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¿Por qué algunos relojes usan IIII en lugar de IV? Un misterio histórico que aún despierta curiosidad

¿Por qué algunos relojes usan IIII en lugar de IV? Un misterio histórico que aún despierta curiosidad

Descubre el secreto detrás de los relojes que prefieren «IIII» en lugar de «IV»: una mezcla de historia, diseño y leyendas que te hará mirar la hora de otra manera.

Imagina esto: estás paseando por una plaza antigua, de esas con adoquines gastados y un reloj gigante en una torre que parece sacado de otra época. Te fijas en los números romanos y, de repente, algo no cuadra. Donde debería estar el «IV» para marcar las 4, ves un «IIII». ¿Error tipográfico? ¿Un relojero despistado? No, aquí hay una historia que lleva siglos dando vueltas, literalmente…

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Para empezar, un vistazo al pasado: los números romanos tienen su propia evolución. En la escuela nos enseñaron que el 4 se escribe «IV», usando el sistema sustractivo donde I resta a V. Sin embargo, los antiguos romanos, maestros de la arquitectura y la guerra, solían emplear un método aditivo en sus primeros tiempos: I + I + I + I = IIII. Esta forma más arcaica dejó huella en ciertas prácticas, y los relojes se convirtieron en uno de sus últimos bastiones.

¿Por qué no adoptaron el IV universalmente? La respuesta está en el diseño y la funcionalidad. Cuando los relojes mecánicos surgieron en Europa, alrededor del siglo XIII, se instalaban en torres o edificios públicos. Desde la distancia, distinguir un «IV» (4) de un «VI» (6) podía ser un reto, especialmente con poca luz. El «IIII», con sus cuatro líneas claras, evitaba confusiones. Además, desde un punto de vista estético, equilibra la esfera al alinearse visualmente con el «VIII» (8) del lado opuesto. Los relojeros medievales, con un ojo artístico y práctico, priorizaron esta elección.

Hay también una teoría ligada a la mitología que añade intriga. Algunos sugieren que el «IV» se evitaba por su similitud con «IVPITER», el nombre en latín de Júpiter, el dios supremo romano. Incluirlo en un reloj, sobre todo en un contexto religioso como una iglesia, podría interpretarse como una falta de respeto. Aunque no existen documentos que lo confirmen, esta hipótesis aporta un matiz místico que no deja indiferente.

Pero hay más anécdotas… Una historia apunta a Carlos V de Francia, en el siglo XIV, quien al ver un reloj con «IV» habría insistido en cambiarlo a «IIII», desoyendo las explicaciones del artesano. Otra versión involucra a Luis XIV, el Rey Sol, quien supuestamente castigó a un relojero por un «IIII» indebido, desencadenando una rebelión silenciosa entre sus colegas que adoptaron esa forma como desafío. Anécdotas que tampoco tienen un respaldo histórico sólido.

¿Cuál es, entonces, la explicación definitiva? No hay consenso absoluto. Expertos como los del Instituto Británico de Relojería destacan la armonía visual del «IIII» en las esferas. Otros lo atribuyen a una combinación de tradición, decisiones prácticas y ecos del pasado romano. Lo cierto es que, aunque el «IV» es válido y aparece en iconos como el Big Ben, el «IIII» se consolidó como una convención en la relojería clásica, desde las torres medievales hasta los relojes de lujo modernos.

La próxima vez que encuentre un reloj con «IIII», no lo veas como un error, sino como un puente al pasado. Refleja siglos de historia, elecciones estéticas y, tal vez, un dejo de superstición o capricho real. ¿Qué te parece esta curiosidad?

Fuentes: www.inforeloj.com / la estanteriadearriba.com | Foto: Reloj romano / Shutterstock

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