Por Pónganse a Leer | “Ese día, para consolarlas, doña Nydia revivió su dolor ante esas madres. Y fue muy triste: lloré mucho. Sentí que estaban equivocados quienes enviaban a esos niños a matarse entre ellos. Y lloraba especialmente porque había descubierto mi ignorancia: después de llevar un dolor de tantos años, creía que el único dolor era el de los nuestros. Entonces sentí mi dolor pequeño comparado con el de esas personas para quienes la vida cotidiana era la guerra. En la guerra sólo gana el dolor”.
Este es un párrafo contundente, lapidario, tristísimo y enternecedor, pero, sobre todo porque hoy, al igual que ayer y seguro que mañana, el mundo es testigo de muchas guerras al mismo tiempo, no solamente hay conflicto bélico en Ucrania en este momento.
Si nos ponemos a ver con calma y detenimiento, nos daremos cuenta que, por ejemplo, en Yemen por causa de la guerra, mueren miles de mujeres y niños, por hambre o enfermedades prevenibles, que por la violencia no pueden ser impedir. En Etiopía, la gente también muere por el hambre que genera la inseguridad alimentaria a causa de la guerra civil que asola el país. Hay otros lugares en África, en donde los islamitas andan en una lucha perenne, causando muertes y expulsando a millones de personas de sus hogares, sólo porque rezan de forma distinta.
En Afganistán, aunque los niveles de violencia han disminuido, los talibanes han vuelto a instaurar un régimen del terror, desde agosto del año pasado cuando se hicieron con el poder y nadie hizo nada, dejamos a las mujeres afganas a su suerte. Que diría Nadia Anjuman, la poeta afgana, asesinada a golpes por su esposo solo por querer escribir poesía.
Ahora mismo, China está como gata patas arriba por Taiwan, mientras los Estados Unidos se hace la gatita de María Ramos, tirando la piedra y escondiendo la mano, o Nicaragua que se enfrasca en una persecución a la Iglesia Católica y han llegado a profanar los templos y encarcelar sacerdotes.
Las mujeres, las principales víctimas de la guerra
Como ya hemos hablado en este podcast de la guerra, en el episodio 36, donde nos acercamos a la segunda guerra mundial a través del comic Maus, aquí no vamos a regodearnos mucho estableciendo antecedentes. Solo recordaremos qué, la guerra, es una lucha armada, que se prolonga en el tiempo, que enfrenta a grupos humanos, y que desencadena una disputa continuada, que genera violencia y afecta siempre y en gran medida a las mujeres.
Las mujeres se han acercado a la guerra desde la escritura, como la han visto y como nos comparten su visión desde sus narraciones.
Las mujeres participan en la guerra, lo hacen desde diferentes trincheras, a veces como enfermeras, otras veces como cuidadoras, otras tantas como madres, hijas; hay quienes lo hacen como espías o combatientes activas en los campos de batalla, las mujeres siempre han sido parte de los conflictos bélicos a lo largo de la historia.
Generalmente, en tiempos de guerra, las mujeres forman parte de la población civil, al igual que hombres y niños, y como civiles, están expuestas a la tortura, los ataques indiscriminados, los asesinatos, las amenazas, los secuestros, las desapariciones forzosas, detenciones, el encarcelamiento, la violencia sexual, el desplazamiento o el reclutamiento forzado.
A las mujeres les toca, en muchas ocasiones hacer frente a la tragedia para garantizar la alimentación y la supervivencia de sus familias, les toca procurar sustento y atención médica en una situación de pobreza pasmosa, de pérdida de trabajo y destrucción de sus hogares.
En tiempos de guerra, a las mujeres y las niñas se les trata como “botín”. De manera que, son víctimas de violaciones sistemáticas, que en ocasiones terminan en embarazos forzosos.
Desde todos estos lados, las mujeres viven la guerra y precisamente desde esa óptica la registran, la narran, la cuentan.
La guerra narrada por las mujeres
Existen un sinfín de obras literarias con la guerra como telón de fondo, muchas de ellas han sido escritas por mujeres, pero como muchas cosas en la vida, las voces de las mujeres han quedado en el silencio, vamos a hacer un repaso por algunas obras escritas por mujeres en las que la guerra es una protagonista, estas son obras que yo he leído, como les digo siempre, yo no hablo de libros que no haya leído, porque me perece fraudulento, y para hacer este repaso, que haremos en orden cronológico, atendiendo al momento en el que se sucedieron los conflictos bélicos.
En este orden, vamos a hablar primero de la monumental obra de Margaret Mitchell “Lo que el viento se llevó”, una novela publicada en 1937, que se ha convertido en un clásico dentro de la literatura, y que inspiró una película que es un referente dentro de la historia del cine.
