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#PalabraCulta: ¿Tienes algún «antimacasar»?

#PalabraCulta: ¿Tienes algún «antimacasar»?

Este objeto es común en las casas de las abuelas y, aunque suena como algo complicado, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, un antimacasar es un lienzo o tapete que se coloca en el respaldo de las butacas y otros asientos para que no se manchen con las pomadas del cabello. Estos pañitos también se ponen en los brazos de sillones, butacas, etc.

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Antimacasar es una palabra aguda de 5 sílabas, eso quiere decir que su sílaba tónica está en sar. Su plural es antimacasares.

El nombre proviene del aceite de macasar, una loción capilar empleada en el siglo XIX, especialmente en la época victoriana, de modo que las amas de casa empezaron a cubrir respaldos y brazos de sillas con pañitos lavables para preservar la tapicería. El término surgió aproximadamente en 1850, y en 1865 se introdujeron en los teatros.

Llegaron a tener diseños elaborados, incluso haciendo juego con partes de la tapicería o del mobiliario del salón. Los primeros pañitos eran de croché, blancos y rígidos.

Vampiros victorianos

Dentro de las creaciones literarias en el mundo, hay un cuento corto que se llama The Antimacassar de la escritora norteamericana Greye La Spina, publicado en la edición de mayo de 1949 de la revista Weird Tales.

Este relato perteneciente a la tradición pulp –formato de encuadernación en rústica, barato y de consumo popular, de revistas especializadas en narraciones e historietas de diferentes géneros de la literatura de ficción-, la autora explora la naturaleza de las mujeres vampiro victorianas.

La protagonista de la obra es Lucy Butterfield, quien conoce a una niña de doce años llamada Kathy, confinada en su cuarto debido a la fiebre reumática.

A pesar del carácter dulce de la enferma y los cuidados que se le brindan, se va descubriendo poco a poco una perturbadora dinámica dentro de la casa, en la que la niña, en definitiva, padece una enfermedad mucho más atroz que las diagnosticadas por la medicina tradicional.

Kathy siente un hambre atroz, implacable, que no logra saciarse con la comida. Sus síntomas, por otra parte, parecen intensificarse con la presencia de las flores de madreselva que cuelgan en su cuarto, plantas que antiguamente se utilizaban como remedio casero para retrasar el voraz apetito de los vampiros.

Puedes leer el relato en su idioma original (inglés) aquí -> The Antimacassar

Diego Mata / Culturizando
Con información de RAE | Wikipedia | Espejo Gótico

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