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Personajes: Viacheslav Mólotov, el hombre que dio nombre a las bombas incendiarias

Personajes: Viacheslav Mólotov, el hombre que dio nombre a las bombas incendiarias

Viacheslav Mijáilovich Mólotov fue un político y diplomático soviético, un viejo bolchevique y una figura destacada en el gobierno soviético durante la década de 1920, cuando ascendió al poder como un protegido de Iósif Stalin, hasta 1957, cuando fue despedido del Presidium (Politburó) del Comité Central por Nikita Jrushchov.

Se desempeñó como Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo desde 1930 hasta 1941 y como el Ministro de Asuntos Exteriores entre 1939 y 1949 y desde 1953 a 1957. Mólotov trabajó varios años como Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros del gabinete de Iósif Stalin y se retiró en 1961 tras varios años de oscuridad.

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Mólotov fue el principal soviético firmante del pacto de no agresión nazi-soviético de 1939 (conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov), también estuvo involucrado en las negociaciones de la posguerra donde se hizo notar por sus excelentes habilidades diplomáticas. A raíz de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patria) Mólotov mantuvo su lugar hasta 1949, como líder diplomático y político.

En marzo de 1949, tras perder el favor de Stalin, perdió el Ministerio de Asuntos Exteriores para Andréi Vyshinski. La relación de Mólotov con Stalin se deterioró aún más, con Stalin quejándose acerca de los errores de Mólotov en un discurso ante el XIX Congreso del Partido. Sin embargo, después de la muerte de Stalin en 1953 se opuso firmemente a la política de la desestalinización llevada a cabo por Jrushchov. Defendió sus políticas y el legado de Stalin hasta su muerte en 1986 criticando duramente a los sucesores de Stalin, especialmente a Nikita Jrushchov.

Al igual que Stalin, nunca reconoció a la Guerra Fría como un evento internacional. Mólotov la vio, más o menos, como el conflicto cotidiano entre el comunismo y el capitalismo. Es importante señalar que Mólotov dividió a los países capitalistas en dos grupos, los «imperialistas inteligentes y peligrosos» y los «tontos».

Mólotov también fue un acérrimo nacionalista ruso, afirmando que a los rusos, a diferencia de los húngaros, les gustaba «hacer cosas grandes». Antes de su retiro, Mólotov propuso la creación de una confederación socialista con la República Popular China (RPC); Mólotov creía que los Estados socialistas eran parte de una entidad supranacional mayor. En retiro, Mólotov criticó a Nikita Jrushchov por ser un «desviacionista derechista».

Viacheslav y el cóctel Molotov

El cóctel Molotov es un término acuñado por los finlandeses durante la Guerra de Invierno, como un nombre genérico para una variedad de armas incendiarias improvisadas. Durante la Guerra de Invierno, la Fuerza Aérea Soviética hizo un amplio uso de bombas incendiarias y de bombas de racimo contra las tropas y fortificaciones finlandesas.

Cuando Mólotov afirmó en la radio que ellos no habían bombardeado, sino más bien que habían entregado alimentos a los finlandeses hambrientas, los finlandeses comenzaron a llamar a las bombas aéreas de canastas de pan de Mólotov. Pronto respondieron avanzando con ataques de tanques con «Cócteles Mólotov», que eran «una bebida para acompañar la comida». Según Montefiore el cóctel Mólotov fue una parte del culto a la personalidad de Mólotov que desaprobaba enormemente.

A finales de 1989, dos años antes del colapso final de la Unión Soviética, el Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética y el gobierno de Mijaíl Gorbachov denunciaron formalmente el Pacto Ribbentrop-Mólotov, reconociendo que la sangrienta anexión de los Estados bálticos y la partición de Polonia habían sido ilegales.

Winston Churchill en sus memorias de guerra enumeró muchas reuniones con Mólotov. Reconociéndolo como un «hombre de extraordinaria capacidad y crueldad de sangre fría», Churchill concluyó: «En el manejo de los asuntos exteriores, Mazarino, Talleyrand y Metternich, lo recibirían a su compañía, si hubiese otro mundo al cual los bolcheviques se permitieran a sí mismos ir.»

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