Lo que el viento se llevó, es una obra de ficción, enmarcada en un hecho histórico de gran relevancia para la sociedad estadounidense, la guerra de secesión, que tuvo lugar en los Estados Unidos, entre 1861 y 1865. Y que se desencadenó cuando 7 de los 34 estados que tenía el gigante del norte en ese momento, declararon la guerra en medio de una controversia sobre la esclavitud, esto pasó en época del presidente Abraham Lincoln. Y aunque la trama y los personajes son ficticios, la autora, en un ejercicio fenomenal de escritura, nos regala un retrato muy realista de los acontecimientos.
La novela, se centra en la relación de amor-odio entre la protagonista Scarlett O’Hara y Rhett Batler.
Pero que es lo que pasa en esta novela, la historia empieza en una plantación en la ciudad de Savanah, en el estado de Georgia, que es propiedad del padre de Scarlett O’Hara, que es la joven más bella y deseada de la zona, y ella como es consciente de eso, era una muchacha engreída, que pasaba los días pensando en quien sería el afortunado que se casaría con ella.
Scarlett, estaba enamorada de Ashley Wilkes, pero Ashley se enamora de Melanie, en eso aparece un tal Rhett Batler, que es la antítesis de Ashley, no guarda las formas, es sarcástico y osado.
En abril del año 1861, llega la noticia de que se iniciaría la guerra entre los estados del sur, que era conservador y se oponía a la liberación de los esclavos y los del norte, que era liberal y luchaba por la abolición de la esclavitud.
Scarlett se termina casándose con el hermano de Melanie, y ambas ven partir a sus maridos a la guerra, el esposo de Scarlett muere, así que muy jovencita, la protagonista queda viuda y embarazada.
Entonces se va a vivir con la tía de su difunto marido, para estar cerca de su amor verdadero, Ashley, la cuestión es que ahí coincidiría con Rhett, con quien empieza a surgir una amistad con cierta atracción sexual entre ambos.
Como la guerra avanza, Scarlett se vuelve enfermera voluntaria, y empieza a agarrarle cariño a Melanie, que se convierte en una hermana para ella.
La guerra se pone peor, el mundo que Scarlett conocía ha terminado, el sur iba perdiendo la guerra y la devastación era tremenda.
Entonces, Scarlett se convierte delante de nuestros ojos, en una luchadora implacable, que está dispuesta a hacer lo que sea para defender lo poco que le quedaba. Vuelve a su plantación y toma el control. Le toca tomar decisiones difíciles, que le costarían el rechazo de la sociedad de la época.
En “Lo que el viento se llevó”, se retrata el camino hacia la madurez de una mujer, en un momento histórico súper complejo, durante los cuatro años, que duró la guerra, murieron entre 620.000 y 750.000 personas, la mayor parte de la infraestructura del sur fue destruida o afectada en tal manera que no podía recuperarse, como paso con los sistemas de transporte. Todo terrible.
Esta es una de las novelas más vendidas de toda la historia, que le valió a su autora el Premio Pulitzer, que ganó a los meses de la publicación de la obra. Y como todas las grandes obras de la literatura, no escapa a la controversia por varias razones, entre ellas la “banalización” que se hace de una violación dentro del matrimonio de los protagonistas, también por el tratamiento que se realiza sobre la esclavitud, pero a ver gente, yo vuelvo sobre lo mismo, no esperemos que todo tiempo pasado, se actuara y pensara como ahora, y borrar eso, o cancelarlo, no significa que eso no sucediera.
Ahora nos vamos a China, a la guerra civil y la revolución china, que la autora Jung Chang, nos cuenta en “Cisnes salvajes”.
Los hechos que nos cuenta Chang, suceden como consecuencia de que entre 1894-1895, tuvo lugar el ataque japonés a China, que perdió Manchuria, y pasó a ser dominada por Japón. Luego en 1911, tras la derrota del emperador chino Pu Yi, se la república, que es liderada por Sun Yat-sen. Para 1927, se unifica la mayor parte de China y comienza la guerra civil que enfrenta al grupo nacionalista, que gobernaba en China y el Partido Comunista Chino, comandado por Mao Zedong.
En este escenario, se nos presentan 3 mujeres, una abuela, una madre, y una hija. “Cisnes salvajes”, es la saga de tres mujeres que luchan igual que las mujeres en la obra anterior, por sobrevivir, aquellas en el pacífico chileno, estas en la China de principios del siglo XX, es un relato tremendamente duro, les toca enfrentar invasiones, combates, revoluciones, y todos estos escenarios, las mujeres son víctimas silentes.
Primero se nos presenta la historia de la abuela, que es precisamente la abuela de la autora, esta señora nació en 1909, en esta época en China imperaba la sociedad feudal. A los 15 años de edad, la convierten en concubina de un señor de la guerra. Su nueva vida era compleja, la atmosfera era intrigante y llena de malicia, no solo los otros señores de la guerra creaban caos, también la esposa, los sirvientes y las otras concubinas de su señor de la guerra. Total que en 1933, este señor de la guerra estaba en las últimas, y la abuela huye, llevándose a su hija, que es la madre de la autora.
