Por Daniel Colombo / Cuando escuchas la expresión «zona de confort», ¿lo primero que piensas es en el patinaje sobre hielo? Si es así, probablemente hayas asociado previamente estas ideas, porque en una pista hay bordes, y más allá de ellos, andar con tus patines puestos puede ser más complicado que estar sobre el hielo.
El concepto de salir de la zona de confort es un consejo habitual para las personas que quieren crecer personal o profesionalmente. Significa salirse de las rutinas y actividades habituales -las cosas que uno hace con comodidad- para afrontar nuevos retos y experiencias.
En el mundo de los negocios, el liderazgo, los equipos, el coaching y la psicología se habla muy frecuentemente de “salir de la zona de confort”.
Parece un buen consejo. Después de todo, ¿quién quiere quedarse en su zona habitual y conocida para siempre?
Sin embargo, hay algo más que eso: estar en una zona de confort no siempre es negativo porque puede ser que te brinde un espacio seguro en el que puedas seguir confiando, evitar arriesgarte en cuestiones que pueden desequilibrarte emocionalmente, y hasta no querer preocuparte por la posibilidad de fracasar en algo nuevo.
Aunque, al mismo tiempo, permanecer en nuestra zona de confort significa que no crecemos como seres humanos o profesionales, y es posible que tu desarrollo en cualquier campo se vea limitado.
Entonces, ¿cómo equilibrar los sentimientos entre permanecer en la zona de confort y salir de ella? ¿Por qué moverte si sientes que así estás bien y no lo padeces?
El punto central de la zona de confort es cuando se vuelve incómoda para ti, cuando sabes que quieres algo, aunque eliges la comodidad de lo conocido versus lo bueno y grandiosos que podrías conquistar.
No todas las personas tienen el mismo impulso para emprender, aventurarse y, literalmente, saltar al vacío. A la mayoría les aterra. Por eso es necesario entender y aceptar tu tiempo y tu proceso, que cambia según tu temperamento, comportamiento y personalidad.
En lo personal, no me gusta utilizar la frase “zona de confort” para todo: prefiero aplicar “oportunidad de desafío”, ya que considero que de esta forma abre posibilidades, mientras que la expresión tradicional es ligada subconscientemente a la mediocridad y la falta de determinación.
- Expandir la zona de confort no es lo mismo que salir de ella
Un concepto que me gusta transmitir en los entrenamientos de ejecutivos es que no siempre es necesario que salgas de tu zona de confort si no quieres, o por el simple hecho de cumplir con los condicionamientos sociales que te empujan.
Más bien, si en algún momento quieres cambiar algo, la clave está en ampliarla. De esta forma, lo nuevo pasará a estar dentro de tu zona habitual, y no sentirás el temor paralizante de moverte hacia lo desconocido, porque irás integrándolo paulatinamente.
Recuerda: puedes expandirla cada vez que quieras o necesites.
- 5 razones para no salir de tu zona de confort
Aquí tienes una breve guía de cinco razones para no salir de tu zona de confort, y dejar de sentir que la presión externa te condiciona constantemente:
1 – Quédate sin culpa, y, si quieres, sal paso a paso
Para algunas personas, la idea de salir de la zona de confort puede ser abrumadora. Si sientes incomodidad con el cambio y crees que es más fácil quedarte en tu zona de confort, hazlo a tu manera, porque quizá sea mejor no lanzarte directamente a algo nuevo arriesgándote con espíritu heroico y aventurero.
Y aquí viene la oportunidad de desafío: si sientes que sí necesitas hacer cambios en algún aspecto de tu vida empieza por asumir pequeños retos. Pueden parecer fáciles al principio, y son los que te permitirán empezar a sentir los beneficios de estar fuera de tu zona de habitualidad de forma gradual.
Por ejemplo, si quieres probar viajar sin compañía puedes comenzar con un trayecto corto de dos días, y experimentar las emociones que sientes. Luego podrás expandirte hacia desafíos mayores. Esto te ayudará a tener más confianza en tus habilidades al hacer cosas que están fuera de tu rutina.
2 – No siempre es cierto que sólo puedes crecer si te desafías a ti mismo
La gente suele decir que no crecerás si no te desafías a ti mismo, pero esto no necesariamente siempre sucede fuera de tu zona confortable. Déjame decirte que puedes crecer, evolucionar y avanzar aún si permaneces dentro.
En otras palabras, el camino más fácil hacia el éxito también puede darse en permanecer en tu zona habitual y hacer más y mejor lo que sabes que funciona.
Por ejemplo, quizás eres madre o padre primerizos, y quieres tener un tiempo de estabilidad para compartir con tu bebé, y por eso eliges no hacer cambios ni asumir otros compromisos en tu carrera profesional, o perderte de viajes, priorizando lo que es relevante para ti.
Recuerda que siempre tendrás oportunidad de salir de ese espacio conocido cuando tú lo decidas, asumiendo desafíos que sí te expandan y que, con tu inteligencia adaptativa, te muevas en un nuevo sentido de lo que quieres lograr.
