La mayoría de versiones y documentos señalan que, desde su nacimiento como país en 1825, el territorio soberano de Bolivia se extendía hacia el occidente hasta llegar al mar. En la costa, su frontera norte era con Perú y la del sur con Chile. Pero ¿cómo perdió Bolivia su salida al Pacífico y pasó a ser uno de los dos únicos países de Sudamérica -junto a Paraguay-en no tener litoral? Una guerra generada por intereses comerciales entre Bolivia, Perú y Chile, desembocó en la pérdida de un territorio esencial que hoy todavía reclama como suyo Bolivia, ése que le brindaba su comunicación directa con el Océano Pacífico. Así fue la Guerra del Pacífico, cuando Bolivia perdió su salida al mar.
Antecedentes
En el siglo XIX, Chile contaba con una economía de exportación basada en las salitreras del norte que se extendían por el desierto de Atacama y el sur del territorio peruano.
En febrero de 1878, Bolivia estableció un nuevo impuesto a la empresa chilena Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA), violando el tratado de límites de 1874 que prohibía nuevos impuestos o el aumento de estos.
El Tratado de Límites entre la República de Chile y la República de Bolivia de 1874 es un tratado internacional suscrito el 6 de agosto de 1874 en la ciudad de Sucre, Bolivia, por Mariano Baptista y Carlos Walker Martínez, en representación de Bolivia y Chile, respectivamente, que sustituyó el anterior de 1866.
Este tratado fijó la línea fronteriza entre ambos países. Además, Bolivia se obligó a no aumentar durante 25 años los derechos de exportación sobre minerales explotados, en el territorio situado entre los paralelos 23ºS y 24ºS, a las personas, capitales y negocios chilenos.
El incumplimiento de esta última cláusula en 1879 fue el detonante o casus belli de la Guerra del Pacífico.
El comienzo de la guerra
Cuando el gobierno de Bolivia impuso un gravamen de 10 centavos por quintal de salitre exportado a un contrato privado de transacción, Chile decidió invadir su territorio argumentando que violaba el tratado comercial firmado en 1874.
El conflicto que se desató y que involucró a Perú, aliado de Bolivia, es lo que se conoce como la Guerra del Pacífico (o Guerra del Guano y el Salitre), que tuvo lugar entre 1879 y 1884.
El 14 de febrero de 1879, las fuerzas militares chilenas ocuparon la ciudad boliviana de Antofagasta, mayoritariamente habitada por chilenos, y avanzaron en pocos días hasta el paralelo 23°S. La zona entre el río Loa y el paralelo 23°S permaneció bajo soberanía boliviana.
Perú, que había firmado con Bolivia un Tratado de Alianza Defensiva de carácter secreto en febrero de 1873, ordenó preparar sus fuerzas militares y simultáneamente envió un diplomático a Chile para mediar. Ante el avance chileno en territorio disputado, Bolivia se declaró en estado de guerra contra Chile el 1 de marzo de 1879. Tras la negativa de Perú a permanecer neutral, Chile declaró la guerra a ambos aliados el 5 de abril. El 6 de abril, Perú declaró la entrada en vigor de la alianza secreta con Bolivia.
Este pacto entre Perú y Bolivia tenía el propósito de formar una alianza defensiva y, durante una posible guerra, asignar los costos a pagar frente a cualquier agresión de Chile, país que no es mencionado en el pacto, pero que los signatarios posteriormente nombraron como motivo del pacto para descartar oficialmente a Brasil.
Aunque el impuesto de los diez centavos y el tratado de 1873 aparecen a primera vista como los detonantes del conflicto, las causas fundamentales de la guerra fueron profundas y complejas. Entre ellas los historiadores señalan la vaguedad de las fronteras coloniales, el interés por el negocio del salitre y la tensión producida por las diferencias entre el progreso de Chile y la inestabilidad política y económica de los aliados.
Es opinión entre los historiadores neutrales que ninguno de los beligerantes estaba preparado para la guerra, ni financiera ni militarmente. Ningún país tenía un estado Mayor, ni suficientes ambulancias, ni servicio de abastecimiento. Sus naves de guerra se encontraban en pésimo estado.
