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Gloria canina: las historias de Hachi y Bobby

Gloria canina: las historias de Hachi y Bobby

Hachi era un perro que cada tarde acudía a esperar a su amo a la vuelta del trabajo a una estación de ferrocarril en las afueras de Tokio. Una tarde de 1925, su amo no apareció. Había muerto horas antes en la capital. El perro, dando un ejemplo de ciega fidelidad, siguió acudiendo, tarde tras tarde, durante sus restantes diez años de vida, regresando a casa horas después. Cuando murió, el gobierno japonés se hizo eco de su popularidad y erigió una estatua en la estación de trenes, a la vez que enviaba reproducciones a todas las escuelas del país.

Hay en Edimburgo un monumento similar dedicado a un perro de raza ‘skyeterrier’ llamado Bobby, tan fiel a su amo (un pastor conocido como el ‘Viejo Jock’) que a su muerte (1858) permaneció junto a su tumba durante catorce años. Quienes visitaban el cementerio jamás vieron al animal alejarse de la sepultura más que unos momentos cada día, para ir al mismo restaurante que frecuentaba su amo. Cuando el fiel animal murió en 1872, los ciudadanos de Edimburgo lo enterraron junto a su amo.

Por Ángel Daniel Fernández @andafero

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