¿Alguna vez escuchaste hablar de las Nagas? No son simples criaturas mitológicas. Son seres fascinantes, mitad humanos, mitad serpientes, que se deslizan entre el mundo espiritual y lo terrenal. En India y otros rincones del sur de Asia, su leyenda sigue viva. Y no es para menos: están envueltas en misterio, poder y una belleza inquietante.
Seres del agua… y del más allá
Las Nagas nacen en la mitología hindú, budista y jainista, y no son exactamente monstruos ni dioses. Están en un punto intermedio. Algunas historias las presentan como serpientes gigantes con cabeza humana; otras, como mujeres deslumbrantes con colas escamosas que brillan bajo el sol. Lo cierto es que tienen una conexión profunda con el agua: ríos, lagunas, pozos sagrados y cuevas húmedas son sus dominios favoritos.
Imagina a una Naga descansando en las profundidades de un estanque antiguo, en completo silencio, con los ojos abiertos como si pudiera verte a través del tiempo. Así de poderosas las creían: guardianas de secretos, de tesoros, de umbrales hacia otros mundos.
Y es que en la cosmovisión oriental, el agua no es solo agua. Es vida, es sabiduría. Y ellas son sus protectoras.
Protectoras, sí… pero no te metas con ellas
¿Son buenas o malas? La respuesta es más compleja de lo que parece. Como pasa con muchos seres mitológicos, su comportamiento depende de cómo las trates.
Por un lado, son veneradas como diosas tutelares. Se cree que bendicen a quienes les rinden respeto. En muchos templos de India o Nepal, todavía hoy se dejan ofrendas para ellas: flores, leche, monedas. Pero por otro lado… también pueden ser temibles. Las leyendas advierten que si se las ofende, si se contamina el agua o se invade su territorio, pueden desencadenar sequías, inundaciones o enfermedades. No es casualidad: simbolizan el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza.
Su ira es como una tormenta silenciosa. No se nota al principio, pero cuando llega… arrasa.
Belleza ancestral con escamas
En el arte, las Nagas son todo menos monstruos. Se las representa como figuras seductoras, imponentes y misteriosas. Tienen torsos humanos, rostros finos y ojos que parecen saberlo todo. La parte inferior de su cuerpo es una serpiente que se enrosca con una elegancia casi hipnótica.
Este diseño no es solo estético: refleja su dualidad constante. Son a la vez terrenales y celestiales, suaves y letales, sabias y peligrosas.
Y no, no son cosa del pasado. Su imagen ha inspirado desde relatos antiguos hasta videojuegos, series y películas. Basta con pensar en criaturas como Medusa o las nagas de sagas como Dungeons & Dragons o World of Warcraft. ¿Casualidad? Para nada. El mito sigue evolucionando.
¿Y si siguen ahí, observándonos?
Puede parecer exagerado, pero en muchos pueblos de Asia aún se cree en la presencia de las Nagas. Se les respeta, se les teme un poco, y se les honra. Y la verdad es que esa mezcla de devoción y miedo dice mucho de nosotros como especie: seguimos buscando sentido en lo invisible, en lo que no podemos controlar.
Así que ya sabes… si alguna vez viajas a la India y te acercas a un río sagrado, o a un pozo olvidado en medio de la selva, y sientes que alguien —o algo— te está mirando… no estás solo. Tal vez una Naga esté allí, en silencio, decidiendo si eres digno de su atención.
Con información de Playbuzz
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