Cuando una persona muere, su cuerpo comienza a descomponerse, pero existe una forma de conservarlo, incluso por años, mediante una técnica conocida como embalsamamiento.
Embalsamar un cuerpo no es nada nuevo, ya lo hacían los egipcios miles de años atrás, pero con los avances científicos cada vez se consiguen mejores resultados.
¿Cómo se conserva un cadáver?
Al embalsamar un cadáver, se logra conservar el cuerpo con una apariencia medianamente similar a cuando estaba vivo, para ello, se utilizan técnicas especiales y cada vez más avanzadas.
Actualmente, el método más utilizado es el llamado plastinación, que asegura no sólo la conservación del cuerpo, sino que además no se requieren mayores cuidados especiales para evitar que se descomponga, uno de los principales problemas de las técnicas de embalsamamiento anteriores.
La plastinación, se realiza mediante varias etapas:
Primero, se inyecta formaldehído en el cuerpo para evitar que se endurezca por el rigor mortis. Se trata de una etapa preparatoria, que permite que el cadáver esté en las condiciones necesarias para una plastinación exitosa.
El segundo paso, es retirar el líquido del interior del cuerpo. Para ello, se le sumerge en un baño de acetona fría. La idea, es reemplazar el agua del cuerpo por la acetona, lo que evita que se descomponga producto de la acción de bacterias.
La tercera parte del proceso, también incluye una inmersión, esta vez en polímeros, ya sea silicona elástica, poliéster o resina de epoxi. Se calienta el líquido y, así la acetona que está dentro del cuerpo irá eliminando las células corporales y el organismo se irá rellenando con el polímero utilizado.
Finalmente, llega la hora de sellar el cuerpo, utilizando una pistola que dispara rayos ultravioletas que endurecen el plástico dentro del cuerpo, quedando perfectamente conservado.
Técnicas antiguas de embalsamado
La plastinación es relativamente nueva y, cuerpos embalsamados famosos, como el de Lenin, se conservan mediante técnicas menos efectivas y que requieren de mantención continua.
En estas técnicas antiguas de embalsamamiento, se quitaba la sangre del cuerpo y luego se le inyectaba una solución de embalsamación, que está hecha con alcohol, formaldehído y metanol. El propósito era eliminar las células restantes y evitar la proliferación de bacterias.
Si se quiere embalsamar un cuerpo a largo plazo, como el caso de Lenin, se le debe sumergir constantemente en una solución especial que impida la descomposición e ir aplicando retoques estéticos.
Además, el cuerpo debe estar almacenado en una urna especial que mantenga la temperatura. Los resultados no son tan buenos como cuando se usa la plastinación, pero con los cuidados necesarios se logra mantener el cuerpo en un estado aceptable.
Fuente: ojocientifico.com
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