La madre, desarrolló una activa labor clandestina durante sus años de estudiante, su trabajo era transmitir información a las fuerzas comunistas que asediaban su ciudad durante la revolución.
Se casó con uno de los guerrilleros de Mao Zedong, y una de sus hijas alcanza la mayoría de edad durante la Revolución Cultural, esta hija es nuestra autora, Jung Chang.
Chang integra forma parte de la Guardia Roja, pero después de tres meses se rebeló contra la tiranía de Mao, esto coincide con los años de devastación que vinieron con la Revolución Cultural, Chang vio como sus padres eran denunciados y enviados a campos de trabajo.
Ella se exilia en las montañas, y trabaja como campesina y «doctora descalza».
En «Cisnes salvajes», se nos presenta una obra emocionante, sobre todo porque los hechos que cuenta, son históricos, reales, y nos ofrecen un retrato escalofriante de la experiencia de la guerra.
El libro se publicó en 1991, pero aun hoy en día está prohibido en China, pero eso no le ha impedido que le traduzcan a más de 30 idiomas y se haya ganado el NCR Book Award en 1992 y British Book of the Year en 1993.
En el año 2015, la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich ganó el Premio Nobel de Literatura, según el veredicto, se le otorgó por sus escritos polifónicos, que constituyen un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo, uno de esos escritos es la obra de la que les voy a hablar ahora, “La guerra no tiene rostro de mujer”.
La novela fue escrita en 1983, y tenía como propósito narrar la experiencia de la guerra desde las voces de las mujeres que la sufrieron.
Esta guerra es la “segunda guerra mundial”, y estas mujeres a las que la historia invisibilizó, nos cuentan sus experiencias en los períodos de posguerra, estas mujeres también fueron valientes y heroicas, combatieron en el ejército rojo, y estuvieron en hospitales, en escuelas y otros escenarios, desde donde libraron sus batallas.
El libro está escrito en primera persona, y a ratos parece una tesis sobre la actuación de las mujeres de la Unión Soviética en el campo de batalla durante La Segunda Guerra Mundial.
En esta maravilla de libro, nos encontramos con una serie de pequeños relatos, de esas mujeres que se jugaron la vida por su país y que hasta ahora han permanecido en el silencio y la oscuridad.
Estos relatos, nacen de la memoria de la autora, que reconoce que recuerda las historias de las mujeres de su pueblo, a partir de ahí, empieza a entrevistar a un montón de mujeres que sirvieron en el ejército rojo, el resultado es demoledor.
Estas mujeres, sobrevivieron a experiencias terribles, muy difíciles, y realmente dolorosas, esas experiencias, se narran en primera persona, y se entrelazan, haciendo del libro un canto coral muy íntimo, aquí se habla de las consecuencias de la invasión alemana al territorio ruso y como las mujeres sufrieron como las primeras víctimas de aquel despropósito.
Entre tanta crudeza, la autora, se toma pequeños permisos para bajar la carga tan dura de los relatos, y lo hace presentando de manera más ligera, esas pequeñas cosas de la vida humana.
Alexiévich, no se queda por fuera de los testimonios, ella abre la obra con un capítulo titulado “La persona es más que guerra”, en donde cuenta parte de su historia personal, y tiende puentes entre el lector y las narraciones a las que se va a enfrentar, yo les voy a compartir un trocito de este capítulo que dice:
“En la biblioteca escolar, la mitad de los libros eran sobre la guerra. Lo mismo en la biblioteca del pueblo, y en la regional, adonde mi padre solía ir a buscar los libros. Ahora ya sé la respuesta a la pregunta ¿por qué?. No era por casualidad. Siempre habíamos estado o combatiendo o preparándonos para la guerra. O recordábamos cómo habíamos combatido. Nunca hemos vivido de otra manera, debe ser que no sabemos hacerlo. No nos imaginamos cómo es vivir de otro modo, y nos llevará mucho tiempo aprenderlo.
En la escuela nos enseñaban a amar la muerte. Escribíamos redacciones sobre cuánto nos gustaría entregar la vida por… Era nuestro sueño.
Sin embargo, las voces de la calle contaban a gritos otra historia, y esa historia me resultaba muy tentadora.”
Este libro es realmente conmovedor, pero no por lo emotivo directamente, sino porque nos presenta un drama real, en el que los seres humanos nos hemos metido nosotros solitos.
Y una guerra que vivimos nosotros desde cerquita, es el conflicto armado en el vecino país, en Colombia, y la forma como yo me acerque a esta historia de tanto dolor fue a través del libro de la periodista colombiana Patricia Lara, “Las mujeres en la guerra”, en donde se recogen, al igual que en el texto de Alexiévich, las experiencias de varias mujeres, que fueron protagonistas, testigos y víctimas de esa guerra entre hermanos, que tuvo lugar en Colombia desde 1960 hasta entrados los 2000.
