Uno de los más grandes misterios de la humanidad recae sobre el origen del hombre. Esa necesidad intrínseca por conocer el inicio de la humanidad ha llevado a innumerables culturas a dar un sentido a su existir, a partir de creencias y dogmas que, con el transcurrir del tiempo, terminan por convertirse en parte enriquecida de la cultura universal. ¡Conoce el origen del hombre, de acuerdo con la mitología nórdica!
Un gigante y una vaca
Antes de que existiese cualquier cosa en la Tierra, de acuerdo con la mitología nórdica, solo existía un abismo, caos y la oscuridad. Esta configuración significó el preludio del origen del mundo.
Este abismo, llamado Ginnungagap, se encontraba dividido en dos lugares: Niflheim y Muspelheim, que representaban el gélido norte y el sur infernal, respectivamente.
A partir de este contraste, emerge de las aguas quien para entonces era la única criatura viviente, Ymir, el primer gigante de hielo. A pesar de que Ymir no tenía género, fue la figura progenitora del resto de los importantes gigantes que poblarían los reinos.
Sin embargo, Ymir no fue el único por mucho tiempo, pues de la unión de los ríos de hielo y lava, surgió una criatura mucho más grande e imponente. Su nombre era Auðumbla y esta vez no se trataba de un gigante, sino de un vaca. Hambrienta desde su nacimiento, comenzó a lamer la sal formada por el hielo.
Eventualmente, extensos ríos de leche comenzaron a propagarse desde sus ubres gigantes, hasta llegar al norte, donde habitaba Ymir. El gigante comenzó a beber de los ríos lácteos, y en consecuencia, su crecimiento incrementaba cada vez con mayor regularidad.
El nacimiento de Odín, Vili y Va
Tanto Ymir como Auðumbla, decidieron tener hijos por su cuenta. Auðumbla decidió lamer las formaciones de hielo hasta forjar a la primera forma humana. Esta criatura tomaría el nombre de Buri, padre de Bor, y sería el predecesor de todos los dioses.
De la unión entre Bestla, hija de Ymir, y Bor, nieto de Auðumbla, nacen tres dioses que cambiarían por completo la percepción del mundo: Odín, Vili y Va.
Sin embargo, al crecer, estos dioses comenzaron a gestar sus propias ideas, que resultaban contrarias a las de Ymir, padre de los gigantes.
Por consiguiente, Odín, Vili y Va orquestaron un enfrentamiento en contra del gigante, con el propósito de asesinarlo y asegurarse a sí mismos un legado que duraría para la eternidad.
Creación de la Tierra
Tras su victoria, los dioses crearon el primer lugar de vida, donde se asentaron y fundaron lo que luego se conocería como Midgard.
En función de rendirle culto al gigante Ymir, los dioses moldearon la Tierra a partir de la carne, los huesos y la sangre del primer habitante del mundo.
Ymir, la materia prima de la Tierra
De su carne nacieron las colinas y las llanuras. Con sus dientes y huesos fabricaron montañas, rocas y demás formaciones geológicas. De su sangre emergieron los ríos, mares y lagos; y, finalmente, de sus largos cabellos surgieron los árboles y los arbustos.
El origen de los puntos cardinales
Sin embargo, hasta el momento no se había establecido la mejor alternativa para mantener al mundo, que era visto como una cúpula en el firmamento, sujeta sin que se desintegrara. De esta manera, con ayuda de los enanos Norðri, Suðri, Austri y Vestri -en representación de los puntos cardinales-, se logró sujetar la nueva bóveda celeste.
Finalmente, Odín asignó a un gigante a transformarse en águila, para que creara las corrientes de aire, encargadas de esparcir los sesos de Ymir y, posteriormente, convertirse en nubes.
La creación del día y la noche
A pesar de las distintas historias en torno al origen del día y la noche, la más conocida surge a partir del robo de las centellas de la espada de Surtr -el soberano de Muspelheim, el reino de fuego-, con las cuales crearían el Sol y la Luna.
En función de mantener un equilibrio entre el tiempo de luz y oscuridad en este nuevo mundo, los dioses situaron al Sol y a la Luna en dos carruajes que girarían para la eternidad, perseguidos por los lobos Sköll y Hati, de modo que nunca se encontrasen, a excepción de los días de eclipse.
Midgard, la tierra para los hombres
Midgard o «La tierra del medio» fue el resultado de las labores de los dioses Odín, Vili y Va. Así, las deidades vieron surgir en el interior de la Tierra una raza nueva.
Para mantener la distinción entre el cielo y la Tierra, el cuerpo de Ymir, con el que había sido elaborado el nuevo mundo, comenzó a echar raíces. De este modo, nace Yggdrasil, un inmenso y frondoso fresno que hizo de su tronco el eje del universo.
Yggdrasil estaría custodiado por la serpiente de Nidhogg, perteneciente a Odín y sus hermanos, previendo el nacimiento de otras criaturas distintas a los humanos y animales que habitan en la Tierra.
Con información de: The Doc Collective / Mitos y relatos / Cultura colectiva | Foto: Wikimedia
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