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La nariz también se trastorna

La nariz también se trastorna

La nariz es el órgano del cuerpo que rige uno de los cinco sentidos, el olfato. Este forma parte de lo que se llama sistema quimiosensorial, es decir, de los sentidos químicos; y permite que podamos disfrutar del olor de las flores, la playa, un buen perfume o el aroma del café por las mañanas.

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Como en los animales –que en algunos casos tienen más desarrollados este sentido- el olfato puede mantenernos alerta a peligros. Por ejemplo, si se está incendiando algo, si hay una fuga de gas, un químico tóxico en el ambiente o si existe algo en descomposición.

También tiene una estrecha relación con el sentido del gusto. Los alimentos, al ser masticados liberan un olor que sube por la orofaringe. Por eso, cuando tenemos gripe y la nariz se constipa, nos es difícil saborear la comida y generalmente la percibimos “desabrida”.

 

¿Cómo distinguimos los olores?

La nariz posee unas células llamadas neuronas sensoriales olfativas, y se encuentran ubicadas en un tejido que está dentro de la parte de arriba de las fosas nasales. Ellas tienen una conexión directa con el cerebro, que es el que descifra los olores. Estos tienen dos vías para llegar allí, mediante las fosas nasales y por medio de la conexión que existe entre el tope de la garganta con la nariz.

Sin embargo es curioso que existan terminaciones nerviosas que también se ven influenciadas por el olfato. Los ojos y la boca, forman parte de ellas y ayudan a detectar sustancias irritantes como el mentol, que hace que nos piquen los ojos y la cebolla, que nos hace llorar. Es el caso también de las bombas lacrimógenas. Todos estos sentidos están interrelacionados.

Cuando estas neuronas sensoriales comienzan a fallar, se origina lo que llamamos Trastornos del olfato. A veces, esto es causado por alguna enfermedad o lesión anterior pero por lo general, los factores más comunes son: el envejecimiento, sinusitis, fumar, problemas con las hormonas, lesiones en la cabeza, exposición constante a productos químicos e incluso algunos medicamentos, y otros trastornos como el Parkinson y el Alzheimer.

Los trastornos del olfato son:

La hiposmia: Disminución de la capacidad para detectar olores.

-La anosmia: Incapacidad para detectar olores.

La parosmia: Cambio en la percepción normal de los olores. Los síntomas generalmente disminuyen con el tiempo. Aunque hay casos en los que afecta a los pacientes durante años.

La fantosmia: Sensación de percibir un olor que en realidad no está presente, algo así como una alucinación olfativa. Para algunas personas, afecta a ambas fosas nasales, mientras que para otros, solo una.

La hiperosmia: Aumento de la percepción de los olores. Las causas pueden ser genéticas, ambientales o el resultado de un síndrome de abstinencia de las benzodiacepinas (medicamento psicotrópico). A veces se produce en un estado temporal debido al embarazo o el uso de drogas.

 

Estadísticas

Según un estudio de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello,  uno de cada cinco adultos sufre algún tipo de trastorno del olfato.

Mientras que otro artículo publicado en la revista Chemical Senses, afirma que el 23% de los norteamericanos mayores de 25 años padece uno de estos trastornos, y que la probabilidad aumenta con la edad, destacando un 32% a los 80 años.

 

Diagnóstico

Lo ideal es visitar a un otorrinolaringólogo, él hará las pruebas pertinentes para descifrar si existe o no algún tipo de trastorno, si es corregible y la manera adecuada de tratarlo.

Los exámenes pueden incluir revisiones físicas de los oídos, nariz y garganta; una revisión de la historia médica, exposición a sustancias químicas tóxicas o posibles lesiones; y una prueba del olfato.

Pialet Narváez | culturizando.com
Con información de: 20minutos.es / nidcd.nih.gov / misvideosdesalud  / infosalus / anosmia.info | Foto: Nariz / Shutterstock

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