Presencia casi obligada en las buenas mesas del mundo occidental, el romero es una planta cuya aplicación va mucho más allá de su uso gastronómico o decorativo. Oficialmente llamado Rosmarinus officinalis (y, más recientemente, Salvia rosmarinus), el romero es un arbusto originario del Mediterráneo que puede alcanzar 1,5 metros de altura y posee un importante efecto antiinfeccioso.
Adaptada a numerosas condiciones ambientales, la planta, cuyo nombre en latín significa “rocío del mar”, en referencia a su lugar de origen, es conocida y cultivada en todo el mundo.
Por su característico y agradable aroma, el romero se ha utilizado a lo largo de la historia en las más diversas preparaciones culinarias, como carnes, pescados, sopas, salsas y panes. Sus hojas frescas o secas son las partes más consumidas, pero las flores también pueden utilizarse con fines ornamentales.
Pero además de su uso culinario, el romero se ha hecho popular en medicina por su empleo en distintos tratamientos, sobre todo en enfermedades infecciosas y problemas inflamatorios.
Estudios recientes han descubierto que la planta tiene potentes propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antimicrobianas. Se pueden encontrar monografías sobre el uso medicinal del Rosmarinus officinalis en documentos del Comité de Medicamentos a Base de Plantas de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA/HMPC, 2010).
Según la Organización Mundial de la Salud, la resistencia a los antimicrobianos “se produce cuando bacterias, virus, hongos y parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que dificulta el tratamiento de infecciones y aumenta el riesgo de propagación de enfermedades, enfermedades graves y muerte”.
En este sentido, el uso de antimicrobianos –especialmente cuando se utilizan de forma incorrecta o indiscriminada– favorece la selección de un mayor número de agentes infecciosos resistentes (como las bacterias), una situación que se ha vuelto cada vez más preocupante para los organismos gubernamentales en todo el mundo, por lo que diferentes investigadores han estado buscando alternativas terapéuticas.
Los componentes medicinales del romero
En este contexto, el romero ha mostrado buenos resultados en diversos estudios sobre medicamentos de origen vegetal. Una de las razones es su aceite esencial, que contiene cientos de componentes valiosos. Los principales son los llamados compuestos monoterpénicos 1,8-cineol (15-55 %), α-pineno (9-26 %), alcanfor (5-31 %), canfeno (2,5-12%), y sesquiterpeno β-cariofileno (1,8-5,1 %).
Sin embargo, existen quimiotipos pertenecientes al romero que dan lugar a variaciones en la composición química de su aceite esencial. Los quimiotipos son variaciones químicas dentro de la misma especie vegetal que dan lugar a la producción de diferentes perfiles de compuestos químicos presentes en los aceites esenciales. Estas variaciones están influenciadas por factores genéticos y medioambientales como el suelo, el clima, la altitud e incluso la presencia de otras plantas.
En el caso del romero, sus aceites esenciales pueden tener composiciones químicas que contienen distintos constituyentes principales, como el cineol o el propio alcanfor.
Así pues, la identificación del quimiotipo es un factor crucial en el proceso de identificación y aplicación terapéutica de los diferentes aceites esenciales que pueden extraerse del romero, garantizando el uso adecuado de la planta por sus propiedades específicas.
Esta información permite un estudio detallado de los aspectos que influyen en la composición química, con el objetivo de obtener un aceite esencial con características deseables.
Potente contra el estafilococo y otras bacterias
Se ha descubierto que el aceite esencial de la planta tiene propiedades antimicrobianas más pronunciadas que sus constituyentes por sí solos, especialmente contra la bacteria Staphylococcus aureus, causante de enfermedades cutáneas como forúnculos y carbuncos, y de afecciones más graves como endocarditis y sepsis, así como de muchas otras posibles enfermedades.
