al punto de que entre los 6 y 8 años escribió su primera pieza teatral, “Loa al santísimo Sacramento” una belleza dedicada a la festividad del Corpus Christi, esta pieza fue compuesta en náhuatl y español.

En aquella época como estaba prohibido que las mujeres leyeran, la niña Juana Inés se encerraba todas las tardes en la biblioteca de la hacienda de su abuelo, ahí se expuso a textos de diversos temas, como: astronomía, matemáticas, política y retórica. Aquí volvemos a tener otro punto común, crecimos alrededor de grandes bibliotecas y tuvimos también abuelos lectores que nos acercaron a obras que luego determinarían lo que somos.

Cuando tenía ocho años, después de la muerte de sus abuelos (entre 1655 y 1657), Juana Inés se muda a la Ciudad de México con su tía materna María Ramírez. En la casa de su tía le enseñan las labores domésticas, propias de las niñas de su edad, pero también tiene la oportunidad de estudiar gramática latina con el bachiller Martín Olivas, pero, lo sorprendente es que Juana Inés logra aprender latín en sólo 20 lecciones. (A mí me tomó 2 años).

La vida en la Corte Virreinal
En 1665 la jovencita Juana Inés, ingresó como cortesana o dama de honor al servicio de la virreina de la Nueva España, la Virreina era Leonor de Carreto marquesa de Mancera y era esposa del virrey Antonio Sebastián.

Pronto, la virreina y Juana Inés se hicieron muy amigas. De hecho, los estudiosos dicen que Juana Inés llegó a formar parte importante en la vida política de la Nueva España. Imagínate que se afilio a la juventud de algún partido en la época actual, así como el Pedro Julio universitario que cayó en las garras del partido comunista cuando tenía 17 años (eso forma parte de mi pasado oscuro, yo era súper raro, porque yo era comunista y católico practicante, así como te hablaba de Trotsky, te rezaba un rosario con letanías).

Su fama de inteligente de Juana Inés era muy grande, al punto que, en 1668, el virrey Antonio Sebastián de Toledo reunió a los cuarenta hombres más sabios de Nueva España, para que examinaran a Juana Inés y dictaminaran si su sabiduría era adquirida o natural; Juana Inés pasó el examen con sobresaliente.

Pero en aquella época, las mujeres inteligentes no era que tenían la cosa más fácil, todo lo contrario, una mujer inteligente era considerada como peligrosa. Y es que el destino de las mujeres en la época colonial (y cuidado que pareciera que ahorita en muchas partes del mundo es igual), una mujer o se casaba para reproducirse o entraba a la vida consagrada.

La vida en el convento
La vida en la corte virreinal empujaba a las mujeres al matrimonio, a casarse bien con algún caballero pudiente y con influencia. Pero, para Juana Inés eso no era atractivo, eso del matrimonio no era para ella. Y cuando cumplió 19 años decidió entrar en religión.

Juana Inés piensa que ella es muy inteligente como para casarse con un tipo y dedicarse a parir, ella quiere estudiar, pero las mujeres no pueden estudiar, a menos que… ingresen en un convento. Y así, Juana Inés hace su primer intento de entrar a la vida consagrada, lo hace en el convento de San José de las Carmelitas Descalzas (otra cosa que tenemos en común Juana y yo, tenemos alma carmelita, san Tito Bradsman decía “el Carmelo me ha seducido”), pero bueno no es tanto así con ella, porque la vida con las carmelitas era dura, de hecho, era tan dura que decide abandonar el convento. Pero gracias a esta experiencia vocacional, Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana toma el nombre con el que pasó a la historia, sor Juana Inés de la Cruz, en honor a san Juan de la Cruz, el reformador de la rama masculina de los Carmelitas y fundador de los Descalzos.

Después de su temporada carmelita, sor Juana Inés de la Cruz ingresa al convento de Santa Paula, que era de Jerónimas. En 1667, profesó jerónima, y esto le brindaría la oportunidad para tener contacto con los libros y poder dedicarse a la escritura. El 24 de febrero de 1669, fue su profesión, que es la ceremonia en la que uno toma los votos, los promete, se compromete de manera voluntaria a vivir en obediencia, pobreza y castidad, el padre Núñez, que era el confesor de los virreyes, corrió con los gastos de la fiesta de la profesión. Porque eso es una fiesta que se vive con muchísima alegría en un convento.

Debo decir, que, si bien sor Juana Inés de la Cruz y yo entramos a nuestros conventos respectivamente, yo tenía vocación cuando entré, mira yo estaba tan convencido que quemé todas las naves, regalé mi ropa, los zapatos, repartí todos mis ahorros, lo único que no regalé fueron mis libros, bendito sea Dios.

Los libros, eso es un tema, cuando yo estaba en el convento me fui llenando de libros, llegué a tener en mi celda alrededor de 400 libros y ojo, mi celda era pequeñita, uno de mis hermanos diocesano, decía que se imaginaba mi celda como la de sor Juana Inés de la Cruz, porque Sor Juana Inés era una gran lectora, de manera que, llegó a acumular en su celda más de 4 mil libros, imagínate tú, aquello era el paraíso. Tenía libros de filosofía, astronomía, de matemáticas y hasta recetarios de cocina. Su biblioteca era considerada la más extensa de América Latina de aquella época.

