Malala Yousafzai es una joven activista pakistaní que promueve los derechos civiles de las mujeres de su país. En 2012, la labor de defensa emprendida por Malala la llevó a convertirse en el objetivo principal de los terroristas talibanes que operan en Pakistán. Conoce los detalles de esta interesante historia aquí.
Primeros pasos como activista
Malala Yousafzai nació el 12 de julio de 1997 al norte de Pakistán, en una familia musulmana. Desde muy pequeña su padre le enseñó el valor de recibir una educación formal. Gracias a esto, Malala creció con el deseo ferviente de instruirse. Pero no todos en su entorno aceptaban esa idea.
A mediados de la década de los 90, terroristas pertenecientes al grupo Movimiento de los Talibanes Pakistaníes (conocido como “TTP” por sus siglas en lengua urdu) había empezado a hacerse con el control del valle del río Swat (al noreste de Pakistán); la zona donde residía Malala.
Basándose en una lectura extremista de los preceptos morales del Corán, estos terroristas modificaron (violencia de por medio) las costumbres de la población del Swat. La posibilidad de matar por honor y el veto a la educación femenina fueron solo algunas de sus primeras medidas tomadas.
Debido al veto educativo, entre 2003 y 2009 las niñas del norte de Pakistán no pudieron asistir al colegio. Malala se encontraba entre ese grupo.
Finalmente, apoyada por su padre, a principios del 2009 Malala empezó a publicar en un blog de la BBC. La joven contaba allí sus experiencias viviendo bajo el régimen talibán.
Aunque publicaba bajo seudónimo, muchas mujeres (tanto occidentales como orientales) se sintieron identificadas con Malala. La joven también alegaría en un club de instrucción política (del que su papá era miembro), que los talibanes no tenían la potestad de quitarle su derecho a la educación.
El atentado terrorista contra Malala
La mañana del 9 de octubre del 2012, un hombre se montó en el camión que transportaba a Malala hacia su colegio y le disparó varias veces. Dos tiros acertaron a darle a la joven, uno en el cuello, cerca de la columna vertebral, y otro en el cráneo. Tenía 15 años para ese momento.
Poco después el principal portavoz del TTP, Ehsanullah Ehsan, le adjudicó el atentado al movimiento terrorista. Advirtió además que volverían a intentarlo, si la activista sobrevivía.
Por sus declaraciones y su voluntariado en centros de formación educativa para mujeres pakistaníes, Malala se había convertido en un inconveniente para los talibanes. Tras el ataque, la joven convaleciente fue atendida en un hospital de Rawalpindi, cerca de la capital del país oriental.
El 15 de octubre de ese mismo año, Malala fue transferida al hospital Queen Elizabeth, de Gran Bretaña. En dicho centro se le ejecutarían una serie de operaciones reconstructivas. Fue necesario implantarle a la activista una placa de titanio en el cráneo y un dispositivo de audición en el oído izquierdo.
Malala salió de alta el 8 de febrero del 2013. Tuvo, no obstante, que cumplir con un régimen de rehabilitación para recuperarse por completo. Se quedó cursando sus estudios de preparatoria en Londres, y actualmente acude a la escuela de filosofía de la Lady Margaret Hall, ente adscrito a la Universidad de Oxford.
Malala recibe el Premio Nobel
Desde su rehabilitación, Malala continúa llevando a cabo, ahora a escala mundial, su labor como activista en defensa de los derechos civiles de la mujer, haciendo énfasis en el derecho a la educación.
Malala fue galardonada en 2013 con el Premio Simone de Beauvoir, que recibió en París el 9 de enero. Poco después, el 22 de mayo recibiría en Madrid el Premio UNICEF; que reconoce su preocupación por los derechos de las niñas pakistaníes.
La activista fue candidata al Premio Nobel de la Paz ese mismo año. Aunque no lo recibió, pasó a ser la persona más joven en ser postulada.
En 2014, Malala fue candidata nuevamente y, en esa ocasión, sí fue galardonada con el reconocimiento excelso, por su labor como pacificadora y activista proeducación.
Para el momento tenía apenas 17 años. Malala Yousafzai sigue hoy haciendo oír su voz; visibilizando a las mujeres y a las niñas que viven en condiciones de riesgo, y concientizando a la sociedad sobre la precariedad que azota a un porcentaje significativo de la población femenina del mundo.
Cabe destacar que en la actualidad Pakistán es el segundo país del mundo con la mayor cantidad de niños sin acceso a la escolarización, por lo que en materia de derechos humanos aún queda mucho trabajo por hacer en la nación oriental.
Con información de: Human Rights Watch / La Nación / Mujer Hoy / National Geographic / Wikipedia / Imagen de portada:
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