Si atendemos a una investigación publicada por la Universidad de Chicago en 2001, vemos que hacer deporte por la noche es bueno especialmente para regular la secreción de dos hormonas importantes para el metabolismo: el cortisol, que da respuesta al estrés, y la tirotropina, que desempeña un papel importante en la reparación muscular.
El mismo estudio apuntaba que esos horarios (también la última parte de la tarde) favorecen una mayor quema de glucosa. La Universidad de Brunel (Reino Unido) lo tomó desde otra perspectiva.
Publicó en la revista British Journal of Sports Medicine una investigación en la que siguió el régimen de entrenamiento matinal de 14 nadadores profesionales. En ella, descubrió que los deportistas producían menos inmunoglobulina A, que es una sustancia que protege el organismo de infecciones respiratorias, por ejemplo.
Además, tenían una sobreestimulación de la producción de cortisol, cosas que, unidas, pueden causar disfunciones en el sistema inmunitario. Pero ninguno de estos efectos se presenta cuando la práctica no es muy intensa. Lo que es sabido es que, en general, no es bueno realizar ejercicio físico las dos horas que preceden al momento de acostarse, porque pueden causar insomnio o, al menos, dificultades para conciliar el primer sueño. La razón es que el esfuerzo favorece la secreción de hormonas estimulantes y aumenta la temperatura corporal.
Fuente: Quo.es
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