Sor Juana Inés de la Cruz, llamaba a sus libros “amigos”, porque eran su consuelo en las horas duras, en la noche oscura como diría san Juan de la Cruz.

Juana Inés también tenía una cocina en su celda, gracias a los libros de cuentas del convento, hoy sabemos que, Sor Juana consumía más alimento que el resto de las monjas del convento. Comía de todo, exceptuando un alimento, el queso. Según Sor Juana Inés, el consumo abusivo del queso disminuía gravemente las facultades intelectuales, evidentemente ella ni siquiera lo olía o tocaba, (el queso fuera de la dieta).

El escritor Octavio Paz, escribió que sor Juana Inés de la Cruz se había hecho monja porque la solitud de los conventos era un lugar perfecto para “poder pensar”. Yo estoy de acuerdo con él totalmente.

La obra de Sor Juana Inés de la Cruz
En un convento uno lee mucho, porque uno estudia filosofía y teología, de manera que hay que leer constantemente y también se escribe y eso fue lo que hizo sor Juana, se dedicó a escribir, lo hizo a través de muchos géneros literarios, es más los estudiosos afirman que ella logró cultivar todos los géneros literarios de aquel entonces.

Pero no solo eso, sor Juana gozó de gran popularidad, por sus escritos. Llegó a ser publicada en España en 1689.


El estilo predominante de sus obras es el barroco; sor Juana era muy dada a verbalizar sustantivos, a acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y repartirlos por toda la oración.

Se le considera una de las grandes plumas del Siglo de Oro del barroco hispano y como todos los grandes introduce innovaciones técnicas muy particulares en el género.

Para los estudiosos la poesía sorjuanesca (si, porque ella tiene su propio género literario) se caracteriza por la versificación, las alusiones mitológicas y el hipérbaton (que es una figura retórica en la que se altera la sintaxis habitual de una oración, principalmente con fines métricos o de énfasis).

La prosa de sor Juana está conformada por oraciones independientes y breves, que están separadas por signos de puntuación: coma, punto y punto y coma, y no por nexos de subordinación.

Entre la poesía de sor Juana Inés de la Cruz encontramos auténticas joyas, por ejemplo:
“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?” …
A mi me subyugan un montón, por ejemplo:

Como el soneto 164:
“Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;” …
el soneto 165:
“Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo” …

Está el soneto 172:
“Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida” …
el 168 que fue como el estilo de vida que yo tuve en una época:
“Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata,
maltrato a quien mi amor busca constante” …
y como dejar por fuera a Feliciano, el soneto 167:
“Feliciano me adora y le aborrezco;
Lizardo me aborrece y yo le adoro;
Por quien no me apetece ingrato, lloro,
Y al que me llora tierno, no apetezco” …

Está también el soneto 184:
“Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego” …
o el fantástico soneto 147:
“Rosa divina que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura” …
el soneto 146 es para mí el culmen de la genialidad sorjuanesca, es ese que arranca con:
“¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?” …

pero si ustedes me preguntan a mí, cuál es mi poema predilecto de sor Juana Inés de la Cruz, la respuesta será la decima de amor y de discreción nro. 99, que ella tituló como: “que demuestran decoroso esfuerzo de la razón contra la vil tiranía de un amor violento”. Que es más conocido como “dime vencedor rapaz”. Mire háganse un favor y vayan a buscar esta maravilla, esto es un deleite que termina diciendo:

… “Y así, Amor, en vano intenta
tu esfuerzo loco ofenderme:
pues podre decir, al verme
expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme
más no pudiste vencerme»

Yo me muero con este poema, es así como todo lo que está bien en la vida, es oro molido.
Pero sor Juana Inés de la Cruz no solo escribió poesía barroca, ella también se aventuró, entre 1676 y 1691, en una forma poética particular y popular en su época conocida como villancico. Esos cantos propios del tiempo de Adviento y Navidad. Algunos de los villancicos que escribió fueron en honor a la Purísima Concepción de Nuestra Señora. Por ejemplo.

Son conocidas sus obras en el teatro como “los empeños de una casa”, y sus autos sacramentales. Pero quizá las obras que le generaron mayor conflicto son las de corte filosófico.

Sor Juana Inés Vs. Sor Filotea
En 1690 escribió e hizo pública una carta, pero no una carta cualquiera, una joya de declaración, la Carta Atenagórica, en la que criticó el sermón del jesuita Antonio de Vieyra.

En la Carta Atenagórica, sor Juana Inés expone informaciones de distinta naturaleza en torno a su historia personal, habla de su biblioteca, su tiempo y los diversos personajes de la historia colonial mexicana que entraron en contacto, de manera directa o indirecta con la ella.

Entonces el señor obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, escribe una carta también para criticar a la Atenagórica, utilizando el seudónimo de sor Filotea, como era de esperar sor Juana Inés respondió y lo hizo con una contundencia que apabulla.