Otras bacterias también han demostrado ser sensibles a los preparados elaborados a partir de la planta, como el Streptococcus pyogenes, causante de amigdalitis, y la Listeria monocytogenes, responsable de casos de meningitis.
Además, se ha demostrado que el uso de R. officinalis es eficaz contra las biopelículas formadas por bacterias que habitan en la cavidad bucal, causantes de caries y periodontitis.
Eficacia contra las infecciones hospitalarias
Un amplio estudio realizado recientemente investigó la eficacia de siete aceites esenciales –entre ellos el aceite de romero, en sus formas líquida y volátil– contra Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que causa infecciones graves, sobre todo en pacientes debilitados y en entornos hospitalarios. Se descubrió que el aceite de romero, entre los probados, era el más eficaz contra el patógeno, especialmente debido a la presencia de 1,8-cineol.
Otros estudios han destacado la eficacia del aceite de romero contra cepas bacterianas multirresistentes, como muestras de Escherichia coli, principal causa de infecciones urinarias.
Estos hallazgos corroboran los estudios que demuestran el potencial del aceite de romero como agente antimicrobiano, destacando su aplicabilidad en futuros tratamientos antibacterianos.
Acción contra los hongos
Otras investigaciones también han identificado la eficacia del uso de extracto de romero para tratar infecciones causadas por hongos del género Candida. Al comparar el aceite esencial de romero con la nistatina, un antifúngico ampliamente comercializado, los resultados indicaron un efecto similar entre ambos, lo que refuerza la aplicabilidad del romero en este escenario.
Además, el extracto de R. officinalis demostró una eficacia significativa contra las biopelículas de Candida glabrata, Candida krusei y Candida tropicalis, ampliando su espectro de actividad antifúngica.
Otros estudios también han confirmado el éxito del extracto de romero en el tratamiento de Candida albicans, responsable de episodios de candidiasis.
Propiedades antioxidantes
Otros beneficios del aceite esencial de romero son sus propiedades antioxidantes, es decir, la capacidad del producto para proteger las células humanas contra los procesos naturales de oxidación celular. Estos conducen a la formación de radicales libres que pueden causar el envejecimiento prematuro y la aparición de enfermedades.
Otras investigaciones han demostrado incluso potencial anticancerígeno en el aceite, lo que sugiere una posible aplicación de la planta para minimizar el crecimiento de células tumorales.
Cabe señalar que se están realizando estudios para determinar las proporciones ideales de las combinaciones de aceites esenciales, con vistas a obtener una mezcla que no sea tóxica para las células humanas normales y tenga la actividad antimicrobiana y antiinflamatoria más favorable.
Conclusión
El romero es una opción terapéutica para diversas afecciones patológicas, especialmente enfermedades infecciosas. Aunque la composición del aceite esencial cambia en función de la parte de la planta utilizada, la forma de extracción de los compuestos e incluso el lugar y la estación de cultivo, es un hecho que sus componentes son una alternativa prometedora para la terapia de infecciones fúngicas y bacterianas, especialmente en el contexto de la resistencia microbiana.
Futuras investigaciones –incluyendo revisiones integradoras y sistemáticas, que serán desarrolladas con la participación de los autores de este artículo– deberán ser llevadas a cabo para seguir desentrañando el potencial terapéutico del romero y comprobar que el uso de la planta para este fin es definitivamente seguro para los seres humanos.
Este artículo ha contado con la participación de los estudiantes Gabriel Filipe Rodrigues S. Barboza y Gustavo César Pedrosa Gomes, que contribuyeron a la elaboración del texto.
Adriano Simões Barbosa Castro, Farmacêutico-bioquímico, Universidade Federal de Viçosa (UFV); João Paulo Viana Leite, Professor Titular, Universidade Federal de Viçosa (UFV); Marli do Carmo Cupertino, Professora Adjunta, Universidade Federal de Viçosa (UFV) y Rodrigo Siqueira-Batista, Professor Titular, Universidade Federal de Viçosa (UFV)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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