Por Daniel Colombo / La palabra “Responsabilidad” es una de esas con peso propio. Algunos le temen, otros la asumen. Y todos la miramos de forma especial.
En el desarrollo humano, la responsabilidad puede ser vista como la habilidad para responder (respons-hability = capacidad de respuesta), y, como tal, es el dominio que tienes sobre determinados campos que les permite encaminar eficazmente lo que se presenta, y actuar.
La pregunta es: ¿por qué se huye de la responsabilidad? Puede ser por comodidad, por miedo a lo incierto del resultado que podría producirse, y hasta por mediocridad manifiesta.
Sin embargo, los seres humanos comprometidos con tomar las riendas de su existencia viven asumiendo responsabilidades. No tiene que ver con sobrecargarse de tareas en exceso, sino de ser asertivos sobre los aspectos sobre los que tomas parte para hacer que las cosas funcionen. Y esto se logra exclusivamente a partir de la acción con el propósito en mente.
El simple hecho de ponerte a pensar qué significa ser responsable -primero contigo; luego, ante los demás, y después, en la interacción con el entorno en el que te mueves- implica un nivel de compromiso alto e indelegable, que puede resultar pesado para muchas personas. Por eso prefieren ser irresponsables, en la más amplia concepción del término. Piensa y respóndete: ¿Cuál de esas personas eres tú?
Actuar con reactividad o proactividad: esa es tu elección
Dependiendo del nivel de preocupación que te provoque la situación al asumir tu parte, es posible distinguir tres tipos de responsabilidad: reactiva, proactiva y creativa.
Stephen Covey, conferencista y especialista en management, comenta que cuando la persona está sumida en un círculo de preocupación -real o imaginaria-, esa emoción domina todo, por lo que se achica su círculo de influencia. Esto sucede cuando actúa en modo reactivo.
En cambio, cuando la persona elige moverse y asumir la responsabilidad, pasa a ampliar su círculo de influencia, disminuye la preocupación y entra en un espacio virtuoso proactivo.
Conectado con estos conceptos, es posible identificar tres niveles de responsabilidad personal sobre los asuntos en los que interactuamos: reactiva, proactiva, y también creativa. Todo depende de la posición que decidas ocupar frente a ellos.
Responsabilidad reactiva
Este comportamiento indica que, ante un acontecimiento, tú reaccionas, aunque sea tarde, pese a que tenías pistas de que algo podía ocurrir. Es común escuchar muchas justificaciones e interpretaciones del porqué de la tardanza en actuar luego de que ocurriese el hecho.
Por ejemplo, en medio de algo que veías venir en tu mundo personal o laboral, harás lo posible por minimizar el daño, aunque sea tarde. Es como querer apagar un incendio con un balde de los que juegan los niños, en vez de, antes, llamar a los bomberos.
Podríamos decir que se trata de una actitud reactiva de emergencia frente al hecho consumado, por más que ya había indicios e, incluso, a veces tenías toda la información de cómo iban a resultar las cosas.
Hay un estudio que se hizo en el estado de Luisiana (Estados Unidos) luego de que muchas ciudades quedaran devastadas por el huracán Katrina. Les preguntaron a las víctimas que lo habían perdido todo si consideraban que, en algo, podían tener algún aspecto de responsabilidad sobre esa tragedia. La inmensa mayoría se ofendió enormemente; y un pequeño puñado de personas dijo que sí, por ejemplo, al haber elegido conscientemente vivir en una zona que es epicentro frecuente de huracanes, o al no haber contratado el seguro que correspondía, o por no haber seguido las advertencias de seguridad que se emitieron, o no haber hecho las aprobaciones edilicias que rigen allí.
Algunas frases típicas de los que actúan con responsabilidad reactiva son: “No me di cuenta de lo que estaba pasando”, “Intenté, pero…”, “Tenía pensado hacerlo”, “Me olvidé de avisar que esto podría ocurrir”, “De todas formas ayudé a resolver el problema”, “Siento impotencia”(y no actúa para mitigar el daño) o “La culpa es de…”
Como puedes observar, hay mucho del comportamiento de víctima en estos casos, en vez de hacerse totalmente responsables de tu decisión de no actuar.
Responsabilidad proactiva
En este caso, has hecho el mayor y mejor esfuerzo para evitar el daño antes de que se produzca. En un nivel más profundo, quizás hayas analizado posibles escenarios y sus causas; has trabajado en ellas y establecido un proceso a seguir por si se presenta un acontecimiento inesperado; es decir que tomaste acción.
Cuando eliges diseñar mecanismos de prevención de los acontecimientos, permites que se minimice la posibilidad de hechos de los que después te arrepentirías.
