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La alianza AMC-Renault, un fracaso incomprensible

La alianza AMC-Renault, un fracaso incomprensible

En la historia automotriz ha habido muchos casos de alianzas entre diferentes fabricantes, provenientes del mismo país o de distintas partes del mundo. De estas uniones algunas han resultado en genialidades, pero de otras solo se han obtenido verdaderas desgracias. Una unión de este tipo es la que estaremos comentando en las siguientes líneas: se trata de la alianza AMC-Renault, un fracaso incomprensible.

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AMC

Durante la década de los 70 hubo una gran invasión en Estados Unidos de vehículos extranjeros para diversos targets de mercado. Eso sí, sin importar si la oferta automotriz era para el segmento más bajo o para el de lujo, siempre se les ofrecía a los compradores algo clave: ahorro en combustible.

Todo empezó con la crisis petrolera de 1973, y el subsecuente desplome de la bolsa de valores de Nueva York de ese mismo año; una cadena de eventos que afectó negativamente a Detroit y a “los cuatro grandes” fabricantes de automóviles de Norteamérica: GM, Ford, Chrysler y AMC.

Algunas de estas empresas eran tan grandes que su quiebra podía afectar severamente el mercado nacional. Por esto, al menor indicio de un posible default, el gobierno de EE. UU. les brindaría apoyo económico.

Pero AMC, la más pequeña de las 4 grandes, no recibió ayuda alguna. Y el problema era serio en verdad, porque la línea de automóviles de AMC ya tenía 10 años de antigüedad para el inicio de la crisis. Aparte, el fabricante norteamericano solo tenía dos fuentes de ingreso: Jeep, y una serie de contratos con las Fuerzas Armadas de EE. UU.

Así, sin nadie dispuesto a ayudarle en casa, AMC debió buscar afuera.

Renault

Antes de los años 70, el fabricante francés de automóviles Renault, ya había tocado suelo americano, ofreciendo vehículos como el Renault 4CV, el Dauphine o el Floride; hecho este último a petición de una serie de distribuidores de Renault para el mercado estadounidense.

Renault incluso ya había establecido una relación con AMC en los años 60. Ambas empresas habían firmado un acuerdo que permitía la fabricación del AMC Rambler Classic en Bélgica, entre septiembre de 1962 y julio de 1967.

Pero la verdad es que el mercado americano de la época no era, con excepción de los fabricantes ingleses y alemanes, tan abierto a los vehículos extranjeros. Y es por esto que, durante la crisis del 70, al percibir que sus ventas en EE. UU. caen, Renault se retira.

El Renault Alliance (un Renault 9 hecho en un 70% en Estados Unidos), uno de los productos de esta alianza – Imagen: Bhlingual.-

Acercamiento y alianza

A raíz de su experiencia pasada, trabar una nueva alianza implicaría para Renault actuar con mucha cautela. Por ello, en vez de votar por tener una presencia grande en los Estados Unidos, la empresa opta por la vía de la prudencia, firmando un acuerdo con AMC para que este sea su agente comercial en el país.

Esta concesión autorizaba a AMC para vender el Renault Le Car (Renault 5), y los modelos Renault Fuego y Renault 18. Por su lado, AMC aspiraba a posicionar a través de Renault, la marca Jeep en Francia y Europa.

La alianza le permitiría a Renault medir la respuesta del mercado estadounidense a su eventual regreso, un beneficio muy útil. Mientras que, al mismo tiempo, las arcas de AMC empezarían a ver llegar el tan necesario dinero.

Pero el optimismo se apoderó de Renault al ver la capacidad productiva de AMC. Así, lo que comenzó como un acuerdo de distribución firmado el 10 de enero de 1979, pasó a ser una compra del 5% de AMC el 31 de marzo del mismo año. Más tarde, en 1980 Renault pasa poseer el 46.4% de AMC, por lo que se vuelve su socio mayoritario.

La razón de esta inversión es que no era lo mismo exportar los vehículos de Renault a los Estados Unidos, con todos los gastos de rigor, que hacerlos allá.

Renault Alliance y Encore

Desde 1979 el fabricante francés desarrolló el Renault 9, un pequeño sedán de dos o cuatro puertas que se perfilaba como un automóvil perfecto para entrar en el mercado estadounidense. Al contar este modelo con la gran ventaja del bajo consumo de gasolina, para Renault era claro que podía competir con los otros vehículos importados de entonces.

Efectivamente, el surgimiento de otra crisis petrolera en 1979 (desatada por conflictos entre los EE. UU. e Irán) estaba obligando de nuevo a los estadounidenses a deshacerse de los transatlánticos de cuatro ruedas de alto consumo que solían usar.

