Una infancia llena de inconvenientes y una vida rodeada de pretendientes, convirtieron a Carolina Otero en una de las personalidades más cotizadas de Europa. Su radiante belleza y su encantadora personalidad la convirtieron en la “socialité” más famosa de la época.
¿Quién fue “La Bella Otero?
Nacida en Galicia-España e hija de una madre muy pobre, Agustina Otero fue una de las personalidades más cautivadoras de toda Europa. Su infancia estuvo rodeada de pobreza y maltratos, hasta que a los 10 años fue abusada sexualmente y decidió escapar. Trabajaba de lo que fuera con tal de no volver a su casa. Tenía cualidades para el baile y se rebuscaba ayudando en tiendas.
Al huir de casa decidió cambiarse el nombre de “Agustina” a “Carolina”. A los 14 años conoció a un joven del que se enamoró perdidamente, ambos se prometieron amor eterno y huyeron juntos en busca de un mejor futuro. Una noche salieron a un bar y mientras bailaba, cautivó a los dueños quienes le ofrecieron un contrato fijo, dándole inicio a su carrera como bailarina.
Una bailarina exótica cautiva a todo el público
Con su novio, viajó por toda Europa probando suerte hasta que decidieron separarse. Su verdadera fama comenzó en Francia, donde salió el apodo “La bella Otero”. Su origen español y sus tendencias gitanas a la hora de vestir y comportarse, eran un atractivo impresionante para el público francés. Enseguida logró posicionarse en los mejores bares y explorar su talento artístico, no solo como bailarina sino como cantante.
Pretendientes de la alta sociedad
La Bella Otero, vestía las mejores prendas, las joyas más exclusivas y los perfumes más costosos, todo esto gracias a la impresionante cantidad de pretendientes que tenía detrás de ella. Si bien los simples visitantes de los bares quedaban impresionados con su belleza, su talento lograba conquistar hasta los más inalcanzables corazones, quienes la rodeaban de regalos con tal de recibir un porcentaje de su atención. Ella se hacía de rogar.
El Zar de Rusia Nicolás II, El gran duque Nikolai Nikolaievich, Alberto I de Mónaco, el príncipe de Gales Eduardo VII y Alfonso XIII fueron solo algunas de sus conquistas. Decían que atraía a los hombres como un imán, perdían el control y morían por poseerla.
Un suicidio por su amor
Lo de “morir por poseerla” algunas veces se volvió literal. Ernest Jurgens fue el empresario que la posicionó como la bailarina más codiciada de Francia y estuvo detrás de ella –humillándose constantemente- para mantener un poco de su atención, mientras que Otero coqueteaba con hombres de alta alcurnia. Tras numerosos intentos, el hombre decidió suicidarse.
Jurgens no fue el único, se dice que alrededor de seis hombres se quitaron la vida por la insatisfacción de nunca poder poseer a tan radiante mujer.
Mil pretendientes pero ni un solo amor, el único placer de Otero era el Juego
La mujer llevaba un estilo de vida muy lujoso a costa de sus pretendientes y sus ganancias en los bares a los que asistía con frecuencia a dar su show. Pese a que muchos se enamoraron perdidamente de ella, Otero nunca sintió amor por ningún hombre, lo explicaba así:
“La verdadera pasión es cuando uno se olvida de todo, cuando se olvida de sí mismo, y eso sólo me lo ha dado el juego; existen para mi dos placeres incomparables en esta vida: uno es ganar, el otro perder.
¿Qué tanto gastaba? En una noche podía perder hasta un millón ochocientos euros, entre 1900 y 1914 se calcula que gastó 27 millones de euros por año y por los alrededores de 1948 perdió cuarenta millones de dólares.
Definitivamente era una pasión muy difícil de mantener, pero siempre tuvo la suerte de vivir como quiso, después de luchar con su traumática infancia.
Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de MuyHistoria | Hola
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