Por ejemplo, en los equipos de ejecutivos comerciales de distintas empresas con las que trabajo es habitual que establezcan planes de contingencia ante situaciones sensibles, diseñando de antemano escenarios alternativos que les permitirán seguir actuando pese a que los caminos se van desviando, o no son los que ellos esperaban. También tengo clientes que se han entrenado en diseñar procedimientos preventivos no sólo en sus empresas, sino con sus familias.
En la dinámica de la responsabilidad es sumamente importante que asumas un rol activo y que puedas adoptar el hábito de la proactividad, que es moverte hacia el mejor resultado posible, anticipándote a los acontecimientos que, eventualmente, podrían ocurrir. En disciplinas como la ingeniería y la ciencia, esto es un procedimiento habitual, por ejemplo, al establecer normas de seguridad que luego respetan sin excepción.
Para reflexionar, aquí van algunas frases de quienes se hacen responsables proactivamente: “Necesito actuar de inmediato”, “Me hago cargo de la situación”, “¿Quién me ayuda a tomar esta parte del tema así lo hacemos juntos?”, “Estoy buscando las mejores alternativas”, “Sé que puedo resolver lo que pase si nos movemos juntos”.
Responsabilidad creativa
En este caso, aplicar tu responsabilidad creativa se logra usando la visión y la inventiva, un talento que tenemos todos los humanos, aunque muchos digan lo contrario con expresiones como “yo no soy creativo”.
Para ilustrar, cierta vez un cliente del rubro turismo quedó totalmente paralizado como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Puesto en la situación, y aplicando su creatividad, encontró la forma de generarse ingresos haciendo una serie de seminarios virtuales sobre su especialidad, lo que, a su vez, le permitía promocionar sus servicios. Con participantes de varios países, logró captar lo que hoy son clientes, y también selló una alianza europea para dar los mismos seminarios para otras organizaciones.
Es decir que si actúas con responsabilidad creativa buscas permanentemente disolver problemas, en lugar de resolverlos por completo. Sin embargo, te sigues moviendo en un sentido constructivo.
Es frecuente que en este tipo de casos se escuche decir: “Estoy buscando la vuelta a esta cuestión”, “Ya se me va a ocurrir algo ingenioso”, “Soy una persona creativa y sé cómo salir adelante”, “Estoy a cargo del asunto y lo voy a resolver”.
Otras 3 ideas sobre la responsabilidad
Para pensar juntos:
La gente no se resiste al cambio; se resiste a ser cambiada.
Hay un meme circulando en las redes sociales que muestra a personas en dos filas: un cartel indica “¿Quién quiere un cambio?” y se ve una cola muy extensa. La otra fila indica “¿Quién quiere cambiar?”, y muestra apenas a dos o tres personas.
Esto grafica que el cambio empieza en lo individual, y que nace de una elección interna de hacerse responsable de todos los acontecimientos de tu vida.
Cambiar la duda por pregunta
Esta estrategia te ayudará a revertir situaciones en las que no sabes si hacerte o no responsable. Pregúntate: ¿Qué es lo que me impide hacerme responsable de esta situación?, ¿Hay algún patrón interno al que me estoy aferrando para actuar así?, ¿Qué puede suceder si me hago responsable? ¿Y si no me hago responsable, cuáles pueden ser las consecuencias?.
De lo que se trata es de que amplíes tu campo de visión sobre las situaciones, para elegir la responsabilidad por sobre la victimización y la inacción.
Cambiar la protesta por propuesta, y reproche por reclamo
Como has visto, la gran clave de la responsabilidad es tomar acción al hacerse cargo. Al no responsabilizarte, de alguna forma estás protestando o manifestando -desde el no hacer- tu desacuerdo implícito o tácito. Entonces, muévete con propuestas, alternativas, y plantea siempre al menos tres cursos de acción: esto es proactividad responsable en estado puro.
También en el modo responsable reactivo suelen aparecer expresiones de reproche hacia el exterior. Cada vez que apuntas con el dedo hacia afuera, te desvías de tu responsabilidad y caes en tu rol de víctima. Es el caso de esas personas que dicen “yo adhiero con tal causa, pero no me pidas que ponga mi firma y documento”. Eso es tibio respecto a tu responsabilidad. Es preferible que asumas un no rotundo.
Entonces, en vez de reprochar si no estás de acuerdo con algo, cámbialo por un reclamo formal, con tu firma y sello: es sustancialmente distinto. Esta forma implica que asumes tu responsabilidad total, y que pones en movimiento algunas alternativas, porque no se trata de protestar porque sí, sino de generar soluciones.
Como dice Les Brown, la invitación es esta: “Acepta la responsabilidad de tu vida. Debes saber que eres tú quien te llevará a donde quieres ir, no hay nadie más.”
Imagen: Shutterstock
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