Iván el Terrible cometió muchos actos atroces durante su mandato como zar de Rusia, período en el cual se estima el asesinato de 4 mil personas bajo sus órdenes. Iliá Repin plasmó en la obra de arte ‘Iván el Terrible y su hijo’ el peor acto cometido por el monarca… matar a su hijo.
Ficha técnica de ‘Iván el Terrible y su hijo’
Nombre: Iván el Terrible y su hijo – Iván el Terrible y su hijo el 16 de noviembre de 1581
Autor: Iliá Repin
Año: 1885
Técnica: Óleo sobre lienzo
Estilo: Realismo
Tamaño: 2 m × 2,54 cm
Localización: Galería Tretiakov de Moscú, Rusia
Historia detrás de la obra
Iván IV Vasílievich llegó al poder del Imperio moscovita en 1547, cuando se convirtió en el primer monarca en adoptar el título de zar. Es el principal exponente en la creación del Estado ruso y una de las figuras más importantes en la historia del país.
A lo largo de su mandato, su fuerte carácter -dominado por la cólera y la violencia- lo hizo el responsable de fuertes represalias y actos atroces, sobre todo en sus campañas de expansión territorial y mercantil. Se estima que unas 4 mil personas fueron asesinadas por sus órdenes entre 1547 y 1584.
Sobre el final de su vida, su cordura se fue diluyendo y cada vez eran más frecuentes los episodios de agresividad desmedida. El 16 de noviembre de 1581 cometió el más atroz de sus actos.
La esposa de Iván Ivánovich, heredero al trono, vestía ropas “poco ortodoxas” -algunas versiones dicen que estaba en ropa interior- cuando fue vista por el zar. El Terrible lo consideró como una ofensa y, haciendo caso omiso al estado de embarazo en el que estaba la mujer, tomó un bastón para golpearla. El hijo del monarca se interpuso y recibió un golpe en la cabeza.
La pintura
La obra plasma los instantes seguidos al altercado. Ivan Ivánovich recibió un golpe mortal y su padre se apresuró a auxiliarlo mientras trataba de obstruir el flujo desmedido de sangre en la sien.
La escena toma lugar en un salón del palacio real, el Terrible está arrodillado y con su hijo moribundo entre brazos. La realidad y nivel de expresión en las caras es lo que logró convertir a la pintura en una de la obras más importantes de toda Rusia. La mirada de Iván Ivánovich está perdida, carente de vida y aun así logra transmitir su vulnerabilidad con el nivel de detalles, como la lágrima que expulsa. El rostro del zar plasma un paralelismo a su figura común, se le ve indefenso, arrepentido y sin poder internalizar a lo que ha llegado su ira; recobra la poca cordura que le quedaba, pero ya es muy tarde.
Conflicto nacionalista
El patriotismo ruso se vio afectado con la liberación de la pintura. Muchas personas la tomaron como una ofensa a la vida de Iván IV Vasílievich, quien es visto como un héroe histórico. El zar Alejandro III prohibió la exhibición del cuadro en 1885, pero el decreto fue derogado tres meses después tras la compra de Pável Tretiakov.
Desde entonces, la obra ha sido atacada en dos ocasiones, la primera en 1913. Abram Balashov, un pintor de 29 años, apuñaló los rostros de la obra, la cual tuvo que ser restaurada por el propio Repin, quien tenía 68 años; Gueorgui Jrúslov, conservador de la Galería Tretiakov, se suicidó tras los hechos, mientras que Balashov fue declarado como enfermo mental e internado en un manicomio.
El segundo acto vandálico tuvo lugar el 25 de mayo del 2018, cuando un hombre utilizó una vara de metal para golpear la obra. El marco y la pintura sufrieron varios daños y se encuentra en restauración, pero los rostros no fueron afectados. El atacante enfrenta una pena de cárcel de dos años y medio.
Anatoly Osmolovsky, crítico artístico, trató de explicar los sucesos: “Repin mostró al zar como un asesino con mirada de loco. Es decir, el cuadro tiene una carga emocional tan grande que la gente psicológicamente inestable reacciona así ante él”.
Con información de Historia-Arte! / El Espectador / Russia Beyond
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