El Renault Alliance debutó en junio de 1980 y caló muy bien en el mercado, con unas líneas promedio que no diferían mucho del resto de la oferta extranjera. El nuevo modelo ofrecía además un interior más elaborado, e incluso un dispositivo de apertura de puertas a distancia. Y para evitar dudas sobre la “nacionalidad” del automóvil, los brochures del Alliance hacían alarde de ser tan americanos como para que el 70% del vehículo fuese producido y ensamblado en el país.

El Alliance agradó tanto que la expectativa de ventas de cien mil se quedó corta frente a los 150 mil vehículos vendidos. Más aún, la revista Motor Trend le dio el Premio al Carro del Año de 1983 al Alliance.

Para 1983 también apareció el Renault Encore, que era una versión americanizada del Renault 11; un hatchback de cuatro o cuatro puertas que usaba la misma planta motriz del Renault Alliance, pero que tenía líneas menos comunes y más “raras”. Finalmente, una versión convertible del Encore que jamás se vio en Europa hizo su aparición en 1984.

El Renault Encore era un Renault 11 americanizado, algo que la publicidad buscaba enfatizar – Imagen: Ytimg.-

Se prenden las alarmas

Se podría decir que el negocio iba bien, ¿verdad? Pues no.

Para mediados de los años 80 Renault tenía problemas serios en Francia: el Renault 5 y el Super 5 ya se estaban quedando obsoletos y no tenían un reemplazo claro. A su vez, el Renault 9 y el 11, plataformas del Alliance y el Encore, iban ya por el mismo camino. Y si bien en los Estados Unidos AMC tenía ingresos vendiendo sus Renault americanizados, la empresa francesa pronto tuvo claro que debía enfocar su dinero primero en casa, y hacer del negocio foráneo algo secundario.

Para Renault (que no había investigado bien sobre el mercado norteamericano), en EE. UU. bastaba con presentar un modelo e irlo versionando en el tiempo. Por eso, para el fabricante francés la prioridad era resolver los problemas en casa y solo luego vería qué les ofrecería a los americanos. Pero Renault no contaba con dos detalles.

El primero, que la participación de AMC en el mercado estadounidense en 1980 era de apenas un 1,89%; proporción que no parecía importar tanto al comienzo del negocio, pero que ya para 1983 demostró su verdadera relevancia, al no cumplirse la expectativa de crecimiento que la alianza bilateral tenía para ese año. Esto hizo que Renault descartara la posibilidad de invertir en un nuevo vehículo para EE. UU.

En segundo lugar, ya para 1985 se había superado la crisis petrolera de 1979, y la gente volvía a usar automóviles más grandes y mejor equipados.

A pesar del lanzamiento del Renault Medallion (un Renault 21 americanizado), Renault terminó retirándose del juego, al venderle su 46.4% de AMC a Chrysler. Esta misma empresa terminaría de adquirir a AMC por completo en 1988; incluyendo lo desarrollado por AMC/Renault y que Chrysler compactó sin mucho interés en la marca Eagle (harina de otro costal).

Así terminó una alianza de ocho años, que dejó solo tres vehículos que hoy no son valiosos como coleccionables, pero que sí pueden resultar interesantes por ser el producto de una rareza.

Incomprensible

Ya sabemos por qué la alianza AMC-Renault fue un fracaso, aún quedan algunas preguntas en el aire, relacionadas con la lógica que impulsó esta relación.

¿Qué aspiraba Renault al invertir para participar en un mercado solo con 1,89%, teniendo mayor presencia, estabilidad y sustentabilidad en otras partes del mundo?

¿Cómo es que nadie previera que al asociarse con Renault, AMC iba a perder su contrato con las Fuerzas Armadas de EE. UU, ya que por ley, un contratista del gobierno no podía recibir equipo militar de empresas con capital extranjero? Esa era la fuente más sólida y segura de dinero para AMC.

Las respuestas a estas preguntas, aunque provengan de diversas fuentes, no dejan de ser vagas. Lo cierto es que para muchos apasionados de la historia automotriz, incluyéndome, la alianza AMC-Renault es un fracaso incomprensible.

El que sería el Renault Medallion, teminó por ser el Eagle Medallion, un dolor de cabeza para Chrysler, que lo desechó tan pronto como pudo – Imagen: Bhlingual

Con información de: Bhlingual / Carjager / Forbes / Hemmings / Renault Alliance Club Passion – Imagen de portada: Bhlingual

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