El punto aquí es que lo harás porque así lo eliges, y no por la obligación social de salir de la zona de confort.
3 – Estar en una zona de confort significa sentirse seguro
Algunas personas se quedan en su zona de confort porque les gusta lo cómoda que es. Cuando estás allí la vida te parece mucho más segura. Sabes qué esperar de una situación determinada y no tienes que preocuparte por el resultado, porque sientes que tienes cierta predictibilidad de lo que puede pasar.
Lejos de ser un signo de estancamiento, puede ser bueno para algunas personas porque requiere menos esfuerzo de tu parte, y quizás quieras permanecer un tiempo en ese estado.
La adrenalina y velocidad que promueve el mundo actual, con su vértigo de querer que las cosas sucedan ya, es alimento para la ansiedad, por lo que este sentido de seguridad te protege, de alguna forma, de ese impacto que quizás no quieras vivir o afrontar. El asunto es que estar así, durante años, puede adormecerte y limitar las habilidades sociales.
Ahora bien: cuando sientas aburrimiento, tedio, dejadez, desazón y sinsentido de la vida, piensa que quizás es el momento de desafiarte y moverte, porque significaría que no estás creciendo o aprendiendo cosas nuevas tan rápidamente como quisieras. En ese punto puedes diseñar un plan paso a paso para alcanzar ese objetivo que te planteas, sin necesidad de una auto exigencia extrema.
4 – Sabes qué esperar cuando estás en una zona de confort
Un concepto actual e interesante es el de la inteligencia adaptativa, que es la capacidad plástica que tiene nuestro cerebro para moldearse según las circunstancias.
Cuando permaneces en el espacio confortable lo que sucede es que esta parte de la inteligencia está prácticamente dormida, porque no hay sobresaltos, ni impulsos por aprender algo nuevo, ni curiosear en temas que te impulsen.
Una cosa es conscientemente elegir no querer cambiar el estado en el que estás, y otra muy diferente es asumir que nada va a cambiar porque, simplemente, “las cosas son así”. Fíjate que, en este caso, tu mente permanecería cerrada al mundo, y hasta podrías padecer de quedarte cercado en tu propio círculo vicioso. ¿Y qué habría de malo en esto? Mira, si lo llevas bien no hay inconveniente; el asunto es que somos seres sociales y emocionales, y generalmente esa aparente comodidad empieza a ser incómoda.
Cuando permaneces en tu zona de confort no tienes sorpresas. Para muchas personas es realmente cómodo, porque no hay esfuerzo alguno. Aunque si sientes que necesitas cambiar, desafíate a expandirte, a hacer elástica tu inteligencia adaptativa, para abrazar nuevas experiencias.
Ten presente que es natural que a nuestras mentes y cuerpos les cueste adaptarse al cambio. Por eso son tan importantes las rutinas y los hábitos, para incorporar el nuevo estilo de vida que quisieras llevar.
Mi maestro John Maxwell, referente mundial en liderazgo con decenas de libros publicados, dice que si quieres mejorar, incluso desde donde estás hoy, por ejemplo dentro de tu zona de confort: Dedica el 80% del tiempo a hacer mejor lo que ya haces muy bien; 15% del tiempo, en aprender algo nuevo para mejorar lo que ya haces muy bien, y 5% del tiempo en trabajar en tus debilidades.
5 – El potencial de las situaciones de colisión
La primera razón para no salir de la zona de confort es la posibilidad de que se produzcan situaciones de colisión. Cuando estás en tu zona de confort, es fácil volverse complaciente y dar por sentado las cosas.
Tal vez estés hablando con un amigo y no pienses en cómo tu lenguaje corporal le está afectando o en cómo puedes estar siendo grosero o traspasando límites. O tal vez no te das cuenta de que la gente está agotada durante las reuniones en el trabajo porque tu forma de conducirlas es aburrida y no producen ningún resultado que los mueva.
Todos estos son casos en los que estar en la zona de confort puede llevar a una situación de colisión, o peor aún, causar daño a alguien. Estos ejemplos ilustran una falta de empatía y de registro de los demás.
Para evitar este tipo de colisiones, intenta fijarte en tu entorno cuando estés en tu zona de confort, por ejemplo, mirándote (internamente) como si tuvieses un espejo delante, mientras hablas con alguien. Porque, por más que elijas estar en tu comodidad, vivimos en entornos en los que influimos, y nos influyen. El objetivo de este ejercicio es que tomes consciencia del impacto que generas.
Ahora ya lo sabes: si eliges estar en la zona de confort, empieza por eliminar la queja, el aburrimiento y decirle a los demás que tu vida está estancada y sin horizonte, porque, en definitiva, es tu propia decisión.
En cambio, si te has hartado tu zona confortable y de la seguridad aparente que te ofrece, puedes desafiarte y salir de ella, para crecer y avanzar.
Si estás en este grupo, te pregunto: ¿Qué esperas? El mundo que hay ahí fuera está esperando a que lo explores, así que deja de leer este artículo, sal a la calle y ve por tus objetivos y metas.
Imagen de portada: Shutterstock
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