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Reflexión: Reyes sin sangre azul

Reflexión: Reyes sin sangre azul

Lujo, poder, misterio e incontables escándalos envuelven la realeza de estos días, familias que siglos atrás eran imponentes, incuestionables y motivo de orgullo de los ciudadanos; hoy se han convertido en una especie de cáncer que hay que mantener, pero aún así, siguen siendo los de sangre azul. Este es un tema un tanto escabroso que trataré después porque hoy voy a hablar de otros reyes, unos que según nos cuenta la historia, siguiendo una estrella, llevaron oro incienso y mirra a un pequeño niño nacido en un pesebre y cada seis de enero vienen a traer regalos a los niño que «se portaron bien» durante el año.

Tengo la sangre dulce para los niños (dice mi abuela), yo diría que tengo suerte y una predisposición especial para que se dé cierta empatía entre nosotros. Según estudios científicos, cuando tienen entre tres y cinco años, los niños son genios pero por alguna razón los adultos, envueltos en sus afanes y trabajos, subestiman esa genialidad. En estos días estuve hablando con una vecinita nueva que se llama Mariela, tiene cuatro años pero parece haber vivido 20. La dura realidad en la que le ha tocado crecer ha espantado a destiempo su inocencia, es así como se le puede ver hablando con naturalidad de cuando su papá golpea a su mamá, que sus canciones favoritas son las de Prince Royce (que no canta precisamente música infantil) o que no comió bien porque no había mucho dinero en la casa, pero a pesar de todo sigue siendo una niña. Dos días después de navidad me dice: yo no entiendo! Por qué, si yo me he portado bien, Santa no me ha traído nada? Dígame usted, ¿Cómo se supone que uno responde a esa pregunta? Solo se me ocurrió decir que Santa le había dejado su regalo con los Reyes Magos y que ellos lo traerían después (sabiendo que a mí me tocaría ser el Santa que se retrasó).

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Hay muchos niños como Mariela, víctimas de una sociedad mal educada, una realidad económica difícil y con un futuro de horizontes muy limitados, que pocas veces reciben la visita de Santa y los Reyes Magos aunque el año entero se hayan portado bien. Es una realidad triste que dentro de nuestras posibilidades podemos cambiar para bien, aunque sea por un día. Estos niños no piden DS, Ipods, PSP ni cosas que representen un gran sacrificio económico. Una muñeca, un libro de cuentos, libretas y lápices a colores o un juego de cocina, pueden hacer que luzcas la corona de Rey, pongas en su cara una sonrisa y en su historia un día inolvidable. A veces en la casa hay algún sobrino que tiene un cuarto lleno de juguetes que no utiliza, a ellos también hay que enseñarlos a compartir con los que no tienen su misma dicha y de esta forma hacer espacios para los regalos de este año (una forma práctica de enseñarles a ser solidarios y generosos).

Habrá quien diga que nadie tiene que cargar con la culpa de un padre irresponsable, pero para bien o para mal esos niños están ahí, crecerán al lado de los nuestros, este mundo es tan de ellos como de nosotros y brindarles un día especial dentro de la vida calamitosa que les ha tocado vivir, los hará y nos hará felices. En este post les invito a buscar la «Mariela» que está a su alrededor, y a ser un rey. Uno de esos que sin necesidad de tener sangre azul, con un pequeño regalo iluminará la vida de alguien.

¡Feliz día de Reyes!

Una colaboración de @Fioresita para @Culturizando

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