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Jim Jones: El hombre detrás de la secta suicida comunista

¿El ser humano hasta qué punto es capaz por ser fiel a una religión y sus creencias? Conoce a Jim Jones y la secta del Templo del Pueblo, famosa, entre otras cosas, por haber organizado el suicidio colectivo más impactante de la historia.

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Jim Jones y el poder del discurso

La década del 50 fue una época turbulenta para la humanidad. La Segunda Guerra Mundial recién había acabado y el mundo se sumergía en una serie de cambios constantes. La Unión Soviética y los Estados Unidos se encontraban en los inicios de la Guerra Fría.

Jim Jones era un ferviente admirador de Jesucristo y Lenin. Durante años tuvo diferentes trabajos -destacando el de vendedor de monos-, pero todos con el fin de recaudar el dinero necesario para fundar su iglesia. Así nace el Templo del Pueblo, una secta socialista que promulgaba la inclusión de las personas sin ningún tipo de segregación

Poco a poco, el grupo liderado por Jones fue atrayendo seguidores, en parte gracias al discurso de no tener fronteras de raza o nacionalidad. La oratoria de su líder permitió al templo cobrar mucha fuerza, hasta el punto de que las entidades de inteligencia estadounidenses iniciaron un proceso de seguimiento a todas las acciones que impulsaba la secta.

Jim Jones fue el líder de un culto estadounidense, fundador de la secta Templo del Pueblo, famosa por el suicidio colectivo realizado el 18 de noviembre de 1978 por parte de 917 de sus miembros en Guyana (Wikimedia).-

El paraíso en Jonestown  

Los ideales comunistas del Templo del Pueblo nunca fueron del agrado de Estados Unidos. La secta que nació en Indianápolis se vio en la necesidad de mudarse a San Francisco, pero ante el constante seguimiento del Gobierno, además del poder con el que ya contaba Jones, decidieron emigrar a Guyana en 1975

El líder prometió a sus seguidores que obtendrían un paraíso en el país vecino de Venezuela. Se asentaron en un terreno de 100 hectáreas, en donde construyeron el pueblo de Jonestown, nombrado así en honor a su fundador. El estilo de vida socialista fue la base del lugar. Las personas trabajaban en conjunto y todo era en pro del bien común. Había granjas que proveían los suministros, y si hacía falta más provisiones, se traían desde Georgetown, la capital de Guyana.  

Con el paso del tiempo, Jones se corrompió debido a su libertad y poder. El pastor tomó una conducta errática, y obligaba a sus seguidores a realizar trabajos forzados e incluso a ceder la custodia de los hijos de sus sectarios

Las «noches blancas»

La paranoia destruyó la poca cordura que le quedaba a Jim Jones. Pensando en que la CIA o el FBI irían tras él y su secta, el pastor desarrolló los simulacros que denominó como las «noches blancas». Los seguidores eran alertados de que estaban sufriendo una invasión y se les planteaba cuatro opciones: huir a la Unión Soviética, escapar hacia el bosque, luchar hasta la muerte para defender al templo o suicidarse

La estrategia de las «noches blancas» fue empleada por Jones para conocer la lealtad de sus seguidores. La única opción “correcta” era suicidarse, y aquel que decidiera tomar otro rumbo era fusilado. A los que aceptaron acabar con sus vidas se les entregaba un vaso con jugo y cianuro, aunque luego de ingerirlo notaban que el último ingrediente no estaba presente, por lo que todo se trataba de un simulacro

La visita de Leo Ryan

Lo sucedido en Jonestown llegó a los oídos del Gobierno norteamericano gracias a varios seguidores que lograron escapar de los métodos de Jones. El representante a la Cámara por California, Leo Ryan, se interesó en el caso y decidió investigarlo de manera personal. 

El 14 de noviembre de 1978, el político estadounidense arribó en Guyana y tres días después logró entrevistar a un grupo de seguidores del Templo del Pueblo. El 18 de noviembre, Ryan visitó Jonestown e invitó a sus habitantes a que huyan y hagan caso omiso a la doctrina de Jones… Por su parte, un grupo siguió al congresista norteamericano hasta la pista de aterrizaje para tomar el vuelo de regreso a Georgetown; no obstante, todo fue con la intención de traicionarlo… Leo Ryan, tres periodistas y dos miembros de la secta fueron fusilados cuando intentaron partir de Jonestown, los dos últimos por haber “traicionado” a su líder al querer huir del régimen.

Sabiendo la gravedad de sus acciones, Jones llegó a un punto de quiebre y entendió que el fin había llegado. “Por el amor a Dios, ha llegado el momento de terminar con esto… Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados… Acabemos con esto ya. Acabemos con esta agonía”, exclamó Jones a sus seguidores.

Las enfermeras de la secta repartieron vasos con jugo y cianuro a los más de 900 habitantes que había en Jonestown. Algunos se negaron a beber el líquido de la mezcla mortal, pero se les obligó o se les acribilló. Un total de 918 personas murieron en lo que es conocido como el suicidio colectivo más grande de la historia, incluyendo a 200 niños, aproximadamente.

Jones también se suicidó, pero no de igual manera que sus seguidores; él se disparó en la cabeza cerrando así uno de los episodios más oscuros de la historia.

Con información de BBC / Muy Historia / Reporte Índigo 

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