Eduardo Baura García, Universidad CEU San Pablo
“La gente tiene derecho a vivir como quiera, ya no estamos en la Edad Media”. Estas declaraciones, pronunciadas no hace mucho por un primer ministro europeo, demuestran que lo medieval se utiliza a menudo como sinónimo de incultura, barbarie y atraso.
Esa visión despectiva de la Edad Media se puede observar en otros muchos ámbitos. Por ejemplo, desde hace años las películas y series ambientadas en esta época reflejan una sociedad violenta, injusta y supersticiosa. Y esa visión se refuerza mediante una estética cada vez más oscura –al parecer, el sol no salía mucho en la Edad Media–. En ese sentido, El último duelo, la última gran producción de Hollywood ambientada en esta época, representa un ejemplo paradigmático de estos tópicos. https://www.youtube.com/embed/8W1CvMT_MrA?wmode=transparent&start=0 Tráiler de El último duelo, de Ridley Scott.
Todos estaremos de acuerdo en que meter mil años de historia en el mismo saco se antoja bastante ridículo. ¿Se imaginan que en el futuro se englobe dentro de una época el tiempo entre 1500 y 2500, y que se aplique el mismo calificativo a todos esos siglos?
Además, basta entrar en una catedral gótica para comprobar que la Edad Media tuvo bastante poco de bárbara y de oscura. Quizá por ello, han sido muchos los medievalistas que se han esforzado en mostrar que esa visión despectiva del Medievo es difícilmente defendible. Sin embargo, poco se sabe sobre el origen de esa concepción. ¿Por qué lo medieval tiene tan mala fama?
El valle de la Edad Media
Lo primero que habría que preguntarse es por qué metemos mil años de historia dentro de una misma época, y por qué la conocemos como Edad Media. Fue el suizo Cristóbal Cellarius quien a finales del siglo XVIII publicó un libro que consagró la división de la historia en tres edades: antigua, media y moderna, a la que posteriormente se añadiría la contemporánea.
Lejos de ser adjetivos neutros, estas denominaciones denotan ya una genuina visión de la historia. Al ser definido como Edad Media, el período entre los siglos V y XV pasaba a la historia como una época cuya importancia se reducía a estar entre medias –de ahí el nombre– de otras dos edades más importantes.
Esta visión de la historia podría representarse gráficamente como un paisaje dominado por dos imponentes montañas: la Edad Antigua y la Edad Moderna, separadas entre sí por el valle de la Edad Media. Ahora bien: ¿cuándo comenzó esta visión tan despectiva del milenio medieval? ¿Puede señalarse un momento en particular, o incluso a una persona concreta como responsable de esta concepción histórica?
El creador de la fake news de una Edad Media oscura
El contexto histórico donde nació la idea de una Edad Media oscura no es otro que el Renacimiento italiano, concretamente el siglo XIV, y el primer autor que la plasmó en sus escritos fue el célebre Francesco Petrarca. Las circunstancias de esta invención historiográfica son ricas y complejas, y en este libro de reciente aparición profundizo en ellas.
De manera sintética, podemos decir que el motivo del desprecio de Francesco Petrarca hacia la Edad Media proviene de su anhelo hacia la Roma antigua. Como gran conocedor de los clásicos latinos, Petrarca no podía evitar comparar la ruinosa situación de la Italia de su tiempo con la gloriosa época romana. Era tal el desafecto que el poeta toscano sentía por su propio tiempo que, en su carta A la posteridad, señaló: “Si el amor a los míos no me lo impidiera, siempre hubiera deseado nacer en cualquier otra época, y olvidar esta”.
Para Petrarca, con la decadencia del Imperio romano había comenzado una época caracterizada por las tinieblas y la corrupción en todos los niveles: político, religioso y, sobre todo, cultural. Según esta visión, durante la Edad Media la Iglesia se corrompió y las letras y las artes entraron en una época oscura que, para Petrarca, aún perduraba.
En sus Epistolae metricae, el gran poeta toscano lo resumió así: “Hubo una edad más afortunada y probablemente volverá a haber otra de nuevo; en el medio, en nuestro tiempo, ves la confluencia de las desdichas y de la ignominia”. Esta frase sintetiza a la perfección la concepción historiográfica que aún persiste hoy día: una Edad Antigua dorada, una Edad Media oscura y una Edad Moderna que habría de suponer la recuperación de la cultura, es decir, su renacimiento.
La tierra prometida: el Renacimiento
Volvemos a la importancia de las palabras: algo no puede renacer si antes no estaba muerto. El mismo término de Renacimiento, que igual que el de Edad Media sería acuñado un poco después, lleva implícita la afirmación de que durante el Medievo la cultura estuvo muerta.
De las citas de Petrarca se extrae claramente que él se vio a sí mismo dentro de la Edad Media. Como un nuevo Moisés, el poeta toscano previó el advenimiento de la tierra prometida del Renacimiento, pero fueron sus sucesores dentro del humanismo italiano quienes proclamaron la llegada del nuevo tiempo dorado.
Los primeros en hablar de un resurgir dentro del campo de las letras y las artes fueron grandes humanistas del siglo XIV. Entre ellos destaca el célebre Giovanni Boccaccio, el discípulo predilecto de Petrarca. Posteriormente, durante el Quattrocento y el Cinquecento, numerosos autores del campo de las artes y las letras proclamaron el renacimiento de la cultura, que había resurgido de sus medievales cenizas para constituir una nueva época dorada.
El mito se extiende hasta nuestros días
Esta visión historiográfica se propagó rápidamente por Europa. Primero fue la Reforma luterana la que acogió esta idea, sobre todo por la crítica a la Iglesia medieval que dicha visión contenía, y la difundió de manera viral gracias a la imprenta.
Posteriormente, la Ilustración francesa retomó esta concepción histórica. Para autores como Voltaire, la Edad Media representaba todos los errores seculares de los que abjuraban, y de los que pretendían salvar a la humanidad, como el oscurantismo religioso y el predominio del dogma sobre la razón.
Desde entonces, la única etapa en la que se reivindicó la época medieval fue el Romanticismo, si bien de una manera idílica. Los representantes de este movimiento recrearon un tiempo lleno de misterio, maravillas y folclore. Los cuadros de Caspar David Friedrich o las novelas de Sir Walter Scott representan muy bien esa Edad Media de castillos, hazañas y duelos entre caballeros por el amor de una dama.
Obviamente, ninguna de las dos visiones, la renacentista y la romántica, hacen justicia a lo que fueron los siglos llamados medievales. La Edad Media, como todas las épocas históricas –como la nuestra misma–, fue un tiempo con luces y sombras. Un tiempo, en definitiva, que, si nos acercamos a él sin prejuicios ni presentismos adanistas, aún tiene muchas enseñanzas que ofrecernos.
Eduardo Baura García, Doctor en Humanidades. Profesor de Historia Contemporánea y Educación, Universidad CEU San Pablo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
--
--