A comienzos de la guerra era evidente que antes de cualquier operación militar en un terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares. En esta campaña solo se enfrentaron las fuerzas navales de Chile y Perú, ya que Bolivia no contaba con una, y si bien el gobierno de este país intentó recurrir al corso para suplirlo, esto no prosperó.
Los aliados tenían, a primera vista, algunas ventajas sobre el país del sur. Su población y sus tropas doblaban a las chilenas en número y el puerto peruano del Callao era con sus defensas de artillería casi inexpugnable para la flota chilena y ofrecía un refugio seguro a las naves peruanas. Sin embargo, la estabilidad policía chilena, la mejor preparación de sus tropas y la activa producción y venta de recursos minerales que permitió financiar la guerra, era una ventaja que tenía Chile por encima de los aliados.
A comienzos de la guerra era evidente que antes de cualquier operación militar en un terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares. En esta campaña solo se enfrentaron las fuerzas navales de Chile y Perú, ya que Bolivia no contaba con una.
Con el objetivo de asfixiar la economía peruana de exportación y forzar la salida del Callao de la escuadra peruana para dar una batalla en altamar, la escuadra chilena bloqueó el puerto peruano de Iquique desde el 5 de abril. Se libraron los combates navales de Chipana, Iquique y Angamos, donde la escuadra chilena logró apoyar al ejército en sus operaciones en tierra, así como también hostilizar las costas peruanas y bloquear sus puertos para impedir el abastecimiento del ejército peruano o la llegada de refuerzos. Técnica y numéricamente disminuida, la escuadra peruana se limitó a abastecer en lo posible sus fuerzas terrestres evitando enfrentamientos con la flota adversaria.
Las campañas terrestres
Puede ser dividida en cuatro campañas, donde las tres primeras llevaron sucesivamente a la ocupación chilena de las regiones de Tarapacá, Arica-Tacna, y Lima y la cuarta, la campaña de la Breña, desarticuló la última resistencia peruana.
El ejército chileno comenzó la invasión del Perú el 2 de noviembre de 1879 con el desembarco de 9900 hombres y 880 animales en Pisagua, 550 km al norte de Antofagasta, venciendo a las fuerzas bolivianas y peruanas que defendían el puerto.
Tras las batallas de Dolores y Tarapacá, finalizó la campaña y Chile quedó dueño de la región que había albergado al 10 % de la población del Perú y le daba a este un ingreso anual de ₤ 28 millones por la producción de nitrato. El 23 de noviembre el puerto de Iquique caía en manos de los chilenos. Los aliados se enfrentaron en duros combates con los chilenos, sin embargo la falta de suministros obligó la retirada aliada de la zona.
Tras la ocupación de la zona salitrera de Iquique, el gobierno chileno privatizó las oficinas que habían sido nacionalizadas por el estado peruano devolviéndolas a los tenedores de bonos peruanos.
Tras un desembarco de reconocimiento el 31 de diciembre de 1879 cerca de Tacna y que se extendió hasta Moquegua, 11 000 soldados chilenos fueron desembarcados desde el 26 de febrero de 1880 y durante varios días en Punta Coles, cerca de Ilo, sin ser atacados por los aliados.
El 26 de mayo el ejército chileno derrotó a las tropas aliadas en la batalla de Tacna (o Del Campo de la Alianza) y el 7 de junio de 1880 las últimas tropas aliadas fueron derrotadas en la batalla de Arica. Tras esta campaña los ejércitos profesionales del Perú y Bolivia dejaron de existir. Perú debió formar un nuevo ejército y Bolivia no continuó su participación militar en la guerra aunque si apoyó al Perú con armas y dinero.
El 22 de octubre de 1880 delegados de los tres países en guerra se reunieron a bordo del barco de guerra norteamericano USS Lackawanna anclado frente a Arica, para una conferencia de paz gestionada por los representantes de los EE. UU. en los países beligerantes. Los aliados se negaron a hacer cesiones territoriales y la conferencia fracasó.
Tras el rechazo de los países de la alianza a aceptar la entrega de Antofagasta y Tarapacá, continuó en Chile el debate sobre el camino a seguir para obtener de los aliados un tratado de paz duradera que reconociera la entrega de Antofagasta y Tarapacá. Se decidió que la ocupación de Lima era la única alternativa viable.
