Para la prosperidad entre Francia y Austria, era necesaria la unión de María Antonieta y Luis XVI. Era indispensable que consolidaran el matrimonio, pues hasta que no hubiera heredero, la corte y el pueblo no iban a estar satisfechos, ni se iban a sentir seguros con sus gobernantes.
Luis Augusto de Francia, nieto del rey Luis XV de Francia, no era un buen prospecto para el trono, pues su personalidad era tímida y callada. Su hermano mayor era el sucesor pero, después de morir a temprana edad, Luis Augusto se convirtió en el heredero.
Era una persona de gran intelecto, hablaba varios idiomas, y sentía interés por la historia y la geografía. Sin embargo, debido a su gran timidez, que en lugar de ser corregida fue incentivada mientras crecía, se creía que no era muy inteligente.
María Antonieta, por su parte, era la archiduquesa, hija del emperador Francisco I de Austria y la emperatriz María Teresa. Una joven brillante, hermosa, capaz de seducir a pesar de ser tan joven: “Ella es rubia, de un bonito tono rubio tirando a pelirrojo, que bajo el polvo toma reflejos rosados. (…) Sus ojos azules claros son un poco saltones, (…) Pero ella irradia tal gracia, que borra las imperfecciones”, sostiene Simone Bertière, especialista en la vida de las reinas francesas de los siglos XVII y XVIII en su libro Marie-Antoinette, l’insoumise (La rebelde).
En el pasado, el matrimonio -más que un acto de amor- se percibía como un convenio. Con ello, se buscaba afianzar las relaciones políticas y económicas de los involucrados. Pero lo más importante para sellar estos convenios era consumar la unión.
Aunque la opinión sobre el matrimonio de Luis XVI no fuera favorable -porque María Antonieta era de Austria-, fueron casados a temprana edad, cuando Luis tenía 15 y la archiduquesa 14.
El comienzo de los problemas
Desde el momento en que se anunció su matrimonio con Luis XVI, María Antonieta adoptó una postura inmutable: haría lo que pudiera para mantener alegre a su esposo y lograría adaptarse –cueste lo que cueste- a su nuevo país; así lo reseñó Stefan Zweig en la biografía que escribió sobre la reina en 1932.
La ceremonia eclesiástica era importante -políticamente- pero lo más crucial -y lo que el pueblo de Francia y las personas del palacio esperaban- era la consumación de la unión entre Luis XVI y María Antonieta. Pero, siendo ambos jóvenes e inexpertos, fueron incapaces de hacerlo, ni en la noche de bodas, ni los días y años siguientes.
La situación se volvió preocupante, por lo que la corte decidió actuar y hacerles a ambos un chequeo médico poco después de casarse, pero –aparentemente- no había nada mal en ellos.
¿Fimosis o simple inexperiencia?
Hay muchas teorías o rumores sobre por qué tardaron siete años en tener herederos. La teoría más conocida, y también escrita en la biografía de María Antonieta por Stefan Zweig en 1932, dice que fue por fimosis.
La fimosis es una condición física en la que el orificio del prepucio es demasiado estrecho, lo que impide que el glande salga. Esto hace que las erecciones sean dolorosas. Para curar la fimosis, se debe hacer una pequeña intervención quirúrgica, pero el rey se negaba a hacérsela.
Se decía que también tuvo otro inconveniente, y es que sufría de disfunción eréctil, una consecuencia, quizás psicológica, de la misma fimosis; pero Bertière, en su libro Marie-Antoinette, l’insoumise, declara que no hay pruebas contundentes que aseguren que Luis XVI tuviera fimosis:
“Desde entonces, la supuesta impotencia de Luis y su cobardía por rechazar una operación para corregir una pequeña malformación física han sido aceptadas como hechos, suficiente como para explicar la inestabilidad neurótica de la reina, (…) Pero Zweig no comparó estas cartas con aquellas enviadas por el embajador de Habsburgo a la emperatriz (María Teresa), lo que no deja dudas de que Luis XVI no sufría de malformación”.
La corte estaba preocupada por la falta de heredero
No se sabe con exactitud cuál era el problema, fimosis, disfunción eréctil, dolores al intentar tener relaciones con María Antonieta, inmadurez; y tampoco se sabe con exactitud qué hicieron para que, siete años después, consumaran la unión.
No hay pruebas de si el rey se sometió a la operación o no; lo que sí se sabe es que, en 1777, Joseph II –hermano de María Antonieta- fue a visitarlos para interrogarlos sobre la relación.
En una carta escrita a su hermano Leopoldo, dice que el rey es saludable, y que sus erecciones son fuertes; pero que no sabe cómo tener relaciones, pues al introducir el miembro “se quedó ahí por dos minutos sin moverse” y sin eyacular, con el miembro erecto todavía, se durmió; determinando que el problema era que ninguno había recibido educación sexual.
Un año después de la visita -y después de unos consejos de Joseph II- Luis XVI y María Antonieta por fin esperarían un hijo.
La opinión del pueblo estaba sellada
Para la prosperidad entre Francia y Austria, era necesaria la unión de María Antonieta y Luis XVI, por lo que era indispensable que consumaran el matrimonio. Hasta que no hubiera heredero, la corte y el pueblo no iban a estar satisfechos, ni se iban a sentir seguros con sus gobernantes.
La delfina comenzó a ser señalada y juzgada -por la corte y el pueblo- como “inútil”, pues parecía ser incapaz de darle a Francia un heredero. Pero las consecuencias de no consolidar la unión las sufrió, tanto María Antonieta, como el rey.
Los rumores y chismes de la impotencia de Luis XVI llegaron al pueblo, y las personas empezaron a ridiculizarlo. El rey empezó a ser visto como alguien débil y cobarde a los ojos del público. Incluso después de superar los problemas de intimidad y tuvieran cuatro hijos, la opinión negativa del pueblo no cambió.
Las malas decisiones políticas y económicas, y la mala opinión pública hizo que, eventualmente, empezara la Revolución Francesa, y con ello el fin del reinado de Luis XVI y María Antonieta.
Con información de: Biography / The Guardian / BJU International / The History of Circumcision / The Bronx Journal / How Stuff Work
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