Patricia Lara, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes, luego hizo un posgrado en Ciencias de la Información en la Universidad de París y una maestría en Periodismo en Columbia University, en Nueva York.
En 1974 fundó, con el ex-presidente Carlos Lleras Restrepo, el semanario Nueva Frontera, también fue corresponsal en Europa, Estados Unidos y América Latina para varios medios como Alternativa, Proceso (México), El Espectador y Caracol Radio. En 1994 se ganó el Premio Nacional de Periodismo, por un trabajo que hizo sobre drogas, el gran problema colombiano.
En el 2000, publica “Las mujeres en la guerra”, con el que se gana el Premio Planeta de Periodismo en ese mismo año.
El libro se presenta como un reportaje literario, y mantiene los rasgos propios de este género, pero esta mujer es capaz de llevarlo más allá. Yo me imaginaba los encuentros entre Lara y las voluntarias, y podía sentir la confianza que construyo con ellas, para que narraran aquellas historias.
Cada una de ellas se involucró en el conflicto armado colombiano, desde frentes distintos como ya les mencioné, unas como victimarias y otras como víctimas.
Pero uno nunca deja de sentir empatía por ellas, ni por las víctimas, ni por las criminales, porque es que esas mujeres terminaron ahí, porque unos hombres de mierda no pudieron resolver sus problemas de manera distinta a los golpes.
Cada capítulo presenta un monólogo, en el que se presentan sin juicio los hechos, de manera que cuando se completa, el lector tiene un panorama en 360 grados de la guerra en Colombia.
Estas mujeres son: una ex guerrillera del ELN y del M-19; una comandante de las FARC; una de las mujeres más influyentes de las Autodefensas; la viuda de un dirigente de izquierda asesinado y la de un teniente del ejército muerto en combate; la madre de un soldado retenido por la guerrilla; una desplazada por todas las violencias; una secuestrada por el ELN en contrapunteo con su madre quien hace hasta lo imposible para salvarla; y Margot Leongómez de Pizarro, hija de militar, esposa del Almirante Pizarro quien fuera Comandante de las Fuerzas Armadas y madre de tres guerrilleros: Hernando, Nina y Carlos, jefe del M-19 quien, habiendo firmado la paz y siendo candidato presidencial, fue acribillado durante un vuelo de Avianca que viajaba de Bogotá a Barranquilla.
En algunas escuelas de Colombia, este libro es de lectura obligatoria para los chamos, porque es que los chamos tienen que saber que según el informe «¡Basta ya!: Colombia: memorias de guerra y dignidad» (2013), que elaboró el Centro Nacional de Memoria Histórica, unas 220.000 personas murieron a causa del conflicto entre 1958 y 2012, 177.307 eran civiles. Los chamos de ahora tienen que saber que los mayores responsables de estas muertes fueron estadísticamente los grupos paramilitares, en un 40%, seguidos de los grupos guerrilleros en un 25% y luego los agentes del estado en un 8%.
En 2020, según el Registro Único de víctimas, 8.989.570 personas fueron víctimas en 11.202.790 eventos o hechos victimizantes.
Esta guerra llenó a Colombia de desapariciones, amenazas, desplazados, secuestros, masacres, asesinatos, minas antipersona, torturas, reclutamiento forzado de menores de edad y violencia sexual. Terrible todo.
Despedida
Bueno gente, aquí nos agarró el sereno, yo espero haberles picado la curiosidad con este episodio y que se vayan a buscar obras acerca de la guerra y sus terribles consecuencias contadas por mujeres, hay otras obras que por cuestiones de tiempo no pude meter aquí, como “La voz dormida” de la española Dulce Chacón, donde se narra la historia de dos hermanas, Hortensia y Pepita, en plena postguerra civil española, esta historia es muy dura, bueno todas son duras, pero ésta particularmente es durísima.
Otro libro de guerra narrado por una mujer es “Inshallah” de la gran Oriana Fallaci, que nos lleva a la guerra civil del Líbano en la década de 1980, o “Una mujer en Berlín” de anónima, no lo firma nadie, que estoy leyendo ahorita, sobre las experiencias de una mujer desde el 20 de abril hasta el 22 de junio de 1945.
Cuéntenme si han leído alguno, si conocían alguna de estas obras, échenme el cuento a través de mis redes sociales @pedrocedenoa en instragram y twitter, escríbanme que yo les respondo, tarde, en diferido, pero siempre respondo.
Ahora si nos vamos, pero antes les recuerdo la consigna, ya la sabe ustedes, Pónganse a Leer.
Imagen portada: Shutterstock
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