En marzo de 1691, publica para seguir echando leña al fuego una carta para defender su postura, haciendo gala de su inmenso conocimiento y argumentando como nadie.

En su carta, que se titula “Respuesta a sor Filotea de la Cruz” defiende su labor intelectual y el acceso de las mujeres a la educación, al conocimiento, al estudio.

En esta carta también encontramos algunas revelaciones acerca de su vida como: el primer contacto con las letras; o el predicamento que le suponía a ella, el no poder dedicarse de completamente a escribir, y es aquí donde la mujer se destaca y hace gala de su talento.
Su tesis fundamental es que, para ella el amor que siente por el conocimiento no es un pecado, sino la expresión misma de su persona.

Dime tu si esto no es una declaración de genialidad.
Es en esta respuesta que nos encontramos con su versión de al menos una de las razones que tuvo para dedicarse a la vida religiosa, que fue porque no quería contraer matrimonio. Y la vida religiosa le garantizaría el tiempo y el espacio suficiente para dedicarse a lo que más amaba: la lectura y la escritura.

Sor Juana Inés es una argumentadora tremenda, gigante, y lo vemos aquí en la manera como nos va persuadiendo mientras esgrime sus postulados, que uno tras otro nos predisponer, nos conmueven y nos convencen de su veracidad.

En la carta podemos notar que sor Juana está influenciada por Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Quevedo, los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español.
Esta carta, como era de esperar, le trajo muchos problemas, entre ellos que el Santo Oficio (la Inquisición para todo el mundo) le acusó de herejía y desacato, y las consecuencias fueron nefastas para ella.

Primero la condenaron a no publicar más, terrible, pero lo peor estaba por llegar, recuerdan su biblioteca fantástica de más de 4 mil libros, bueno por presiones y castigo obligaron a sor Juana Inés de la Cruz a renunciar a su biblioteca, todos sus “amigos” fueron llevados a la sede del Arzobispado de México para su venta y lo que ganaron de la venta de los libros lo distribuyeron entre la gente pobre como limosna.

Aquello fue un golpe durísimo para sor Juana. Todo mal con esta gente que se dedica a castigar la genialidad.

Pero ella pasó a la historia, sus perseguidores no, fueron castigados con la penitencia más funesta, el olvido.

Hoy a sor Juana la conocemos como el fénix de México o el apodo que a mí más me gusta “la décima musa”.

Es que sor Juana fue una mujer con ideas adelantadas para su época, una mujer inspiradora y productora de una importante obra intelectual.

Su muerte
Sor Juana Inés de la Cruz murió víctima de una peste que hizo estragos en la Nueva España, esta peste fue muy cruenta en el convento de las Jerónimas. Imagínate tú, que, de cada 10 monjas enfermas, 9 morían.

Sor Juana Inés se dedicó al cuidado de sus hermanas y se contagió. Sor Juana Inés de la Cruz se fue a cantar maitines al cielo, a las 4:00 de la mañana del día 17 de abril de 1695. Tenía 46 años. Una muchachita diría mi mamá. Ella escribió con intención de que fuera escrito en su tumba, esas letras preciosas cargadas de humildad cristiana que yo les leía al inicio del episodio.

Despedida
A sor Juana Inés de la Cruz se le tiene por feminista, yo por ejemplo buscando información para alimentar este episodio me topé con un montón de artículos sobre esto. Y hasta yo mismo en una época le consideré y ojo que todavía le considero una de mis refrentes para hablar de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

Pero la realidad es que el término “feminista”, se acuñó mucho tiempo después de la existencia de sor Juana Inés de la Cruz.

Y esto hace que los historiadores se entren a piñas, para los que no son venezolanos, entrarse a piña es pelearse jajaja. Porque por esta razón, algunos historiadores alegan que no se le puede considerar como feminista porque escribió fuera de tiempo, con anticipación.

Pero saltan otros y dicen que eso no importa y que se debe tomar en cuenta las aportaciones de las mujeres de todos los tiempos a la literatura feminista. Como el caso de algunos escritos de corte filosófico de sor Juana Inés de la Cruz.

Yo creo que más que feminista en regla, sor Juana Inés de la Cruz fue una mujer critica con las estructuras sociales de su época y víctima del machismo, lo que pasó con su biblioteca y las consecuencias del beta con sor Filotea es una muestra de esto. (para los que no son venezolanos, un beta es un problema).

A ver gente, si yo sigo hablando aquí nos va a agarrar el sereno, de manera que despedir, y yo lo voy a hacer con la esperanza renovada de haberles picado su curiosidad y que después de escuchar esto se vayan todos a buscar la obra de esta mujer tan luminosa ya no como las estrellas, sor Juana Inés de la Cruz es el sol mismo.

Si aún no conocen su obra denle una oportunidad, no se van a arrepentir, échenme el cuento de su experiencia con ella a través de mis redes sociales @pedrocedenoa en Instagram y Twitter (ahora X), pero antes de dejarnos de escuchar les recuerdo la consigna, ya saben ustedes, pónganse a leer.

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