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Sexo, Dolor y Piercing

Sexo, Dolor y Piercing

Ya pasado los albores del 2000, aún existe temas en la sociedad que son tabú y se suele tomar el camino más fácil: no hablar de ellos o ignorarlos. Simplemente si te sales de las reglas, de aquello que la sociedad llama “conducta normal”, debes prepararte para asumir el riesgo de ser catalogado de inmediato como un loco o un transgresor de las normas. A esto debe sumarse que varias estadísticas estiman que al menos un 8 por ciento de la población mayor de 14 años lleva un piercing en alguna parte de su cuerpo.

Ahora bien, el piercing es una estética iniciada por las antiguas civilizaciones y convertida en el icono de algunas tribus urbanas a partir de los años 60, tener uno implica estar consciente de sufrir algún tipo de rechazo, en especial en los lugares de trabajo. Al respecto Gracia Vicene en su libro El piercing como alternativa, afirma lo siguiente: “La primitiva y audaz propuesta del piercing, de tradición milenaria en las culturas primitivas de todo el planeta, se convierte, gracias a la incorporación de los punkis, en uno de los signos distintivos más elocuentes de la mestiza posmodernidad en la que nos encontramos ahora.”

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En el mundo del piercing se distingue dos categorías: el ligero y el duro. El primero se refiere al piercing que sólo busca un fin estético, son aquellos que suelen ubicarse en la nariz, las cejas o el ombligo. Por su parte el piercing duro está asociado con el piercing cuyo propósito es conseguir el placer sexual, ubicados en los pezones o en los órganos genitales masculinos o femeninos.

La unión del dolor y el sexo, suele estar asociada con las prácticas sadomasoquistas, pero en la actualidad es normal que cualquier persona homosexual o heterosexual vea en el piercing una alternativa para aumentar su placer y mejorar su sexualidad.

De hecho Paulina Clarque, quien lleva años estudiando sobre el tema en su libro El ojo de la aguja, afirma que cuatro son las motivaciones que llevan a una persona a colocarse un piercing: la belleza, la moda, el dolor y el placer. Lo habitual es hablar del piercing desde las dos primeras perspectivas, el asunto del dolor y el placer siempre es subyugado, convirtiendo a dicho ritual en algo prohibido y por ende, en un tema tabú.

Los primeros piercings sexuales se remontan a la de la Edad Media, en ese tiempo se buscaba impedir el placer, es decir se usaba el piercing como instrumento para evitar cualquier contacto sexual, por ejemplo en las mujeres se les colocaba un anillo en los labios externos de la vagina y se unía por medio de un candado, a este práctica se conocía bajo el nombre de anillo de castidad. En cambio a los hombres se les colocaba un anillo en la base del pene y otro el escroto, se unía mediante una cadena, su propósito era impedir la erección del pene.

Ya en la época victoriana, los piercings sexuales estaban relacionados a la moda, las mujeres se colocaban un piercing en sus senos para resaltar sus pezones, los hombres por su parte se ponían un piercing en su pene para minimizar sus atributos ante los pantalones tan ajustados que la moda de la época les exigía usar, a este piercing se le conoce con el nombre de Príncipe Alberto.

Para Daniel Rodríguez, especialista en body piercing y body modification de Ambar Tattoo Studio, en la actualidad las mujeres se colocan piercings en los órganos sexuales con un fin estético y de placer, en el caso de los hombres buscan aumentar su placer y demostrar su virilidad y fuerza: “Aunque en realidad las mujeres suelen ser más atrevidas a la hora de colocarse un piercing en su cuerpo que los hombres”. Aparte del piercing, Rodríguez señaló que también es muy popular la colocación de implantes en el pene.

Sencillamente, eres libre de colocar en tu cuerpo cualquier elemento que te ayude a resaltar tus cualidades físicas o te haga sentir mejor emocionalmente, pero siempre debes recordar a la hora de aplicarte un piercing de acudir a un lugar con que cumpla con todas las medidas de higiene y salud, además de considerar los cuidados a seguir después de instalada la pieza.

Una colaboración de @Solterisima para @Culturizando

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