En estos tiempos en los cuales las familias son conformaciones cada vez más novedosas, y nuestros niños y niñas crecen en núcleos menos convencionales, habría que preguntarse a cuantos de nosotros se nos debe incluir este año al celebrar el día de la Madre.
Actualmente las sociedades se debaten ampliamente (con toda razón pues es un tema importante) en los derechos que hemos de tener o no, algunos humanos para criar y cómo “debemos” estar organizados para ello. Ante esta realidad conviene preguntarse qué tipo de atención para criadores y la primera infancia ofrecen nuestras sociedades y hasta qué punto, cada uno de nosotros está siendo responsable (y atendido) como parte de ese conjunto en el cual, están creciendo los futuros ciudadanos del lugar que habitamos.
Se trata de hacer un poco más consciente que no somos seres aislados y que por lo tanto nuestras acciones tienen un impacto en el espacio en el cual vivimos. Habitar nuestro entorno pasa por ocuparlo con nuestra presencia, por el cuido, por hacer de ese cuido una actividad de disfrute, hacerse parte de algo que le concierne a todos e involucrarse de alguna forma en mejorar las condiciones de la realidad ¿Estamos haciéndolo?
Tal vez una no comprende lo hostil que puede resultar una ciudad grande hasta que la vive con hijos y adopta su dinámica formando parte de ella. ¿Qué nos imaginamos cuando concebimos un lugar familiar (la familia en cualquiera de sus formas)? ¿Cuándo dejó de convertirse en opción el reunirnos en parques y plazas sólo para hablar? ¿Cuándo fue la última vez que prestamos verdaderamente atención al cartel que reza “Restaurant con Ambiente Familiar”? Transitamos el consumo para vernos.
Hemos ido cambiando lugares abiertos por espacios reducidos con televisores gigantes y sillitas altas, en los cuales aspiramos que los niños estén de una a tres horas “quietos” tolerando bullicio y conversaciones que no entienden, o centros comerciales y Shoppings que terminan por convertirse en un sufrimiento para grandes y chicos en cuanto a esparcimiento se refiere, porque además del gasto, en la mayoría de los casos los chicos se van con sus expectativas materiales no cumplidas y los padres altamente estresados de tanto controlar las naturales carreras y deseos de los hijos.
Creo que es propicio plantearse en la “celebración” de este día, cómo queremos que sean nuestros niños (as) y permitirnos ser un poco como queremos que ellos sean; enseñarles jugando a disfrutar de lo que queremos que disfruten de forma sencilla. Aunque nos dé un poco de esfuerzo, sólo el ejemplo lo hará posible. Es decir, si nos comemos el chocolate no le pidamos al niño (a) que él se coma el brócoli. Con ese ánimo y con algo así de sencillo, empecemos como sociedad a sentirnos un poco Madres responsables, pensemos en lugares y espacios “para la familia”, toda ésta, con sus niños (as) muy niños (as) o sus viejos muy viejos (as), con espacio para sillas, carritos, carreras, y amigas y amigos y encuentros.
En este Día de la Madre pensémonos todos como Madres criadoras un día, ese sería un buen regalo, pues finalmente, una sociedad nueva se pare a diario.
Por Mamá Periodista
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