Tras las batallas de San Juan, Chorrillos y Miraflores, la ocupación de Lima por el ejército chileno se inició el 17 de enero de 1881. El presidente de Perú, Nicolás de Piérola, quien abandonó Lima ante los desastres militares en la defensa de la capital y la posterior ocupación chilena, trasladó su gobierno en la sierra central, negándose a negociar la paz con cesión territorial y decidido a proseguir la lucha.
Entretanto, Miguel Iglesias, exministro de defensa de Piérola antes de la caída de Lima, y que había sido nombrado jefe político y militar del norte peruano tras la ocupación de Lima, había organizado las fuerzas de ese sector para hacer frente a las expediciones chilenas. Iglesias era parte que Perú no podía continuar la guerra, así fuera con concesiones territoriales. De esta manera intentaría negociar la paz con Chile.
El 18 de octubre de 1883, Chile reconoció oficialmente al gobierno de Iglesias sobre Perú y el 20 de octubre se firmó el Tratado de Ancón, que posteriormente fue aprobado por la Asamblea Constituyente del Perú. Este acuerdo estableció, entre otras cosas, la cesión definitiva de la región de Tarapacá a Chile y la ocupación de las provincias de Arica y Tacna por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú. El 23 de octubre Lynch se retiró de Lima que fue ocupada por las fuerzas de Miguel Iglesias, para asumir el gobierno del Perú.
Bolivia desde su retirada de la guerra había tomado una actitud expectativa, pero tras el acuerdo Perú-Chile de 1883 (Tratado de Ancón) y la movilización de tropas chilenas a su frontera, firmó el 4 de abril el Pacto de Tregua entre Bolivia y Chile de 1884, por el cual, entre otros, aceptó la ocupación de Antofagasta por Chile y puso fin a las hostilidades, que solo podrían ser reanudadas con un aviso de un año de anticipación. En el tratado de 1884 no se menciona la franja 24°S-23°S, omisión que en términos diplomáticos significa la aceptación del estatus quo, es decir, la reivindicación chilena de la franja que Chile había cedido en 1866 y en 1874. Para zona entre el 23°S y el río Loa, Bolivia solo aceptó la ocupación militar de hecho, no hubo una cesión.
Para Perú la guerra, además de la pérdida de territorio de la provincia litoral de Tarapacá y de la provincia de Arica , también perdió sus valiosos recursos naturales, significó la destrucción de parte de su infraestructura , un descenso de la producción y el comercio, y la ruina de su economía en muchos aspectos como la depreciación del billete fiscal y la desaparición de la moneda metálica.
Con respecto a Bolivia, con la anexión chilena de su litoral, perdió su única salida soberana al océano Pacífico, quedando relegada a una condición de Estado sin litoral, y perdiendo igualmente los recursos naturales del lugar. Las negociaciones para la firma de un tratado de paz se prolongaron hasta 1904.
Tratado de paz de 1904
La actual delimitación territorial fue fijada en nuevo tratado firmado en 1904, en el que se afirmaba que la soberanía chilena se extiende hasta la frontera con Perú y la de Bolivia no alcanza a tocar el mar.
Sin embargo, en el documento se le otorga a Bolivia a perpetuidad un amplio y libre derecho de tránsito comercial por territorio chileno y por los puertos del Pacífico.
El gobierno de Santiago subraya que, en base a ese tratado, Bolivia tiene acceso libre de impuestos al norteño puerto chileno de Arica. También recuerda que Chile pagó y construyó un ferrocarril que enlaza a Arica con La Paz.
Bolivia, sin embargo, considera que el acuerdo de 1904 es profundamente injusto e insolidario, y basado en la posición ventajosa de un país que venció al otro.
Por ello, reclama conseguir como mínimo un corredor de unos 10 kilómetros de ancho que se extienda desde su frontera con Chile al Pacífico, más un pedazo de costa en la cual desarrollar la actividad industrial y comercial bajo su bandera. Actualmente, La Paz accede al mar gracias a los puertos chilenos del norte, por donde operan cada año miles de empresas bolivianas.
El fallo de la CIJ en 2018 estableció que Chile no tiene ninguna obligación de negociar con Bolivia un acceso soberano a la costa del Pacífico. La determinación causó cierta desilusión en los bolivianos.
Imagen portada: Shutterstock
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