El pañuelo es uno de esos objetos imperecederos que ha caminado a través de los tiempos, adaptándose a las necesidades y costumbres de cada sociedad y de cada era. A lo largo de su historia el pañuelo ha tenido múltiples usos y ha estado presente en distintos ámbitos. Siglos atrás, el público expresaba su agrado o desagrado por las representaciones de los teatros y circos romanos agitando esta prenda.
Tiempo después se alzaría como un elemento que marcaría el rango y el prestigio de las clases altas aunque más tarde se popularizaría y la prenda llegaría a toda la población. En su larga vida el pañuelo también ha formado parte de fiestas tradiciones como la de los Sanfermines o las corridas de toros, y se ha integrado en bailes como la zamba, la cueca y la marinera. Asimismo, también ha encontrado un hueco en juegos infantiles, en el ámbito de la higiene y en el mundo de la moda y la decoración.
Son muchos los usos que se le han dado a esta prenda. No ha cedido ante el paso de los tiempos y se ha sabido acomodar a las nuevas necesidades. Sin embargo, es verdad que algunas de sus usanzas se han ido perdiendo y son ya un recuerdo del pasado. Aunque hoy día es ya una costumbre olvidada, lo cierto es que tiempo atrás el pañuelo se convirtió en un elemento fundamental para transmitir mensajes entre amantes. En una sociedad represiva, donde cada acto de la mujer podía ser cuestionado y su reputación podía quedar en entredicho, se gestó un código con una de las prendas asiduas de aquellos tiempos con el que se facilitaba la comunicación entre los hombres y las mujeres, y se escapaba así de los prejuicios de la sociedad.
Pero ¿cuáles eran los mensajes que se escondían tras los sutiles gestos con los pañuelos?
Con apenas unos disimulados movimientos de la prenda, una mujer podía manifestar el interés por un hombre e iniciar el contacto. Para este propósito se idearon unas claves:
-Dejar caer intencionadamente el pañuelo: era una manera de llamar la atención de un hombre y decirle veladamente que se deseaba iniciar el cortejo amoroso. Esta era la seña con la que las mujeres indicaban al sexo opuesto que tenían luz verde para abordarlas.
-Llevar el pañuelo suelto y cogido por una de las puntas: otra forma de llamar la atención de un hombre. En esta ocasión el mensaje de las doncellas era que encontraban agradable al susodicho y le pedían que las siguieran con disimulo.
-Doblar el pañuelo lentamente o pasar la prenda por la oreja izquierda: era la tercera manera con la que la mujer expresaba su deseo de iniciar una conversación con el interesado.
Una vez captado el interés del hombre, el código se ampliaba y se añadían movimientos con los que se podían mantener una conversación silenciosa. Los códigos para dialogar sin palabras eran los siguientes:
-Apoyar el pañuelo en la mejilla izquierda: era una señal afirmativa.
-Apoyar el pañuelo en la mejilla derecha: era la señal negativa.
-Como quien mira las iniciales: cuando una mujer fingía estar interesada en las letras bordadas de su pañuelo lo que en realidad pretendía era informar a su enamorado de que había leído su carta.
-Guardar el pañuelo en el bolsillo: era, en realidad, la promesa de que la joven contestaría la carta recibida.
-Doblar el pañuelo por las puntas opuestas: era una forma de anunciar su asistencia a misa y de pedir al hombre que la esperase allí.
-Morderlo con disimulo: cuando una mujer se acercaba la prenda a sus labios y la mordía con disimulo lo que hacía, en realidad, era expresar su deseo por volver a ver a su pretendiente. El mensaje implícito en este gesto era “no dejes de venir”.
-Pasar el pañuelo suavemente sobre los ojos: era un movimiento con el que la dama expresaba su preocupación por que su familia hubiera descubierto su amorío. Con este ademán alertaba a su enamorado.
-Pasar el pañuelo por la oreja derecha: era un gesto con el que la mujer le comunicaba a su pretendiente que sabía que le era fiel.
-Agitar el pañuelo con ambas manos: este era uno de los movimientos que presagiaban un fatídico final para la relación. Con esto la dama le comunicaba al hombre que estaba enterada de que tenía otra mujer a la que también regalaba atenciones.
También había claves con las que indicar el estado civil y, de esta manera, ahorrar confusiones o crear falsas esperanzas. Las señas para indicar la disponibilidad eran las siguientes:
-Anudar el pañuelo en una mano: era uno de los gestos que rompía los corazones de muchos enamorados. Llevar la prenda de esta manera indicaba que la mujer se hallaba comprometida.
-Anudar el pañuelo en el dedo índice: otro seña para informar de que la dama estaba comprometida.
-Anudar el pañuelo al dedo anular: tenía el mismo uso que las alianzas hoy día. Se comunicaba que la mujer se encontraba ya casada.
En este lenguaje silencioso se incorporaron también otros movimientos que estaban destinados a comunicar diferentes sentimientos:
-Pasarlo por la frente: con este gesto la mujer mostraba sus dudas hacia las intenciones de las que era beneficiaria. Aunque no era una negativa rotunda a la relación, el interesado sabía que debería trabajar más para ganarse la confianza de su amada.
-Pasarlo por los ojos: ya hubiera lágrimas o no era un gesto inequívoco de aflicción.
-Enjugar el rostro: una señal que denotaba impaciencia.
-Dejar caer el pañuelo sin intención: era una muestra de dejadez y displicencia.
Y, por supuesto, también se crearon movimientos claves para expresar el anhelo amoroso:
-Agitar el pañuelo con la mano izquierda: era uno de los gestos más esperados por los enamorados pues era toda una declaración de amor por parte de la mujer. Se traducía como “mi corazón te pertenece”.
-En actitud de hacer aire: otro de los aspavientos más ansiados entre los enamorados. En esta ocasión la protagonista le decía “mi corazón late por ti”.
Pero no siempre el mensaje que se creaba con la prenda guardaba dulces sentimientos. También se usó el pañuelo como una forma de mostrar desprecio, indiferencia y desamor:
-Retorcer el pañuelo con ambas manos: era un gesto que apagaba las llamas del amor. Con él la mujer mostraba su indiferencia hacia el interesado y le comunicaba que no albergaba sentimientos hacia él y que debía retirarse.
-Retorcerlo con la mano derecha: otro de los movimientos que ningún pretendiente quería recibir. Esta seña indicaba que la mujer estaba enamorada de otro.
-Jugar con el pañuelo: cuando una dama jugueteaba distraídamente con la pieza de tela entre sus manos, el interesado sabía que poco tenía que hacer con ella. El mensaje recibido no podía ser más desalentador: “te desprecio”.
-En actitud de sacudirse el vestido: este era otro mensaje de desamor entre la pareja. En esta ocasión, la mujer declaraba que aborrecía a su enamorado y le pedía que se marchase.
-Retorcerlo con la mano izquierda: el gesto de la ruptura. Con él la dama daba por terminada la relación.
-Agitar el pañuelo con la mano derecha: este sencillo movimiento guardaba un terrible mensaje puesto que era toda una declaración de odio hacia el hombre.
Una colaboracuón de V. Proaño @Proanno
Fuente: JAZMÍN, D. FLORENCIO. “El lenguaje del pañuelo”. En El lenguaje de las flores y el de las frutas, con algunos emblemas de las piedras y colores. Barcelona: Librería de Manuel Saurí, 1870
--
--