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Los mandalas, formas y colores que sanan

Los mandalas, formas y colores que sanan

Por Erika De Paz | No me gusta meditar. No soporto cerrar mis ojos, quedarme quieta y respirar profundamente. Para mí es una tortura eso de permanecer inmóvil, dejar a un lado mis pensamientos y desconectarme del mundo exterior. Jamás he logrado la tan ansiada conexión con mi interior, digamos que no es de mis “cosas” favoritas: el control de mi mente es bastante precario. Y como la calma y yo no nos llevamos bien, ese ambiente de silencio eterno resulta un verdadero martirio para mí.

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Muchos aseguran que para meditar no es necesario quedarse paralizado por horas. Tienen razón, aunque normalmente pensemos de forma equivocada, que sólo se medita de una manera: quietos, callados y con los párpados pegados. Pero existen otras formas de hacerlo, pintar mandalas es una de ellas. Estos círculos originarios de La India son una manera hermosa y beneficiosa de disfrazar una meditación; meditación que se vuelve activa y con la que obtenemos paz no sólo los adultos, sino los niños.

La palabra mandala significa en sánscrito «círculo sagrado». Es una representación o dibujo de diseño libre que comúnmente es circular, en donde los símbolos están ordenados de forma geométrica en torno a un punto central. Podemos observar un mandala completamente pintado: este acto tan sencillo ya resulta terapéutico. Y es que mientras contemplamos estas figuras llenas de colores brillantes, nuestra mente se aquieta; aunque para aprovechar todos los beneficios de esta práctica, lo ideal es pintarlos. Si lo hacemos de adentro hacia afuera, nuestra intención es poder exteriorizar las emociones; pero si lo coloreamos de afuera hacia adentro, estaremos motivados por la búsqueda de nuestro centro. Una vez que decidamos cómo hacerlo, lo importante es evitar cambiar la dirección.

Cada vez que realizamos esta técnica oriental, trabajamos la creatividad y nuestra parte espiritual. Al finalizar, nuestra obra de arte refleja todo lo que tenemos por dentro, ese es el trabajo terapéutico. De hecho, para los budistas, los mandalas muestran las vivencias de quien los diseña. Esto que constituye un centro energético de equilibrio, permite que trabajemos la paciencia, favorece la concentración, mejora la memoria y sirve para combatir el estrés.

Más allá de la importancia de dejarnos fluir al momento de colorear los mandalas, es importante señalar que los colores que utilizamos para llenar de vida estas figuras significan algo.  Podemos elegirlos de acuerdo a lo que queremos trabajar: el rojo permite aumentar nuestra capacidad de liderazgo; el verde potencia la esperanza; y el amarillo y las tonalidades marrones nos brindan seguridad, equilibrio y calma. Aunque comúnmente son circulares, existen muchas otras formas y, al igual que con los colores, éstas también simboliza algo. En este sentido, con el círculo trabajamos la seguridad; y con el cuadrado, la estabilidad. Y mientras el triángulo tiene que ver con la transformación, el corazón representa unión y amor.

Resulta fácil evocar nuestra infancia cada vez que pintamos mandalas. Sobre todo, recordar la felicidad que nos daba un simple pedazo de papel y algunos creyones.  Dibujar mandalas es entretenido, relajante y económico. Sólo tienes que sacar tus pinturas, y llenar de color esas formas hermosas, mágicas y enormemente sanadoras. ¿Qué esperas?

Foto: Mandala Shutterstock

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