La historia de Isabel Tudor, posteriormente conocida como la reina Isabel I de Inglaterra, corresponde a uno de los episodios más interesantes y significativos, no solo de la historia moderna, sino de la cultura universal. Persuasiva, pragmática y comprometida con el pueblo inglés, Isabel desempeñó el rol de monarca de forma soberbia, y pasaría a la historia bajo el epíteto de la «reina virgen».
¿Quién era la reina Isabel I?
Isabel Tudor nació el 7 de septiembre de 1533, año en que el rey Enrique VIII rompió todos sus vínculos con el catolicismo en Roma, para contraer matrimonio con la noble Ana Bolena, y dar inicio al protestantismo de la Iglesia anglicana.
Desde su nacimiento, la futura reina se vería relegada al olvido dinástico, pues sus padres ansiaban obsesivamente con que su heredero se tratase de un varón, que continuara el linaje de la familia Tudor, y con ello, el poder y el legado.
Después del nacimiento de la princesa, a quien muchos consideraron bastarda por haber sido producto de un matrimonio fuera del catolicismo, religión dominante de la época, el rey Enrique VIII se casó en tres oportunidades, con la finalidad de obtener un hijo a quien heredarle la corona.
Fue así como Isabel I sería criada bajo la influencia de Catalina Parr, la nueva esposa del rey, quien le proporcionó una educación excepcional y la formó como protestante, bajo la tutela de la Iglesia anglicana.
Isabel I y el olvido de su dinastía
De esta manera, el olvido de Isabel incrementó, en la medida en que nuevos hermanastros tenían mayor oportunidad a la corona. Primero tuvo que esperar a que fuese el turno de su hermanastro, Eduardo VI -hijo del rey Enrique VIII y de Juana Seymour-, quien se convirtió en monarca de Inglaterra e Irlanda desde el 28 de enero de 1547 hasta el día de su muerte, en 1553.
Posteriormente, tras la muerte de Eduardo VI, fue el momento de María Tudor para acceder al trono. Hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, su reinado se encuentra, indudablemente, entre los más controvertidos de la historia de Gran Bretaña.
El ascenso a la corona
El 6 de noviembre, en su lecho de muerte, María, quien no tenía hijos, reconoció a Isabel como su heredera, luego de haberse enfrentado al recelo del Parlamento, que se oponía a la idea tanto de ejecutar a Isabel, como de alejarla de la línea sucesoria.
Finalmente, el 15 de enero de 1559, a pocos meses del fallecimiento de la reina María, Isabel I es coronada como reina de Inglaterra e Irlanda. La monarca contaba con 25 años de edad y una gran responsabilidad sobre sus hombros.
Política de protestantismo, cultura y guerra con España
Una vez en el trono, Isabel continuó con la política de protestantismo de su padre, Enrique VIII. La monarca estableció una muy buena relación con la Iglesia anglicana, así como con los países adyacentes. El esplendor del gobierno isabelino repercutió directamente en una estabilidad económica, política y social.
No obstante, durante su reinado, el terreno cultural fue quizás el más rico, teniendo como principales exponentes a figuras como William Shakespeare y Christopher Marlowe.
Luego vendrían la excomunión papal, y la histórica enemistad con el rey Felipe II de España, con quien libró un enfrentamiento del cual, a pesar de haber salido triunfante en 1588, con la pérdida de la Armada Invencible española, dejó en una posición económicamente comprometedora a ambos países.
El rechazo al matrimonio y la idealización de su virginidad
Isabel, resuelta a la idea de no casarse para no poner en riesgo su corona, aseguró que su compromiso era únicamente con Inglaterra. Convenció a la Cámara de los Comunes, quienes no dejaban de pedir la supervivencia de la dinastía Tudor, del hecho de que todos los ingleses eran sus hijos.
Adicionalmente, a pesar de haber contado con una lista importante de amantes, la virginidad de la reina Isabel I de Inglaterra era un atributo por el cual quería ser recordada para siempre. Y en efecto, el epíteto de «reina virgen» permanece arraigado a su memoria.
Obsesionada con la belleza y la juventud
Un rasgo, fundamentalmente distintivo en relación a los retratos de la reina Isabel I de Inglaterra, corresponde a la meticulosidad con la que se detallaba pictóricamente la palidez de su rostro virginal.
Con rasgos exagerados, para erradicar la vejez de su piel, la reina vestía aparatosas vestimentas, acompañadas de todo tipo de accesorios nobles, propios de la época.
La muerte y su memoria histórica
A la edad de 69 años, la reina Isabel I falleció en el Palacio de Richmond. La expresión utilizada para referirse a cómo murió la intrépida monarca fue:
“Ligeramente como un cordero, fácilmente como una manzana madura del árbol”.
Su reinado corresponde al quinto más largo de la historia inglesa, sumando un total de 44 años y 127 días en ejercicio del poder. La monarca se encuentra detrás de Isabel II, Victoria I, Jorge III y Eduardo III.
Con información de: ABC / La Vanguardia / IMDb
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