Con los años se ha descubierto que los Kennedy llegaron a tener relaciones cercanas y turbias con la mafia, relaciones que surgieron específicamente durante la campaña presidencial tras la cual John F. Kennedy fue electo como primer mandatario. ¿Sabías que el intermediario entre estas dos partes fue el legendario Frank Sinatra? Descubre más sobre este curioso episodio de la historia de Estados Unidos aquí.
Dilema sureño
De acuerdo con el libro The Dark Side of Camelot, de Seymour Hersh, en 1960 Joseph P. Kennedy quería que su hijo fuese el candidato definitivo por el partido demócrata para las próximas elecciones presidenciales. El problema era que Jack Kennedy no tenía asegurado los votos de los pobladores de Virginia Occidental, y sin el apoyo de estos votantes era poco probable que el para entonces joven senador pudiese ganar la contienda.
J.F.K. tenía a su favor una cosa: era héroe condecorado de la Segunda Guerra Mundial –durante la cual había combatido a bordo de un torpedero–. Pero el hecho de que fuese católico y de que hubiese votado en el Congreso a favor de algunas iniciativas legales, que buscaban reivindicar los derechos de las minorías afroamericanas, hacía que los sureños se sintieran recelosos para con él.
Sinatra, el intermediario
Con la intención de ir con los números seguros a las urnas, el padre de los Kennedy se acercó a Frank Sinatra (quien desde mediados de los 50 había trabado con Jack una amistad regida por la admiración y la camaradería), para solicitarle dos favores.
Lo primero que Joseph P. Kennedy le pidió al cantante fue su apoyo durante la campaña de J.F.K. (algo muy valioso, considerando que para aquel momento Sinatra ya era una figura reconocida y respetada en los medios).
Lo segundo era más delicado. El mayor de los Kennedy quería que el artista convenciese a Sam Giancana, el jefe de la mafia de Chicago, para que este se sumara a la causa del joven candidato. A cambio, la mafia tendría “la oreja del presidente”, para cuando necesitara algo de la Casa Blanca.
Giancana, que tenía control sobre los sindicatos de mineros de Virginia y varios sheriffs de la región (dos grupos que tenían un fuerte peso en la matriz de opinión del sur), era capaz de darle a J.F.K. el impulso que necesitaba para meterse a los sureños en el bolsillo. Pero para esto era necesario que alguien de confianza para ambos bandos sirviese de intermediario, ese sería Sinatra.
Aunque la jugada era arriesgada, Sinatra aceptó ayudar. Más tarde, sus buenos oficios con Giancana resultarían cruciales en la victoria que llevó a J.F.K. a la silla presidencial. Pero el regocijo sería breve, ya que pronto el cantante descubriría que la relación que había ayudado a establecer entre los Kennedy y la mafia acabaría por traerle una amargura profunda.
Los lazos de Sinatra con la mafia
La relación de Frank Sinatra con la mafia fue por mucho tiempo un secreto a voces. Aunque el cantante negara en varias ocasiones que tales lazos existían, el hecho de que fuera visto regularmente compartiendo en público con varios individuos provenientes del mundo gansteril revelaba que Frank se sentía al menos a gusto entre aquellos hombres.
¿Había algo de irregular, fuera de la ley, en aquellas relaciones? La evidencia histórica sugiere que no. Tras la muerte de Sinatra, acaecida en 1998, el Servicio Secreto estadounidense divulgó el expediente del cantante, a quien los cuerpos de seguridad habían mantenido bajo mira desde la década del 30.
Las autoridades nunca pudieron demostrar que Frank Sinatra estuviese involucrado en negocios turbios. Tal parece que lo que unía al hombre de la voz de oro con la mafia no era el dinero, sino algo aún más importante: la amistad rápida que viene de compartir un acervo cultural común, y el mismo ímpetu, con otras personas.
La mafia de Chicago estaba conformada por italianos o por hijos de inmigrantes italianos, que habían decidido abrirse su propio camino en el mundo, en este caso por medio de la violencia. A su vez, Sinatra, que también era hijo de un inmigrante italiano, había demostrado, desde el ámbito artístico, que el sueño americano de superación era posible.
Amistad con Kennedy
No todo el mundo aprobaba la amistad de Sinatra con Kenedy. Jackie, la esposa de John, consideraba que Frank era una mala influencia para su marido. La intuición de la señora Kennedy apuntaba en la dirección correcta, ya que el cantante, entre otras cosas, solía presentarle mujeres guapas a J.F.K, para que fuesen sus amantes.
Años más tarde saldría a la luz que Judith Campbell, una de esas amantes presentadas por Sinatra a Kennedy, se acostaba en el mismo período de tiempo con el senador y con el mafioso Sam Giancana. Algo que de haberse sabido durante la campaña presidencial de J.F.K. probablemente habría impedido que el candidato llegara a la Casa Blanca.
La ruptura
Luego de ganar las presidenciales, J.F.K designó a su hermano, el abogado Robert Kennedy, como fiscal general del gobierno. Esto en cierto modo debió ser un mal augurio para Sinatra, ya que Robert consideraba que tarde o temprano su hermano se vería afectado por las amistades que el cantante tenía en la mafia.
Para poner aún las cosas más tensas, en su discurso de posesión de cargo Robert Kennedy diría que durante su gestión las mafias del país serían desarticuladas. Ante la amenaza del fiscal, la mafia se replegó y rompió relaciones con la Casa Blanca.
Se rumorea que después de esto Sinatra, para poder estar en paz de nuevo con la mafia, tuvo que dar conciertos, sin cobrar, durante siete noches corridas en uno de los clubes de Giancana.
El siguiente paso para depurar el entorno del presidente era cortar lazos con el propio Sinatra. Aunque de mala gana, Kennedy terminó optando por lo más prudente: no ver más al cantante. La ruptura ocurrió finalmente en marzo de 1962.
Durante ese mes, en uno de los recorridos del presidente por el país, se había acordado que J.F.K. se quedara una noche en la casa que Sinatra tenía en Palm Springs, California. Pero la visita jamás se llevaría a cabo.
Fue a través Peter Lawford, cuñado de J.F.K. y amigo íntimo del cantante, que Sinatra se enteró de la cancelación del encuentro con el presidente, propiciada por la necesidad que tenía la administración de distanciarse de personas como él.
Sin posibilidad de decir adiós
Al dolor que Sinatra padecía por la ruptura repentina con su amigo se sumaría pronto otro aún peor: el de la pérdida definitiva. Ya que un año más tarde, el 22 de noviembre de 1963, John F. Kennedy sería asesinado en Dallas, Texas.
El funeral del presidente Kennedy fue llevado a cabo en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia. A pesar de la amistad que los había unido en vida, Sinatra no fue invitado a este evento.
Nancy Sinatra, la hija del cantante y su principal confidente, reveló mucho tiempo después que su padre lloró por varios días luego de que se enteró de la muerte de Kennedy.
Con información de: Biography / Revista Fiat Lux / Wikipedia / Hersh, Seymour (1997). The Dark Side of Camelot. Back Bay Books.
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